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Leyenda con origen en Coatzacoalcos, Veracruz


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2019  •  Trabajos  •  626 Palabras (3 Páginas)  •  2.062 Visitas

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La Aparecida

Por Christian Anais Colí Salas

Leyenda con origen en Coatzacoalcos, Veracruz.

Las carreteras son lugares en donde ocurren millones de cosas, y desafortunadamente no todas son buenas; tal es el caso de la curva que se encuentra en la carretera federal “Canticas” que va de Coatzacoalcos a Minatitlan, Veracruz; que si bien, parece simplemente un camino más, pero esconde una historia que pocos conocen. La gente que vive alrededor de la zona, o que transita ocurrentemente por ahí, cuenta que, en ciertas horas, una mujer vestida de blanco deambula en las orillas, se le ve cansada y perdida, por lo que fácilmente atrae a las buenas almas que quieran brindarle ayuda.

En cierta ocasión un taxista pasaba por dicha curva, era de noche, este vio a la mujer que parecía estar esperando el transporte, se orilló hacia ella y ofreció su servicio.

-¿Necesita que la lleven señorita?

Dijo el taxista

-Sí, por favor, necesito llegar a mi casa, dicen que es peligroso andar por aquí solo y ya es tarde.

-Suba, puedo llevarla si desea.  

La mujer subió al taxi, y una vez ahí le pidió al taxista que la llevara a cierta dirección. Y así fue, el taxista condujo hacia el lugar, pero, durante el camino el taxista comenzó a sentir una vibra extraña, un mal presentimiento, era como si aquella mujer no estuviese ahí por completo, era extraño; además se le veía muy triste; sin embargo el taxista intentó no hacer mucho caso y siguió con su camino...

El taxista y la mujer llegaron al lugar, era un pequeño pueblo en medio del camino. Habían muy pocas casas, estaba oscuro, la neblina podía cubrirlo casi todo, a lo lejos se oían perros ladrar.  

-¿Es aquí señorita?

Preguntó el taxista

-Sí, aquí es...

Respondió la mujer, pero apenada prosiguió

-Señor, agradezco mucho su amabilidad, pero... me da mucha pena decirle que, no traigo el dinero suficiente para poder pagarle, pero si puede, podría venir mañana aquí, a mi casa, es aquella del centro, la de de color blanco; y así yo podría pagarle...

El taxista se compadeció de la mujer, pues, ya era tarde, además la mujer parecía desesperada, así que accedió.

Al siguiente día el taxista regresó al pequeño pueblo, la casa de la mujer era fácil de identificar, pues era la más grande en ese lugar; el taxista bajó y se dirigió para poder cobrar aquel viaje que había hecho la noche anterior, se acercó a la casa, era una casa blanca, vieja; pero extrañamente parecía que estuviese abandonada, sin embargo él continuó, llamó a la puerta, pero nadie abría, comenzó a tocar más fuerte y eso llamó la atención de los vecinos, una mujer que vivía enfrente se asomó, y le dijo al hombre:

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