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Ludismo Político


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2014  •  1.368 Palabras (6 Páginas)  •  287 Visitas

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¡Ludismo político!

Antes de escribir una letra sobre el tema de hoy, quiero dejar asentada, con toda claridad y precisión, la condena radical, sin ningún género de matices ni atenuantes, de la tragedia nacional ocurrida en Iguala, Guerrero, cuyo desenlace definitivo parece que debemos aguardar hasta en tanto no den su dictamen final los peritos y especialistas que trabajan en ello, por parte mía y de todo el antorchismo nacional. También quiero subrayar aquí, como grabada con fuego, nuestra exigencia incondicional de que los nefandos y espeluznantes sucesos de que hablo se investiguen en serio ¡siquiera sea por una vez en nuestra historia reciente! hasta descubrir, detener y castigar conforme a la ley, a toda la cadena de criminales que se atrevieron a tanto, desde el primero y más bajo hasta el último y más encumbrado eslabón (que no creo, diré de paso, que sean el ex alcalde de Iguala y su esposa), porque así lo exige el mínimo espíritu de verdadera justicia y porque sólo eso puede, quizá, aplacar los ánimos y devolver la tranquilidad a nuestro convulsionado país.

Pero a renglón seguido debo hacer algunas aclaraciones. 1) Esto no es todo lo que pensamos y tenemos que decir sobre este y otros graves sucesos de parecida índole que se han venido sucediendo, cada vez con más frecuencia y mayor virulencia, a lo largo y ancho del país. Hay algo más. Sin embargo, no lo diré hoy porque resulta evidente que no es el momento de hablar con toda franqueza, de modo completo e integral, de nuestro punto de vista, sin arriesgarnos a una mala inteligencia del mismo y a provocar no sólo el escepticismo y la sospecha de algunos, sino incluso el rechazo radical de quienes, profundamente lastimados por las presentes circunstancias, no están en condiciones de reflexionar sobre planteamientos o formulaciones que no se pronuncien sobre la aparición con vida de los jóvenes secuestrados, sobre la condena radical a sus victimarios y sobre la exigencia de una justicia rápida y efectiva a quienes tienen el poder y el deber de hacerlo. Justo por eso, prefiero dejar mi pronunciamiento en los términos en que ya queda expresado renglones arriba, bien entendido que no es, en ningún modo ni medida, incompatible con lo que guardo para mejor ocasión.

2) Los antorchistas no consideramos cumplido nuestro deber de solidaridad con los débiles, atropellados y menospreciados en todos los terrenos, que hay en nuestro país, por manifestarnos en los términos que aquí lo hacemos. No creemos que eso sea todo lo que nos corresponde hacer. Lo nuestro, en efecto, nunca ha sido irnos a la cargada; alzar la voz allí donde lo han hecho ya miles de gargantas; repetir a coro lo que muchos ya dijeron antes que nosotros, solo para “quedar bien”, para “maquillar nuestra imagen” y para sacar provecho político de una tragedia, aunque sea para ponerlo al servicio de las causas populares que defendemos. Siempre hemos creído que la mejor y más eficaz manera de apoyar todas las luchas sociales justas, de respaldar con efectividad a otros luchadores (aunque nadie lo haga con nosotros, como quedó plenamente demostrado con el secuestro y asesinato de don Manuel Serrano Vallejo, que tiene muchos puntos en común con la tragedia de Iguala) que siguen un camino distinto al nuestro pero que van tras el mismo ideal, es trabajar cotidianamente, sin pausa y sin desmayo, para despertar la conciencia de los oprimidos y marginados y organizarlos bien, firmemente, para intervenir en los destinos nacionales y reconducirlos hacia la equidad y la justicia social. Eso pensamos y eso hacemos día con día, aunque muchos no lo entiendan así y nos ataquen y satanicen por eso.

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3) Este artículo no busca dar lecciones a nadie sobre lo que debe hacer y cómo hacerlo; no es una receta para enfrentar crisis difíciles como la que actualmente vive la nación entera; y menos aún es un sermón “contra la violencia”, de esos hoy tan de moda que buscan convencer a los heridos y agraviados de que renuncien a sus protestas, o a que las hagan “pero pacíficamente”. A los

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