Movimientos Sociales
Carmen08099623 de Abril de 2013
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¿Qué son los movimientos sociales? »
Pedro Ibarra:
Anuario de Movimientos sociales. Una mirada sobre la red. Elena Grau y Pedro Ibarra (coord.). Icaria Editorial y Getiko Fundazioa. Barcelona, 2000.
¿Qué son los movimientos sociales? Pags. 9-26.
Introducción
Este es un anuario de movimientos sociales; y de movimientos sociales muy concretos (en algunos casos de específicas y limitadas experiencias “movimientistas”). Por ello parece obligado abrir la descripción y valoración de estos movimientos con algunas reflexiones generales sobre los movimientos sociales, ¿qué son los movimientos? ¿por qué surgen? ¿cómo evolucionan?, ¿cómo se diferencian de otras formas de acción colectiva? Parece positivo que el lector tenga claro de antemano sobre qué vamos a hablar; sepa que los movimientos sociales son una determinada forma (no una forma cualquiera) de juntarse un grupo o un montón de personas y reclamar lo que ellos creen que son sus derechos. Este es un anuario sobre movimientos sociales y como estos movimientos a veces se parecen demasiado (a veces son idénticos) a otras formas de reivindicar conjuntamente cosas o derechos o lo que sea, conviene ser algo más preciso; conviene hacer una reflexión de conjunto.
Mejor que definir a priori qué es un movimiento, parecería más útil llegar a una descripción de los movimientos a partir de reflexionar sobre qué es lo que los movimientos tratan de suplir, qué carencias, qué frustraciones, qué negaciones hacen surgir un movimiento social.
Un movimiento social es una forma de acción colectiva, y la existencia de una acción colectiva implica la preexistencia de un conflicto, de una tensión que trata de resolver –haciéndolo visible, dándole dimensiones- esa acción colectiva. Pero – importante llamada de atención- no cualquier conflicto desemboca en una acción colectiva que toma la forma de un movimiento social.
1. Un movimiento social surge porque existen tensiones estructurales (las estructura del trabajo o las familiares o las urbanas), que generan vulneración de intereses muy concretos, muy visibles, muy sentidos; muy vividos a veces. Así pues, surgen por carencias o fracturas estructurales (que, dicho sea de paso, siempre existirán).
2. Un movimiento social surge porque otras formas preexistentes -organizaciones- de solucionar ese conflicto no pueden llegar a él, no saben llegar a él o no quieren llegar a él. Surge, pues, porque existen carencias organizativas.
3. Un movimiento social surge además porque a la gente –a determinada gente- no le gusta cómo se vive (cómo viven ellos) en general y cómo se vive la resolución de esa injusticia, de esa negación de intereses colectivos (pero muy cercanos) en
particular. Preferiría vivir/relacionarse con los otros de otra forma y preferiría solucionar esos problemas colectivos de la misma manera que le gustaría vivir.
Creen que los problemas, a favor de cuya solución ha decidido movilizarse, deben solucionarse de forma participativa, igualitaria y cooperativa, y por tanto buscarán organizarse, moverse de forma solidaria, participativa para solucionar esos problemas. Así, prefiguran en su acción colectiva el mundo (o una parte del mundo) que tratan de establecer. Así, un movimiento es una respuesta a carencias valorativas, ideológicas.
La anterior reflexión implica dos cosas:
Un movimiento busca y practica una identidad colectiva, es decir un movimiento supone que determinada gente quiere vivir conjuntamente una distinta forma de ver, estar y actuar en el mundo. Ciertamente la intensidad de esta vivencia puede ser muy débil, pero la misma debe existir para poder hablar de un movimiento social. Un movimiento social no puede ser –no es- una oficina donde la gente arregla sus problemas individuales. Debe existir un mínimo de compartir un sentido, una común forma de interpretar y vivir la realidad.
Un movimiento surge –asume esta respuesta a las carencias valorativo/ideológicas y las responde de esta forma identitaria, alternativa a las formas convencionales/dominantes de adaptarse al mundo –porque existen redes solidarias preexistentes, porque existen personas con experiencia solidaria o porque existen personas con memoria solidaria, con memoria/ideología de que es posible hacer y ver las cosas de forma diferente.
Las condiciones y contextos del surgimiento
En síntesis, un movimiento empieza y se consolida porque hay gente dispuesta a ello, porque esa gente tiene una forma especial de ver la realidad y de querer transformarla y porque hay condiciones para su puesta en marcha. Veamos todo ello con más detalle.
Del descontento a la acción
Se trata de ver por qué determinadas personas eligen la “forma” movimiento social para reclamar sus derechos y no otra forma, como por ejemplo un grupo de presión o un partido político. Se trata de ver por qué, en ocasiones, algunos conflictos se presentan a través de los movimientos sociales y cuáles son los contextos favorables que posibilitan que se ponga en marcha y permanezcan esos movimientos.
Un individuo puede tomar la decisión de participar sólo en la medida en que se sienta inmerso, en la medida que viva como suyos, una serie marcos culturales de acción colectiva; participar de este sistema de creencias no implica, por sí mismo, la opción por al participación en el movimiento. Pero no “estar” en ese sistema de creencias hace impensable una decisión dirigida a participar en él.
Un marco de acción colectiva es un conjunto de creencias y construcciones de sentido que inspiran y legitiman las acciones y campañas de los movimientos sociales. El proceso de elaboración de estos marcos es doble. Por un lado hay un proceso de “objetivación” de marcos colectivos y por otro lado, otro proceso de construcción de marcos individuales o grupales a partir de la apropiación y reelaboración de esos marcos colectivos. El individuo marcado por el desasosiego que potencialmente le conduce a actuar, se adhiere (poniendo también de su parte) a ese sistema de creencias referido a la acción colectiva; sistema que se ha sedimentado en la sociedad como una especie de guía otorgadora de sentido, de racionalidad, a los desasosiegos individuales.
Los tres rasgos que conforman esos marcos, potencialmente impulsores de una decisión de movilización, son los siguientes. Sentimiento de que algo injusto está ocurriendo y de que hay alguien culpable de esa injusticia; sentimiento de que esa injusticia recae sobre un colectivo con el que el individuo se siente solidario, de que existe un “nosotros”, una identidad colectiva, violada por esos “otros” culpables; y finalmente, sentimiento de que es posible, en una movilización colectiva, vencer – juntos- esa injusticia. Y por lo que se refiere al primer rasgo –el sentimiento de injusticia con sus correspondientes culpables- éste surge a partir de otras tres posibles circunstancias. Viven de una desigualdad ilegítima grupal, daños o agravios colectivos inesperados y violación de valores o creencias compartidos. En determinadas circunstancias este descontento, debida y colectivamente enmarcado, se transforma en acción. ¿Cuándo?
El conjunto de incentivos que pueden determinar que un individuo pase del descontento a la acción, podemos dividirlos en dos grandes grupos. Colectivos y selectivos. En el primero, el individuo se ha convencido de que se participación en el movimiento es necesaria para lograr esos bienes colectivos que a él le parecen relevantes y por los que lucha el movimiento. En el segundo, el individuo decide participar porque el movimiento le ofrece, al margen de poder obtener unos bienes colectivos, unas particulares ventajas. Ventajas materiales –como uso de determinados locales sólo para miembros-, o sociales, como sentirse reconocido por aquellos a los que quiere o admira (o sentirse reconocido, sin más, por alguien).
Por lo que se refiere a la decisión participativa basada en los intereses colectivos creo que ésta se sitúa fuera del estricto cálculo de costes y beneficios que tiende a conducir a la posición del “gorrón”. Creo, por el contrario, que al margen ahora de la oferta de incentivos selectivos, se decide participar aunque se crea que desde una perspectiva cuantitativa no se incrementan las posibilidades de éxito por esa participación individual. No es cierto que los individuos toman sus decisiones de forma aislada, como si no existiesen otras gentes con las que consulta, con las que vive y comparte la solidaridad, a las que se siente ligado por promesas, por las que se siente presionado; como si no existiesen todos esos factores sociales que hacen que la gente luche junta. Precisamente porque la gente es consciente del riesgo de que nunca se obtendría un bien colectivo si demasiados optasen por ser unos “gorrones”, precisamente por eso eligen participar en un movimiento social y tratan de asegurarse de que otros también lo hacen.
Perfil del activista
Lo que nos interesa ahora es resaltar que el individuo que tiene esa clase de intereses “gratuitamente” colectivos, es un individuo proclive a incorporarse o fundar un movimiento social, un individuo que presenta el perfil del participante de movimientos sociales. Ese individuo que siente solidariamente la injusticia y que cree que a través de una movilización colectiva y solidaria es posible eliminarla (y que además tiende a creer que es la única forma posible de hacerlo) es un individuo que tiene una sensibilidad social más activada. Y ese “plus social” puede obedecer a diversas causas. Deficiente socialización integradora en el Sistema o socialización
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