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Los Entre-tiempos Dela Nueva Educación De Luis Porter


Enviado por   •  8 de Abril de 2013  •  3.311 Palabras (14 Páginas)  •  427 Visitas

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Los entre-tiempos de la nueva educación

Luis Porter

El remo largo, la larga vara, con el que los xochimilcas mueven su trajinera, se hunde entre hileras de ahuexotes, y como en el poema:

“Las palmas gimen con solemne acento,

formando un vago y religioso coro,

y son plumeros que oscilando al viento ,

barren el éter empolvado de oro.” Salvador Díaz Mirón

UNO

La verdadera educación, la buena, la que forma caracter, la que prepara para la vida, la que sienta las bases que darán como resultado un futuro posible y deseable, ocurre entre los lugares del tiempo y del alma, y no siempre en el aula. Estos entre-lugares son los intersticios, es decir, las fracturas, los espacios libres, fuera del control de una estructura educativa aprisionada en su rigidez. Espacios que reclaman el aire de la imaginación y el lenguaje de las buenas ideas.

Es así como aquí y allá, es decir entre-lugares, en el hoy y el mañana, entre-tiempos, nos acercamos a los estudiantes que deambulan ajenos y marginados por los pasillos de nuestras instituciones educativas. Frente a las políticas masivas, estandarizantes, con las que se somete a cada generación de escolares, debilitando, en lugar de fortalecer, sus rasgos de caracter, surgen tanto dentro como fuera de México, nuevos conceptos, nuevas maneras de ver, que sirven de base a experimentos alternativos. Estas expresiones libres son como esos ecos recónditos, que tarde o temprano se dejan oir evocando imágenes y palabras que creimos olvidadas.

En este artículo hablaremos de dos lenguajes, de dos maneras de utilizar la mente, aquella que se queda en la razón y produce discursos retóricos como una red hecha de hilos duros, y la que se complementa con la sensibilidad humana, en los vacíos que tejen la red de las buenas ideas. El discurso oficial, ya tan gastado, concibe una educación confinada a las habilidades cognitivas, cree en el motor fuera de borda que no cesa su marcha, mientras nosotros creemos en el remo que cuando se detiene en el aire, la embarcación prosigue su marcha. Palabras, números, letras, ejercicios mecánicos, han sido las herramientas con las que se ha intentado preparar a los niños para estadios posteriores. Destrezas pre-académicas impartidas dentro de una concepción del tiempo, hecho de fechas, etapas, puntos fijos, que ignora y hace caso omiso del sutil transcurrir de la cotidineidad. La educación bancaria no se preocupa por brindar los elementos para que el niño aprenda desde el principio a tener una buena relación consigo mismo. Tener conciencia de uno mismo, es recurrir a esa capacidad de introversión propia del ser humano, que aprende a hablar consigo mismo, a reconciliarse y ser su propio amigo. Un diálogo que requiere de un lenguaje distinto al que producen las oficinas de funcionarios que se formaron dentro de la racionalidad técnica que sigue siendo dominante. Los posgrados en educación continúan formando egresados que aprendieron la lección de las estadísticas y el lenguaje de los números. No es justamente el camino que lleve hacia una diferente conciencia de uno mismo, a una concepción del tiempo vinculada con nuestras raíces, con emociones e impulsos que los fortalezca y acompañe en su propio desarrollo. Sabemos hoy que las bases para lograr una educación que ocurra dentro de ritmos propios, lentitudes necesarias, es aquella que ayuda al niño a concentrarse en lo que es y en lo que está haciendo. Un niño alerta, conectado con su ser, capaz de identificar distracciones para no caer en mecanismos de escape que puedan alejarlo de si mismo. Así no dejará de Ir siendo, de irse formando, en constante transformación, manejando con auto-control sus pensamientos. Este tipo de capacidades “auto-regulatorias” van mucho más allá de las capacidades de tipo cognitivo que son las usuales en los programas educativos convencionales.

Imaginemos una escuela donde aplicamos con imaginación y creatividad una variedad de estrategias, de trucos, de juegos y hábitos que en su ejercicio ubican la mente en el camino correcto. Esto implica promover la libertad necesaria para que junto a la acción, exista la reflexión que nace de la conversación íntima con uno mismo . Si el niño está aprendiendo a escribir la W, le dirá a su lápiz: - abajo, arriba, abajo, arriba - como una forma de mediar con los objetos físicos y convertir esas actividades en recordatorios. Mediadores, que pueden ser objetos físicos que les advierten sobre el paso a seguir, o como continuar y finalizar determinada actividad. Pueden ser juegos, danzas, puestas en escena en situaciones creibles, convincentes, que permitan visualizar y entender el manejo de sus ideas, de su energía e impulsos.

Todos queremos que nuestros niños sean felices. Pero pocos sabemos qué significa eso. Para saberlo es necesario cuestionar y replantearnos la gramática de nuestros lenguajes, alejándonos de términos abstractos, producto de malas traducciones o de adaptaciones precarias, y desde nuestra propia voz redibujar y enriquecer el paisaje escolar hoy limitado a las destrezas cognitivas. La hipótesis cognitiva es el tipo de inteligencia que se mide en pruebas de IQ, donde lo que cuenta son capacidades como la de reconocer palabras, calcular, detectar patrones. Una didáctica que parte del supuesto que la mejor manera de desarrollar estas habilidades es practicarlas una y otra vez, muchas veces, lo más temprano que se pueda, en un ritmo artificial, que forma parte de una concepción fracturada del tiempo y de la mente humana. Es la misma lógica que lleva a que creamos que los niños con mayores desventajas económicas son los destinados al fracaso por falta de condiciones y suficiente entrenamiento cognitivo. Los psicólogos y los sociólogos, desde esta premisa, produjeron estudios “científicos” que pretendían dar como evidencia de la relación entre el bajo desempeño académico de los niños pobres a la falta de estimulación verbal y matemática, tanto en la casa como en la escuela. Uno de los estudios más famosos de este tipo, fue el de Betty Hart y Todd R. Risley, dos psicólogos de niños, que al principios de los 1980´s estudiaron intensamente un grupo de cuarenta y dos niños, de familias de profesionales, obreros y pensionados en Kansas City. Hart y Risley encontraron que la diferencia crucial en la crianza de los niños, y la razón por la divergencia en sus desarrollos posteriores, se concentraban en una

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