Leyenda con origen en Coatzacoalcos, Veracruz
Chris_77Trabajo2 de Diciembre de 2019
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La Aparecida
Por Christian Anais Colí Salas
Leyenda con origen en Coatzacoalcos, Veracruz.
Las carreteras son lugares en donde ocurren millones de cosas, y desafortunadamente no todas son buenas; tal es el caso de la curva que se encuentra en la carretera federal “Canticas” que va de Coatzacoalcos a Minatitlan, Veracruz; que si bien, parece simplemente un camino más, pero esconde una historia que pocos conocen. La gente que vive alrededor de la zona, o que transita ocurrentemente por ahí, cuenta que, en ciertas horas, una mujer vestida de blanco deambula en las orillas, se le ve cansada y perdida, por lo que fácilmente atrae a las buenas almas que quieran brindarle ayuda.
En cierta ocasión un taxista pasaba por dicha curva, era de noche, este vio a la mujer que parecía estar esperando el transporte, se orilló hacia ella y ofreció su servicio.
-¿Necesita que la lleven señorita?
Dijo el taxista
-Sí, por favor, necesito llegar a mi casa, dicen que es peligroso andar por aquí solo y ya es tarde.
-Suba, puedo llevarla si desea.
La mujer subió al taxi, y una vez ahí le pidió al taxista que la llevara a cierta dirección. Y así fue, el taxista condujo hacia el lugar, pero, durante el camino el taxista comenzó a sentir una vibra extraña, un mal presentimiento, era como si aquella mujer no estuviese ahí por completo, era extraño; además se le veía muy triste; sin embargo el taxista intentó no hacer mucho caso y siguió con su camino...
El taxista y la mujer llegaron al lugar, era un pequeño pueblo en medio del camino. Habían muy pocas casas, estaba oscuro, la neblina podía cubrirlo casi todo, a lo lejos se oían perros ladrar.
-¿Es aquí señorita?
Preguntó el taxista
-Sí, aquí es...
Respondió la mujer, pero apenada prosiguió
-Señor, agradezco mucho su amabilidad, pero... me da mucha pena decirle que, no traigo el dinero suficiente para poder pagarle, pero si puede, podría venir mañana aquí, a mi casa, es aquella del centro, la de de color blanco; y así yo podría pagarle...
El taxista se compadeció de la mujer, pues, ya era tarde, además la mujer parecía desesperada, así que accedió.
Al siguiente día el taxista regresó al pequeño pueblo, la casa de la mujer era fácil de identificar, pues era la más grande en ese lugar; el taxista bajó y se dirigió para poder cobrar aquel viaje que había hecho la noche anterior, se acercó a la casa, era una casa blanca, vieja; pero extrañamente parecía que estuviese abandonada, sin embargo él continuó, llamó a la puerta, pero nadie abría, comenzó a tocar más fuerte y eso llamó la atención de los vecinos, una mujer que vivía enfrente se asomó, y le dijo al hombre:
-Disculpe señor, pero, hace ya tiempo que nadie vive ahí.
-Mmm mire, soy taxista, vengo buscando a una señorita que me debe cierto dinero, ayer la traje aquí, me dijo que era su casa y que podía cobrarle hoy.
Respondió el taxista
-Mmm... no quiero insistirle pero esa casa está vacía ya hace tiempo, vivía una muchacha, sí, pero vivía, porque falleció.
El taxista se quedó helado, tuvo un escalofrío e inmediatamente sintió un calor que recorría todo su cuerpo, recordó la vibra que había percibido cuando la mujer estuvo en su taxi. Luego de ello, el taxista se atrevió a preguntar:
-¿Cómo murió esta muchacha?
-Vera, ella estaba por casarse, pero su novio se fugó con otra, ya sabe usted cómo son los jóvenes; después de eso la muchacha siempre andaba triste, y un mal día falleció en un accidente en la carretera, no muy lejos de aquí, la atropellaron mientras intentaba regresar a su casa...
El taxista dio la vuelta y, sin decir nada, se retiró del lugar.
...