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Moral Democrática.


Enviado por   •  7 de Abril de 2014  •  6.920 Palabras (28 Páginas)  •  349 Visitas

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La formación de sujetos con una moral democrática

Silvia L. Conde* www.psicopedagogía.com

1. Introducción

Uno de los objetivos de la educación básica es proporcionar a los niños herramientas, conocimientos, actitudes, valoraciones y disposiciones éticas que les ayuden a participar de manera democrática y civilizada en su sociedad. Como decía hace años Jaime Torres Bodet, la escuela mexicana aspira a formar mexicanos preparados para la prueba moral de la democracia.

La exigencia de que las escuelas formen sujetos democráticos, conocedores de sus derechos y respetuosos de los derechos de los demás, se ha renovado en los últimos años. Hemos transitado hacia formas más plurales de participación y recientemente hemos celebrado comicios electorales concurridos que configuran un equilibrio democrático en nuestra sociedad, pero sabemos que la democracia no se sostiene solamente con el voto o con una mayor representatividad en los órganos de gobierno, sino que los procedimientos e instituciones democráticas adquieren fuerza cuando los sustenta una base social que actúa, piensa y se relaciona de manera democrática tanto en lo privado como en lo público, y observa un conjunto de disposiciones éticas que la conmina a defender la democracia como el sistema en el cual quiere vivir.

Si bien no le podemos pedir a la escuela que asuma completamente la tarea de formar esta base ciudadana, sí podemos decir que su responsabilidad es ir, por lo menos, a la par de los progresos sociales, políticos y culturales. En este trabajo analizo algunos elementos del proceso de formación de sujetos con una moral democrática. Organizo esta presentación en tres partes: los componentes de una moral democrática, las condiciones escolares que la favorecen y algunas tareas docentes que contribuyen a la formación de estas disposiciones morales. Estas reflexiones son resultado de una investigación cualitativa realizada en escuelas primarias de la Ciudad de México.

2. Qué es la moral democrática

La democracia supone la participación activa de los ciudadanos en las decisiones que afectan su destino. Formar ciudadanos significa formar sujetos que nieguen cualquier condición de súbdito y rechacen relaciones sociales enajenantes. "La vida democrática comporta unos valores morales sin los cuales pierde su sentido y hasta bloquea su dinámica" (Pérez Tapias, 1996: 26) ; sin embargo, ¿cuál es la moral que debemos tener los ciudadanos para que funcione una sociedad democrática? Aunque no hay consenso universal que sustente lo que debería ser esta moral democrática o cívica (Cortina, 1995) podríamos decir que se caracteriza por un conjunto de nociones y representaciones sociales (Delval, 1989), habilidades como el diálogo, la capacidad empática, la autorregulación o la autonomía (Kohlberg, 1992; Piaget, 1973; Puig y Martínez, 1995)' y principios definidos a lo largo de la historia como la búsqueda de igualdad, justicia, fraternidad, paz, legalidad, verdad y libertad para todos, así como disposiciones éticas para la tolerancia, la pluralidad, la autolimitación, la cooperación, el respeto, el diálogo y la responsabilidad (Camps, 1993: 27; Salazar y Woldenberg, 1995: 48).

Las personas se forman como sujetos democráticos al vivir en un contexto sociocultural pleno de experiencias cotidianas e interacciones congruentes con los principios de la democracia (Magendzo, 1996: 79). En las escuelas, el aprendizaje de la democracia incluye la comprensión de ciertos contenidos relacionados con la ley, el gobierno, los derechos y la procuración de justicia, pero es especialmente importante considerar que la formación de sujetos democráticos tiene un fuerte vínculo con el desarrollo de la moralidad, ya que "la educación moral debe tener lugar en un contexto social y político llamado democracia" (Hersh y otros, 1979:19). Por ello, en el desarrollo de la moral democrática en la escuela intervienen por lo menos los siguientes procesos de aprendizaje:

• El fortalecimiento de hábitos democráticos como el voto;

• la capacidad de manejar y resolver conflictos de manera no violenta y a través de los canales legales y legítimos;

• el aprendizaje del servicio, la toma de conciencia de la sociedad civil, el compromiso comunitario y la responsabilidad cívica;

• disposiciones subjetivas y éticas como la autoestima, la autorregulación, la responsabilidad, la honestidad, la franqueza, el respeto, la confianza en los compañeros, la solidaridad, la primacía del bien común sobre el bien individual;

• habilidades para analizar la realidad, reflexionar sobre sí mismos, precisar lo que se quiere conseguir y resolver problemas complejos;

• saber participar a través de los canales y las formas legalmente establecidas;

• capacidades de argumentación, diálogo, escucha activa, construcción de consensos y toma de decisiones; y,

• desarrollo de la perspectiva del otro,, la capacidad empática y el sentido de justicia como condiciones de la autonomía.

3. Condiciones escolares que favorecen el desarrollo de una moral democrática

Las escuelas son un espacio privilegiado para formar en los niños y jóvenes disposiciones morales para participar en la vida democrática de su país. Sin pretender prescribir lo que la escuela debe hacer, expongo algunas prácticas escolares que he encontrado en algunas escuelas y que parecen favorecer este desarrollo moral al crear un contexto educativo que propicie la participación, en la toma de decisiones, el autogobierno y la co-gestión, la resolución no violenta de conflictos, la construcción de consensos y la formación de sujetos de derecho con una moral democrática caracterizada por el pluralismo, la tolerancia, la justicia, la responsabilidad, el respeto y la libertad.

• Organizar la escuela como República a través de un Gobierno Escolar (Torres, 1994), de tal manera que los alumnos cuenten con órganos de representación a nivel escolar, voten por sus representantes, realicen campañas, informen sobre su gestión, etcétera.

• Propiciar una "práctica pedagógica democrática" (Salazar y otros, 1995: iv) y el autogobierno al interior de las aulas a partir de la participación de los alumnos en la toma de decisiones, en la conducción de su aprendizaje así como en el establecimiento de la autodisciplina, autogestión y la co-gestión (Lapassade, 1986; Ludojoski, 1986: Neill, 1973).

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