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MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA Y LOS DERECHOS HUMANOS

belkysrodriguez3 de Marzo de 2014

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¿QUÉ ES LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA?

Los distintos tipos de mutilación

Mutilación genital femenina es el término utilizado para referirse a la extirpación parcial o total de los órganos genitales femeninos. Su forma más severa es la infibulación, también conocida como circuncisión faraónica. Aproximadamente un 15 por ciento de todas las mutilaciones que se practican en África son infibulaciones. El procedimiento incluye la clitoridectomía (por la que se extirpa total o parcialmente el clítoris), la excisión (extirpación de la totalidad o de parte de los labios menores) y la ablación de los labios mayores para crear superficies en carne viva que después se cosen o se mantienen unidas con el fin de que, al cicatrizar, tapen la vagina. Se deja una pequeña abertura para permitir el paso de la orina y del flujo menstrual. En algunas formas menos convencionales de infibulación, se extirpa menor cantidad de tejido, dejándose una abertura más grande.

La gran mayoría (el 85 por ciento) de las mutilaciones genitales que se practican en África son clitoridectomías o excisiones. El procedimiento menos extremo consiste en la ablación del prepucio del clítoris.

En algunas tradiciones se celebra una ceremonia pero sin que tenga lugar la mutilación de los genitales. El ritual puede consistir en empuñar un cuchillo junto a los genitales, pinchar el clítoris, cortar algo de vello púbico o realizar una ligera escarificación en la zona genital o en la parte superior de los muslos.

Procedimientos que se siguen

El tipo de mutilación, la edad y la manera en que se practica la mutilación genital varían conforme a diversos factores, entre ellos el grupo étnico al que pertenezca la mujer o la niña, el país en el que viva, si se encuentra en un área rural o urbana y su origen socioeconómico.

El procedimiento se lleva a cabo a muy distintas edades, que oscilan entre poco después del nacimiento y el primer embarazo, pero generalmente la mutilación genital femenina se practica entre los cuatro y los ocho años. Según la Organización Mundial de la Salud, la media de edad está descendiendo. Esto indica que la práctica está cada vez menos asociada con la iniciación a la edad adulta, al parecer especialmente en las zonas urbanas. Algunas niñas sufren la mutilación genital individualmente, pero con más frecuencia se lleva a cabo en grupo, por ejemplo grupos de hermanas o de mujeres unidas por otro parentesco cercano, o grupos de vecinas. Allí donde la mutilación genital femenina forma parte de una ceremonia de iniciación, como es el caso de las sociedades de África occidental, central y oriental, es más probable que se practique a todas las niñas de la comunidad que pertenecen a un determinado grupo de edad.

El procedimiento puede llevarse a cabo en el domicilio de la niña o en el de algún pariente o vecino, en un centro de salud, o bien, especialmente si está asociada con la iniciación, en un lugar especialmente designado al efecto, por ejemplo junto a un árbol o río determinados. La persona que practica la mutilación puede ser una anciana, una partera o una curandera tradicional, un barbero o una comadrona o un médico cualificados.

El grado de conocimiento de las niñas que son objeto de la mutilación sobre lo que les va a ocurrir varía. A veces el acontecimiento se asocia con festividades y regalos. Se exhorta a las niñas a que sean valientes. En los casos en que la mutilación forma parte de un rito iniciático, las festividades pueden ser grandes acontecimientos para la comunidad. Generalmente, durante la mutilación sólo se admite la presencia de mujeres. A veces se recurre a una comadrona con conocimientos para que administre un anestésico local. En algunas culturas, se ordena a las niñas que previamente se sienten en agua fría para entumecer la zona y reducir la probabilidad de que sangren. Sin embargo, lo más frecuente es que no se tome ninguna medida para reducir el dolor.

La niña es inmovilizada, generalmente por ancianas, con las piernas abiertas. La mutilación se lleva a cabo utilizando un cristal roto, la tapa de una lata, unas tijeras, la hoja de una navaja u otro instrumento cortante. Cuando se trata de una infibulación, se utilizan espinas o puntos para unir ambas partes de los labios mayores, y las piernas pueden permanecer atadas hasta 40 días. A veces se aplican polvos antisépticos, o bien, con mayor frecuencia, ungüentos que contienen hierbas, leche, huevos, ceniza o estiércol y que se consideran cicatrizantes. Es posible que a la niña la lleven a un lugar elegido al efecto

para su recuperación donde, si la mutilación se ha practicado como parte de una ceremonia iniciática, se imparten enseñanzas tradicionales. En el caso de las muy ricas, es posible que la mutilación sea realizada por un médico cualificado en un hospital utilizando anestesia local o general.

Distribución geográfica de la mutilación genital femenina

Unos 135 millones de niñas y mujeres de todo el mundo han sufrido la mutilación genital, y cada año dos millones corren el riesgo de sufrirla (unas 6.000 al día). En África se lleva a cabo de forma generalizada y es una práctica común en algunos países de Oriente Medio. También se produce, sobre todo en comunidades de inmigrantes, en zonas de Asia y el Pacífico, América del Norte, Latinoamérica y Europa.

Según los informes, la mutilación genital femenina se practica en más de veintiocho países africanos. No hay cifras sobre su frecuencia en Asia. Se han recibido informes que indican que se lleva a cabo en poblaciones musulmanas de Indonesia, Sri Lanka y Malasia, aunque se sabe muy poco sobre dicha práctica en estos países. En la India, una pequeña secta musulmana, Daudi Bohra, practica la clitoridectomía.

En Oriente Medio, la mutilación genital femenina se practica en Egipto, Omán, Yemen y los Emiratos Árabes Unidos. Existen informes que indican que la mutilación genital femenina se lleva a cabo en determinados grupos indígenas de América Central y del Sur, pero la información disponible es escasa.

En los países industrializados, la mutilación genital se realiza sobre todo entre los inmigrantes procedentes de países en los que se practica. Se han recibido informes acerca de mutilaciones en Australia, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Italia, Países Bajos, Reino Unido y Suecia. En ocasiones, las

muchachas o niñas que viven en países industrializados son operadas de forma clandestina por médicos de sus propias comunidades que residen allí, pero lo más frecuente es que se haga venir al país a médicos tradicionales, o bien se envíe a las niñas fuera del país para practicarles la mutilación. No existen cifras sobre la frecuencia de esta práctica en las poblaciones de los países industrializados.

Los efectos físicos y psicológicos de la mutilación genital femenina

Efectos físicos

La mutilación genital puede provocar la muerte. En el momento en que se lleva a cabo, pueden presentarse dolores, conmoción, hemorragias y daños en los órganos que rodean el clítoris y los labios. Posteriormente, puede producirse retención de orina y desarrollarse infecciones graves. La utilización del mismo instrumental en varias muchachas sin esterilizarlo puede provocar la propagación del VIH. Más a menudo, las infecciones crónicas, las hemorragias intermitentes, los abscesos y los pequeños tumores benignos del nervio que pueden provocar la clitoridectomía y la excisión producen malestar y un dolor extremo.

La infibulación puede tener efectos a largo plazo aún más graves: infecciones crónicas del tracto urinario, piedras en la vejiga y la uretra, trastornos renales, infecciones del tracto genital a consecuencia de la obstrucción del flujo menstrual, infecciones en la pelvis e infertilidad, tejido cicatrizal excesivo, queloides (cicatrices prominentes e irregulares que se agrandan progresivamente) y quistes dermoides.

El primer acto sexual sólo puede realizarse después de la dilatación gradual y dolorosa de la abertura que ha quedado tras la mutilación. En algunos casos, es necesario practicar una incisión previa. En un estudio llevado a cabo en Sudán, el 15 por ciento de las mujeres entrevistadas informaron de que fue necesario practicarles la incisión para hacer posible la penetración. Algunas recién casadas sufren graves heridas a causa de incisiones mal realizadas por sus esposos. Un problema adicional que pueden ocasionar todos los tipos de mutilación genital femenina es que la herida duradera que se produce en la zona genital puede aumentar el riesgo de transmisión del VIH durante el contacto sexual.

En el parto, el tejido cicatrizal de las mujeres que han sufrido la excisión puede desgarrarse. A las mujeres sometidas a la infibulación, cuyos genitales apenas disponen de abertura, es necesario practicarles un corte para permitir la salida del niño. Si no hay nadie asistiendo al parto, es posible que se produzcan desgarros perineales u obstrucción del parto. Tras el alumbramiento, a menudo a las mujeres les vuelven a practicar la infibulación para que queden «estrechas» para sus maridos. Las constantes incisiones y suturas de los genitales de una mujer con cada nacimiento pueden provocar la formación de un fuerte tejido cicatrizal en la zona de los genitales.

El secreto que rodea la mutilación genital femenina y la protección de quienes la llevan a cabo dificulta la recopilación de datos sobre las complicaciones derivadas de dicha práctica. Cuando surgen problemas, raramente se atribuyen a la persona que realizó la mutilación. Es más probable que se achaquen a la presunta «promiscuidad» de la niña o al hecho de que los padres no llevaran a cabo los sacrificios

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