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Max Weber


Enviado por   •  3 de Junio de 2015  •  2.444 Palabras (10 Páginas)  •  209 Visitas

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-. La ética profesional del protestantismo ascético.

Para poder hacer un estudio profundo de las conductas de las sectas representantes del protestantismo ascético, primero han de estudiarse las características de éstas. Son fundamentalmente cuatro las sectas puritanas que más afectan en la investigación: El calvinismo, sobre todo en los principales países del occidente europeo en el siglo XVII; el pietismo que vio la luz por vez primera en el seno del calvinismo inglés y singularmente del holandés, a fines del siglo XVII, y debido a la acción eficaz de Spencer, se incorporó al luteranismo; el metodismo que surge en la mitad del siglo XVIII dentro de la Iglesia oficial anglicana de la cual se separa al pasar a América y cuya intención era la renovación del espíritu ascético; y las sectas nacidas del movimiento bautizante, ya sea el arminianismo en Holanda y Estados Unidos de carácter erasmítica o partidaria de la soberanía del Estado aún en los asuntos eclesiásticos; o el zuinglinismo que perdió casi toda su importancia y a la cual no nos referiremos en lo sucesivo.

El calvinismo es un sistema teológico que deriva su nombre de Juan Calvino. El calvinismo coincide con el luteranismo en la afirmación de la justificación por la fe de la Escritura como única regla de fe y de la ausencia de libre albedrío tras la Caída. Insiste de manera extraordinaria en la soberanía de Dios, el calvinismo desarrolló desde el inicio una serie de principios encaminados a evitar el poder absoluto y a controlar el ejercicio del poder político. De esta manera se convirtió en una de las líneas de pensamiento especialmente influyentes en la configuración de la democracia moderna.

El pietismo surge como movimiento espiritual en el siglo XVII en el seno del luteranismo alemán. Pretendía renovar la vida eclesial a partir de la oración y el estudio de la Biblia, sin separarse de la Iglesia donde había nacido. La influencia del pietismo pronto superó los límites del luteranismo y así puede apreciarse en los metodistas.

Los metodistas son miembros de las Iglesias más establecidas a partir de 1784 por John Wesley en ruptura con la Iglesia de Inglaterra. Si bien se consideran miembros de la Iglesia universal, no pretenden que su organización eclesial sea de origen divino. Practican el bautismo aunque insisten en la necesidad de la conversión para ser salvos. Históricamente, es decir, en el aspecto que más nos interesa, han enfatizado la necesidad de la evangelización, la obra social y la santidad personal. Actualmente, sus seguidores son muy numerosos, superando los cincuenta millones de personas, sobre todo en Estados Unidos.

El arminianismo fue un sistema que negaba la doble predestinación defendida por Calvino, sostenía que Cristo había muerto por todos y no sólo por los elegidos y defendía que la soberanía de Dios podía ser compatible con el libre albedrío del hombre. Fue condenado en el sínodo calvinista de Dort.

Los bautistas o baptistas conforman una de las confesiones protestantes más numerosas (actualmente unos 40 millones de miembros en todo el mundo). Su origen histórico hay que remontarlo a John Smyth, un inglés exiliado en Amsterdam que, en 1609 comenzó a utilizar el bautismo de los conversos como requisito para pertenecer a una Iglesia local. Smyth estuvo muy influido por los mennonistas, lo que relaciona a los baptistas con la Reforma radical del siglo XVI. En 1612 se fundó en Londres la primera Iglesia baptista inglesa. Durante el siglo XVII defendieron insistentemente la libertad de conciencia y junto con los presbiterianos e independientes llegaron a ser una de las Tres Denominaciones de Disidentes protestantes reconocidos legalmente en Inglaterra. Su teología es de clara orientación evangélica pero con algún énfasis específico como el bautismo de adultos.

Los mennonitas son anabaptistas a los que se ha relacionado con Menno Simons. Junto con los cuáqueros y Hermanos constituyen una de las tres Iglesias históricas de paz. Su teología es protestante pero se niegan a pronunciar juramentos y a participar en la guerra o servir en el ejército. Su número se acerca en todo el mundo al millón de personas.

Los cuáqueros han aportado consistencia humanitaria en la práctica totalidad de conflictos armados que se han producido a lo largo del siglo XX, habiendo recibido organizaciones cuáqueras el Premio Nobel de la paz en dos ocasiones. Surgen en la primera mitad del siglo XVII, defienden la necesidad de una relación personal con Dios. Imbuidos de un biblicismo radical, se negaron a participar en el ejército, pagar diezmos o jurar. Durante el siglo XIX, los cuáqueros se vieron muy influidos por el avivamiento evangélico inglés. En el siglo XX, un sector cada vez mayor de cuáqueros ha ido adquiriendo una identidad muy similar a la de las Iglesias evangélicas. Actualmente son una denominación protestante reducida (tres cuartos de millón) pero su influencia histórica ha resultado extraordinaria. A ellos se debe la fundación del primer Estado con tolerancia universal, la reforma de las prisiones, los inicios de la educación elemental, la lucha contra la esclavitud de manera pacífica y notables contribuciones a la literatura de espiritualidad que han trascendido los límites confesionales.

En un primer momento parece obvio prescindir en nuestra consideración tanto de los fundamentos dogmáticos como de las doctrinas éticas para atenernos exclusivamente a la práctica moral, pero esto no es posible pues van en íntima conexión. La primera y más importante idea religiosa que Weber toma en cuenta en su estudio es el calvinismo, por haber sido la determinante de cuantas luchas se llevaron a cabo en torno a la religión y la cultura en los países civilizados más progresivos, desde el punto de vista del capitalismo (Países Bajos, Inglaterra y Francia), durante los siglos XVI y XVII. Su dogma característico es el de la predestinación; Weber se centra en la situación histórica del dogma. Para los seguidores de religiones tan activas, el fenómeno del rendimiento religioso de la redención va unido con la seguridad de tener que agradecerlo todo a la acción exclusiva de un poder objetivo y nada al propio valer.

Para Lutero, los “designios inescrutables” de Dios eran la fuente exclusiva e irracional de la conservación de la gracia, y a medida que se vio impulsada a orientar en sentido realista su política eclesiástica lo fue relegando a un plano cada vez más secundario. Otra creencia consistía en que el mismo Cristo sólo murió por los elegidos, a los que Dios había decidido en la eternidad ofrecer el sacrificio de su vida. Este radical abandono (no llevado a sus últimas consecuencias por el luteranismo)

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