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Máximas De La Sabiduria De Ptahhotep

valarcon25 de Abril de 2014

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CHRISTIAN JACQ

LAS MÁXIMAS DE PTAHHOTEP

El libro de la sabiduría egipcia

ARCA DE SABIDURÍA

A un sabio, Franeois Brunier,

partido viviente en los bellos

caminos de Occidente.

Título del original:

L'ENSEIGNEMENT DU SAGE ÉGYPTIEN PTAHHOTEP

Traducido por: MANUEL ALGORA

Director de la colección: SEBASTIAN VÁZQUEZ JIMÉNEZ

© 1993. Editions La Maison de Vie.

© 1999. De la traducción. Editorial Edaf', S. A.

© 1999. Editorial EDAF, S. A. Jorge Juan, 30. Madrid.

Dirección en Internet: http://\v\v\v.arrakis.es/~edaf

Correo electrónico: edar@arrakis.es

Para la edición en español por acuerdo con Editions La Maison

de Vie, Fuveau, Francia.

.

Depósito Legal: M. 45.673-1998 I.S.R.N.: 84-414-0491-7

PRINTED IN SPAIN IMPRESO EN ESPAÑA

Gráficas COFAS, S. A. - Pol. Ind. Prado Rcgordoño - Móstoles (Madrid)

Indice

INTRODUCCIÓN

• El libro más antiguo del mundo 5

• Un libro de sabiduría 5

• La transmisión del texto 6

• El redescubrimiento del texto 6

• ¿Quién era Ptahhotep? 7

PRESENTACIÓN DE LA «SABIDURÍA» DE PTAHHOTEP 8

TRADUCCIÓN DE LA ENSEÑANZA

DEL SABIO PTAHHOTEP

PRÓLOGO 16

Las máximas de la palabra cumplida 18

Máxima 1. De la humildad y del descubrimien¬to de la palabra perfecta 19

Máxima 2. Del arte del debate con un superior 20

Máxima 3. Del arte del debate con un igual 21

Máxima 4. Del arte del debate con un interior 21

Máxima 5. Del arte de ser un jefe respetando la regla 22

Máxima 6. De la vanidad de las maniobras hu¬manas 23

Máxima 7. De las maneras a la mesa 24

Máxima 8. Del respeto a la misión confiada 25

Máxima 9. Del necesario silencio del rico, y del dichoso destino de quien no tiene hijos 26

Máxima 10. De la necesidad de poner nuestra confianza en un ser de calidad 27

Máxima 11. De la necesidad de seguir al cora¬zón, y de no desperdiciar la ener¬gía en las tareas materiales 28

Máxima 12. Del comportamiento frente a un hijo espiritual 29

Máxima 13. De la actitud justa en la Corte de Justicia 30

Máxima 14. Del corazón que vuelve dichoso, y del vientre que condena a la des¬gracia 31

Máxima 15. Del arte de comunicar 32

Máxima 16. Del arte de gobernar 33

Máxima 17. De la necesidad de escuchar las pe¬ticiones 34

Máxima 18. Del peligro de la seducción 35

Máxima 19. De la avidez, enfermedad incurable 36

Máxima 20. De la justa actitud hacia la pose¬sión 37

Máxima 21. Del amor y el respeto debidos a la esposa 37

Máxima 22. De la necesidad de satisfacer a nues¬tros familiares 39

Máxima 23. Del rehúse a rumorear 40

Máxima 24. Del buen uso de la palabra 40

Máxima 25. Del verdadero poder y del domi¬nio de uno mismo 41

Máxima 26. De la justa utilización de la ener¬gía 42

Máxima 27. De la energía de un grande 43

Máxima 28. De la necesidad de la imparcialidad 44

Máxima 29. De la indulgencia 44

Máxima 30. Del necesario desapego de los bie¬nes materiales 45

Máxima 31. De la buena actitud hacia un supe¬rior y hacia los vecinos 45

Máxima 32. De la necesidad de evitar a la mu¬jer infantil 46

Máxima 33. Cómo poner a prueba a un amigo y conocer su verdadera naturaleza 47

Máxima 34. De la necesidad de la benevolencia. 48

Máxima 35. De la necesidad de un carácter lú¬cido, firme y cumplido 48

Máxima 36. De la necesidad de castigar y com¬batir el mal 48

Máxima 37. De la fortuna de desposar una mu¬jer alegre 50

EPÍLOGOS

Máxima 38. De la transmisión de la sabiduría, el conocimiento y la rectitud 51

Máxima 39. De la necesidad de la escucha y del entendimiento 53

Máxima 40. Del hijo espiritual 54

Máxima 41. Del ignorante 55

Máxima 42. De los deberes y el destino del hijo espiritual 56

Máxima 43. De la palabra justa 57

Máxima 44. De la palabra justa (continuación). 57

Máxima 45. De la necesaria rectitud de un hijo 58

CONCLUSIÓN DEL TEXTO 59

CONCLUSIÓN 60

BIBLIOGRAFÍA 61

«Los escribas llenos de sabiduría, desde los tiempos Que vinieron después de los dioses,

Y cuyas profecías se realizaron: Sus nombres duran eternamente...

No han proyectado dejar detrás de sí, como herederos,

A hijos de su carne, que conservaran su nombre:

Han puesto por herederos

A los libros y enseñanzas que han escrito.

De los libros han hecho sus sacerdotes,

De la paleta del escriba han hecho su hijo bienamado:

Sus enseñanzas son sus pirámides,

La pluma era su hijo,

La tablilla su esposa...

¿Ha habido un hombre semejante a Ptahhotep?

Los sabios que predecían el porvenir,

Lo que salía de su boca se realizaba.

Se descubre que una cosa es un proverbio,

Y que se encuentra en sus escritos... Incluso cuando han desaparecido,

Su poder mágico alcanza a todos los que leen sus escritos.»

Texto en A. H. Gardiner, Hicratic Papyri in tbe Britisb Museum, p. 38 y ss.

Introducción

El libro más antiguo del mundo

El Egipto antiguo estimaba que todo pensamiento no formulado carecía de realidad; por esta razón los Egipcios edificaron templos, esculpieron y escribieron, a fin de encarnar sus percepciones del misterio de la vida. Nada fue dejado al azar, ya que el vehículo de esta formulación fue una lengua sagrada, los jeroglífi¬cos, cuyo nombre egipcio es medon neter, «las palabras de Dios». Medou, «palabra» significa también «bastón»; dicho de otro modo: los jeroglíficos son los bastones que ayudan al hombre a caminar sobre el sendero del conocimiento.

Como Champollion, genial descifrador, ya percibiera, todo es jeroglífico en Egipto, trátese de un pequeño signo dibujado por la mano de un escriba sobre un papiro, o de una de gigantesca pirámide. Esta última, en efecto, es un signo que podemos leer (1) y que es sinónimo de «amor», de «canal (por el que pasa la energía)». Toda aproximación al Egipto faraónico pasa, pues, por un pensamiento jeroglífico, consistente en buscar el sentido de lo que observamos, y en encaminar nuestros pasos tras los de los sabios, con humildad, respeto y deseo de comprender «en el corazón» lo esencial de su mensaje.

Este mensaje fue trascrito desde el Imperio Anti¬guo (hacia el 2640-2040 a. de C), edad de oro de las pirámides, tanto en la arquitectura como en los escri¬tos; los textos de esta época son de una importancia considerable, como es el caso con los Textos de las pirá¬mides, fundamento de la espiritualidad egipcia, consa¬grados a la resurrección y a la vida eterna del Faraón, el cuál contiene en sí el ser de Egipto y su más allá.

Entre estos textos figura un conjunto de máximas, recogidas en un todo coherente, y firmadas por Ptahhotep; cuando el egiptólogo Francois Chabas estudió esta obra, la calificó de «el libro más antiguo del mundo». Las Máximas de Ptahhotep, redactadas hace más de cuatro mil años, no han perdido nada, como veremos, de su actualidad, y siguen siendo una guía excepcional para alcanzar una forma de plenitud y de sabiduría.

Un libro de sabiduría

La obra de Ptahhotep pertenece a un género litera¬rio que porta el nombre de sebayt, «sabiduría», «ense¬ñanza». El Faraón, hombre de conocimiento, tiene el deber de redactar una «sabiduría» para su sucesor, a fin de facilitar su tarea y evitarle errores; grandes pen¬sadores, que son siempre hombres de experiencia y con los pies en la tierra, y no intelectuales encerrados en las teorías y los análisis de lo real, comparten el mis¬mo deber.

El objetivo de las «sabidurías» es el de abrir el espí¬ritu del lector, mantenerlo por el camino de la rectitud, formar su inteligencia y su sensibilidad, a fin de que permanezca en armonía con Maat, la Regla eterna, cohesión del universo, de donde derivan la coherencia social y el equilibrio individual, si un faraón reina correctamente, y si los hombres adoptan lo sagrado como valor primero. Sin respeto de Maat, orden lumi¬noso e intemporal, que es anterior a la especie humana y la sobrevivirá, ninguna civilización puede conocer la dicha. No tener en cuenta a Maat, traicionarla, igno¬rarla, es ir hacia el mal, la guerra, el desorden y las tinie¬blas. En este sentido, las Máximas de Ptahhotep debe¬rían ser un libro leído y releído en todas las escuelas, pues esta enseñanza inspira y acompaña a toda una existencia.

Se puede considerar este texto como un verdadero Tao egipcio. Si el Tao del chino Lao Tse es una joya de la sabiduría extremo-oriental, cuya profundidad ha descubierto Occidente

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