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Las Mujeres En El Narcotrafico


Enviado por   •  22 de Octubre de 2014  •  2.191 Palabras (9 Páginas)  •  242 Visitas

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Este ensayo analiza las diferentes maneras en las que el Estado mexicano ha lidiado con el problema del narcotráfico. El texto explora la evolución de las respuestas del Estado ante un mercado a la vez cambiante y en expansión. El análisis revela la evolución aparente de un mercado regulado directamente por y desde las estructuras del Estado a un mercado criminal privatizado. Dicha evolución es el resultado de la erosión de las normas y reglas no escritas que durante décadas permitieron al Estado sujetar, controlar y reglamentar el comportamiento de las organizaciones criminales.

En las fisuras de la capacidad de regulación del mercado criminal coinciden cuatro factores: la brutal expansión del mercado asociada al surgimiento de una economía de tránsito de cocaína, el endurecimiento de la diplomacia anti-narcóticos en EEUU, la atonía económica y la apertura política en México. En esta transición, el rasgo más característico ha sido el repliegue de las agencias del Estado y el consecuente surgimiento de ejércitos y guardias privadas de protección. El resultado más visible de estos cambios ha sido un incremento notable e indiscriminado en los umbrales de violencia que hoy acompañan a las actividades del narcotráfico en México.

La violencia que vive hoy la sociedad mexicana parece no tener precedentes en la historia nacional e incide en todos los ámbitos. No es privativa de nuestro país, pues recorre el mundo, y sus consecuencias se magnifican entre las personas más vulnerables, es decir, las mujeres, las niñas y los niños.

Definida y enmarcada entonces la violencia como hecho social, tiene múltiples expresiones. El crimen organizado atiza la gravedad de la perturbación de la seguridad pública que la propia violencia conlleva.

La participación de las mujeres en este escenario es cada vez mayor y, sin embargo, poco visible y atendida pese a que el Instituto Nacional de las Mujeres, en agosto de 2009, declaró que en los diez últimos años el número de mujeres en las cárceles mexicanas aumentó 200 por ciento como reflejo de su mayor participación en la delincuencia organizada y el narcotráfico.

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“El primer Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud, elaborado por la Organización Mundial de la Salud, apunta que cada año más de 1.6 millones de personas en todo el mundo pierde la vida violentamente. Asimismo, cifras publicadas por la Organización Panamericana de la Salud sobre el impacto de la violencia en la región destacan que 120,000 personas son asesinadas cada año y 180,000 mueren por suicidios o accidentes; aparte de que, por cada persona que muere en circunstancias violentas, muchas más resultan heridas y sufren secuelas físicas y mentales.” Sara García Silberman. La violencia como fenómeno mediático y de salud pública, en Violencia y medios. Marco Lara Klahr y Ernesto López Portillo Vargas (coordinadores). CIDE-INSYDE. México. 2004, p. 102.René A. Jiménez Ornelas. La cifra negra de la delincuencia en México: sistema de encuestas sobre victimización. www.bibliojuridica.org./libros/1/479/17.pdf. México. 2000, p. 168.

Contenido

La participación de las mujeres en la vida productiva y delictiva

El compromiso y el reto de responsabilidad social de los medios para favorecer sociedades más equitativas y justas no suelen ser asumidos. El feminismo ha denunciado la invisibilización de las mujeres en la Historia, la minimización de su real contribución y de sus talentos y la explotación social de ellas en general.

Hoy se puede afirmar que se han abatido muchos prejuicios y que las mujeres se han incorporado a muchos ámbitos, pero esto se ha dado más por su necesidad de sobrevivencia que como reflejo y parte del desarrollo social, económico, político y educativo de la población mexicana en general.

La contundencia de la contribución de las mujeres es ya conocida: son 51 por ciento de la población y 52 por ciento del padrón electoral; participan con 33 por ciento de la actividad económica; cuatro millones de hogares son dirigidos por jefas de familia. No obstante, en relación con el trabajo extra doméstico, la participación masculina es superior al doble: 73.7 contra el 33.8 por ciento; pero si se toma en cuenta la carga global de trabajo (extra doméstico y doméstico), los hombres contribuyen menos: 42.4 por ciento contra 57.6 por ciento de las mujeres.

Actualmente, los delitos contra la salud son la principal causa por la cual las mujeres se encuentran en reclusión. Los motivos primordiales por los que delinquen son la falta de oportunidades y las pocas expectativas generales que brinda la sociedad, pero también se relacionan con la vulnerabilidad ancestral de las mujeres en lo que se refiere al poder adquisitivo y la dependencia emocional.

Estudios a escala regional revelan que el hecho de que ellas se involucren en el tráfico de drogas evidencia cómo incluso en crímenes de tan altos vuelos se incorporan dentro de una relación de sumisión y dependencia con los hombres; un ejemplo de ello es la manera en que son empleadas para el microtráfico y el transporte de drogas como “burreras” o “mulas”.

En nuestro país, en 1993, había 445 centros penitenciarios en todo el país; en 230 de ellos había mujeres, quienes conformaban cuatro por ciento de la población total.

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13 Inmujeres, La inequidad de género se hace más patente en el trabajo doméstico y extradoméstico, Dirección General Adjunta de Comunicación Social y Cambio Cultural. Comunicado 27. 21 de abril de 2009.

14 Elisabet Almeda y Encarna Bodelon. Mujeres y castigo: un enfoque socio-jurídico y de género. Dykinson, S.L.Barcelona,2007.

15 Elena Azaola y Cristina José Yacamán. Las mujeres olvidadas. Comisión Nacional de Derechos Humanos-El Colegio de México. México. 1996 

En el distrito Federal, los crímenes por los que estaban presas eran delitos contra la salud (32 por ciento), homicidio (19 por ciento), robo (15 por ciento), fraude (ocho por ciento), robo de infante (ocho por ciento), lesiones (tres por ciento) y otros delitos (14 por ciento). El grueso de las internas tenía entre 26 y 33 años (34 por ciento); a este grupo de edad le seguían las mujeres de entre 34 y 41 años (28 por ciento); después, las de entre 18 y 25 años (23 por ciento); luego, las que tenían entre 42 y 49 años (nueve por ciento) y, finalmente, las que tenían 57 años o más (cuatro por ciento).

Las explicaciones predominantes

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