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La sociedad es el conjunto ordenado de individuos que viven establemente diversos tipos de relación en un tiempo y espacio determinados en donde el derecho es un aspecto de la sociedad


Enviado por   •  27 de Abril de 2018  •  Informes  •  3.707 Palabras (15 Páginas)  •  263 Visitas

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                  Unidad: 1             tema: la sociedad rural hoy

Subtema: 1.1. sociedad y cultura

La sociedad es el conjunto ordenado de individuos que viven establemente diversos tipos de relación en un tiempo y espacio determinados en donde el derecho es un aspecto de la sociedad, uno muy importante aunque no equivale a la totalidad de la sociedad pues exite otro tipo de relaciones (económicas, sociales ,políticas, culturales, etc.) y de normas diferentes a las jurídicas (religiosas, morales, de trato social y costumbres entre otras.

La dimensión de la vida humana social en la que se inserta el derecho, trasciende a los actos, realidades, psíquicas y corporales y relaciones entre seres humanos que se manifiestan en un momento correcto. La experiencia humana se perpetúa y se acumula a la experiencia y a la acción de otros seres humanos con efecto sobre las generaciones venideras que a su vez crean, ampliando y corrigiendo lo heredado, nuevas realidades que les trascienden la cultura es la obra del hombre cristalizada para generaciones futuras por impulso del mismo ser humano y condicionada por todos los factores que interinfluyen en la vida social: económicos, religiosos, ideológicos, políticos, técnicos, entre otros. la cultura es histórica, estable y cambiante al mismo tiempo y tiende a objetivarse, aunque nunca se puede separar del ser humano que es el motor de su movimiento.

Subtema: 1.2. vinculo sociedad - naturaleza

En el nivel más amplio, más general y más abstracto, la naturaleza es entendida como un concepto filosófico que hace referencia a "todo lo que existe materialmente", que abarca a esa materialidad que existe por fuera del hombre como ser pensante, por fuera del sujeto que conoce, aprehende y transforma esa materialidad. Esta idea de naturaleza como objeto, aparece en oposición al concepto de sujeto, y nace desde el momento en que la sociedad humana se constituye como tal y se separa de su contexto natural.

Esta "naturaleza" comprende no sólo el mundo orgánico e inorgánico, sino también la sociedad y, ligado a ello, aparecen las ideas de sociedad natural y naturaleza social del hombre, y de que, en parte, la evolución de la naturaleza se extiende a través de la evolución de la sociedad. Esto en dos sentidos, porque dentro de la evolución de la materia que se incluye al hombre y la sociedad, no entra ningún elemento supra natural y porque en tanto, la sociedad es la forma natural de existencia del hombre, su naturaleza humana evoluciona a través de las diferentes formas de existencia social.

Por ello, el concepto de naturaleza como "objeto" comprende al propio sujeto, a la sociedad. Ambos, sujeto y objeto constituyen, en su unidad contradictoria, ese "todo lo que existe materialmente", confundiéndose los límites de estos polos de la contradicción en la trascendencia del sujeto hacia el objeto, a través del trabajo, del conocimiento y transformación del objeto en estructura material del sujeto al ser consumida; y en la acción del objeto sobre el sujeto, los procesos físico-químicos de la fisiología del organismo humano, la acción de la energía solar como elemento indispensable en el ciclo vital, etc.

Existen distintos conceptos y puntos de vista desde los cuales se aborda la relación entre sociedad y naturaleza. En el mundo primitivo, cuando aún la existencia del hombre estaba más determinada por las condiciones físicas naturales clima, cursos de agua, fauna, flora, etc. que por sus propios recursos —trabajo y herramientas naturaleza y sociedad eran sólo uno en el pensamiento de los hombres. Así confundían los fenómenos típicamente humanos con los físicos naturales, y la realidad estaba imbuida de elementos mágicos. Un fenómeno metereológico (trueno, relámpago) era explicado dándole a la naturaleza una lógica humana, por ejemplo un ser superior que ordenaba un castigo por faltas cometidas a los hombres, y a la inversa, actos humanos, ritos o danzas, tenían poder de influir en ese mundo mágico sobre los fenómenos físicos. Así, en la mente de estos hombres del mundo primitivo se reproducía la realidad de su existencia social confundido con la existencia natural, sociedad y naturaleza, sujeto y objeto, eran sólo uno. Con el desarrollo social, a través del incremento de la capacidad de trabajo del hombre, esta concepción fue evolucionando hasta perder casi su antigua forma pero manteniendo parte de esa confusión, como religión o como superstición. Así se conforma el pensamiento religiosos que gobernó en forma absoluta la conciencia de la sociedad durante siglos. En esta concepción, la sociedad humana corresponde a un estrato superior al del resto del mundo animal, y por mandato divino el hombre debe aprovechar los frutos de la naturaleza que fueron puestos allí para que se sirviera de ellos. Con el desarrollo más acelerado de la productividad del trabajo, el nacimiento de las máquinas y la expansión del comercio en los albores del capitalismo, el pensamiento evoluciona hacia el racionalismo y el empirismo modernos. La naturaleza deja de ser una benefactora del hombre y se transforma en algo contra lo que el hombre debe luchar para sobrevivir. El objeto pasa a ser algo tajante y totalmente opuesto al sujeto, la naturaleza por un lado y la sociedad por el otro excluyéndose mutuamente, en una lucha antagónica.

Subtema: 1.3. lo rural ayer y hoy

en el transcurso de la década de 1980 se hizo evidente que la vida rural había llegado a situaciones alarmantes en relación a la producción agropecuaria, y asfixiantes en términos del control político ejercido sobre la gente del campo (Arias, 1992; De Grammont, 1996). Habían entrado en crisis asimismo las maneras de entender y conceptualizar lo que sucedía y lo que podía llegar a acontecer en el campo. La polémica entre campesinistas y proletaristas acerca del destino del campesinado se había estancado y cada nueva etnografía terminaba nutriendo un rosario interminable de errores y lamentaciones que parecía reiterar la inviabilidad de la economía y sociedad campesinas. En esos años, se insistía aún en el papel de la migración, por lo regular estacional, a las grandes ciudades y en la lucha por la tierra (Arizpe, 1985; Rubio, 1987) como las principales estrategias de sobrevivencia de las familias y las comunidades campesinas cada día más empobrecidas por el intercambio desigual de sus productos; más subordinadas a las lógicas combinadas del desarrollo urbano y el centralismo político estatal (Stavenhagen, 1976; Warman, 1980). Hoy en día podemos reconocer que la acción gubernamental vis-à-vis el campo contribuyó, en mucho, a diluir la complejidad y variedad de situaciones y condiciones rurales prevalecientes en México. Desde el punto de vista de las agencias gubernamentales orientadas al desarrollo agropecuario era más fácil concebir y, de ese modo, tratar con un solo tipo de campesino y un único destino rural que aceptar y vérselas con gente que no sólo vivía en paisajes muy diferentes, sino que además pensaba, hacía, quería las cosas de distintas maneras. Así, se había llegado a una noción bastante compartida, que no explícita, de que las sociedades rurales tradicionales estaban sometidas a las mismas presiones y tensiones y que sus respuestas a la crisis eran y seguirían siendo fundamentalmente similares. Queriéndolo o no, el supuesto común de las investigaciones y acciones de esos años era que las sociedades rurales eran, a fin de cuentas, bastante homogéneas. En la entrevista mencionada, Luis González ofreció otra mirada hacia el campo, otra versión de la crisis.  A diferencia de la noción comúnmente aceptada de la homogeneidad del mundo rural, él planteó e hizo hincapié en la existencia, histórica y contemporánea, de una persistente y vigorosa diversidad rural. Diversidad que se expresaba, decía don Luis, en la existencia de tres grandes sistemas socioculturales en el mundo rural mexicano: la sociedad indígena, la sociedad campesina y la sociedad ranchera. Esta diversidad tenía que ver con una geografía heterogénea, con la gran variedad de paisajes que albergaban a la gente del campo, pero no se agotaba ahí, menos aún hoy en día. Los tres sistemas rurales propuestos por don Luis no deben ser entendidos de manera prístina, excluyente ni estática. Se trata más bien de distinciones que ayudan a pensar que los universos y códigos culturales de los diversos actores sociales tienen que ver e inciden en la construcción de sus modalidades, viejas y nuevas, de ser, pensar, vivir y transformar su rusticidad, su manera de ser rural. Es decir, se trata de modalidades socioculturales que actúan como mapas cognitivos para guiar, pautar, encauzar las acciones de la gente, pero también para ayudarlas a procesar los impulsos externos y, de ese modo, modelar el cambio social y transitar hacia modalidades novedosas, hacia la elaboración de nuevas maneras de vivir la rusticidad. Aunque existe una base económica que las distingue, la propuesta de don Luis es que la diversidad rural es más que eso. Desde su punto de vista, hay que verla sobre todo como un entramado social y cultural que incluye orígenes, pero también territorialidad y construcción social del espacio, organización social, religiosa y política, quehaceres, habilidades y división del trabajo; entramado que con el tiempo se ha plasmado en valores, códigos culturales y relaciones sociales que guían, pero no determinan, las conductas individuales y sociales de sus portadores. Parafraseando a Clifford Geertz (1987), sostenemos que el hombre está inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, pero de muy diversas maneras. Dicho de otro modo, la relación espacio-sociedad ha sido vivida, elaborada, procesada y recreada de diferentes maneras por las diversas sociedades rurales. La noción de diversidad cultural rural es doblemente útil. Por una parte, establece escenarios intermedios de comprensión y análisis entre la sociedad global y las comunidades concretas de estudio, lo que nos ayuda a entender las vidas y acciones pueblerinas particulares como parte de un sistema cultural más amplio que la localidad.

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