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NARCOTRAFICO

Cynthia15965 de Septiembre de 2013

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Narcotráfico: causas remotas y causas actuales

Si bien es cierto, la hoja de coca tiene un uso tradicional en el Perú desde hace unos 2.000 años, durante el virreinato español hubo una posición ambigua al respecto: mientras se intentaba erradicarla en el actual territorio de Ecuador, era usada en Perú y Bolivia, como medio de pago a los trabajadores mineros y agrícolas, quienes la consumían para soportar el riguroso clima, la accidentada geografía y las duras condiciones laborales que padecían.

Esta situación se prolongó durante la época republicana y en ciertas regiones, hasta hace unos 45 años, circunstancia que explica en parte, una actitudcontroversial de la población tradicionalmente usuaria de la hoja de coca, frente al posterior empleo que se le dio a esa planta, como insumo básico para la producción de cocaína, luego contrabandeada por las mafias del narcotráfico.

En etapa más reciente, el escenario se complicó para el Perú, debido a la alianza con el narcotráfico forjada en la década del noventa, por gruposterroristas como Sendero Luminoso (SL) y el MRTA; que todavía mantiene SL brindando protección a los narcotraficantes, a cambio de financiamiento y provisión de recursos logísticos, para los casi 500 efectivos que conformarían su golpeada organización, según el informe "Estrategia nacional para el control de drogas", emitido en marzo del 2004, por el Gobierno de EE.UU.

La población campesina involucrada

Estadísticas del independiente "Centro de información y educación para la prevención del abuso de drogas" (Cedro) y la estatal "Comisión nacional para el desarrollo y vida sin drogas" (Devida), revelan que hasta el año 2003, existían unos 20.700 campesinos cocaleros, pertenecientes a núcleos familiares de 5 a 6 personas en promedio.

Es decir, unos 124.200 peruanos dependen del cultivo de la hoja de coca para su sustento, situados mayormente en los valles del Alto Huallaga, y el Valle del Río Apurímac-Ene (VRAE) entre los departamentos de Ayacucho, Cusco y Apurímac, donde se aglutina la más fuerte actividad de las once "cuencas cocaleras" del país: Marañón, Monzón, Apurimac, Putumayo, Huallaga, Aguaytía, Pachitea, Ucayali, Urubamba, Tambopata y últimamente, San Gabán.

Consumidores de drogas

En cuanto a la demanda de drogas, esta exhibe una tendencia creciente; el "Estudio epidemiológico sobre uso de drogas en el Perú", efectuado en el 2003 por Cedro, en 7 ciudades de las 3 regiones naturales del país, indica que uno de cada 10 pobladores ha probado marihuana; el uso de pasta básica de cocaína alcanzó al 4.1% y los consumidores de cocaína llegan al 3.9% de la población entre 12 y 64 años; habiéndose detectado por primera vez, un reducido empleo de heroína.

Una pesquisa de Devida -en similar período- arroja datos más concretos:

213.608 peruanos entre 12 y 64 años fumaron marihuana; frente a 81.782 entrevistados que aceptó haber consumido cocaína y una cifra casi igual (81.743), pasta básica de cocaína; en relación a drogas sintéticas como el éxtasis, se pudo registrar a 12.617 usuarios. Sobre el particular, un dato adicional: en el Perú se vende la droga de peor calidad -que es la más dañina- pues la de alta pureza es "exportada".

Perú: segundo productor de cocaína del mundo

Otra encuesta en octubre de 2004, del oficial "Instituto nacional de estadística e informática" (lNEI) y del privado "Instituto de estudios peruanos", entre 8.000 familias del Perú, concluye que 7.500 toneladas de hojas de coca al año, son para el consumo legal, frente al cálculo anterior de 9.000 toneladas; además hay un serio problema en la comercialización de las hojas de coca, por la "Empresa nacional de la coca" (ENACO), que sólo puede comprar 3.000 toneladas al año; ello implica, que casi 2/3 del consumo tradicional circule fuera del ámbito legal de ENACO.

El sondeo del INEI, descubre que de los 27 millones de peruanos, cuatro consumen hoja de coca en forma tradicional o eventual, masticándola como energizante al mezclarla con cal y ceniza, una costumbre desde la época PRE incaica (acto de chacchado, en quechua); de esa cantidad, unos dos millones la usan en ritos ancestrales, festividades, velorios o curaciones y casi un millón en mates e infusiones.

A su turno, DEVIDA dice que hasta el 2003, en el Perú se cultivaron unas 42.250 hectáreas de hoja de coca, que producen 52.700 toneladas de hoja de coca; de ese volumen, 43.700 toneladas van al narcotráfico. De todas maneras, estas cifras se mantienen bajas ante las de 1994, cuando el Perú encabezaba la lista negra de proveedores de cocaína del mundo, debido a las 108.000 hectáreas de coca sembradas.

Pese a los grandes esfuerzos del Estado peruano para luchar contra el flagelo del narcotráfico, en el Perú se producen todavía unas 140 toneladas de cocaína pura al año, que se traducen en 120 toneladas disponibles para la exportación ilegal, una vez que se restan el consumo interno y 9 toneladas que en promedio decomisan las fuerzas del orden. Por lo tanto, el Perú continúa siendo el segundo productor mundial de cocaína, después de Colombia con 440 toneladas y en tercer lugar se ubica Bolivia, con 60 toneladas de cocaína anuales.

Varias investigaciones confirman que la cocaína de Perú, se "exporta" a través de tres vectores casi equivalentes: por Bolivia hacia Brasil, Argentina y Chile; mientras por los puertos de la costa peruana se envía droga hacia México, EE.UU. y Europa; asimismo, la vasta región amazónica peruana, facilita el contrabando de droga por las fronteras con Colombia, Brasil y Ecuador, cruzando para ello, los ríos selváticos y el amplio espacio aéreo.

Cultivos alternativos a la coca: horizonte lejano

Con visión optimista, el gobierno peruano destaca que el "Programa nacional de desarrollo alternativo", ha beneficiado a 28.000 familias campesinas, con 110 aulas de escuela, 176 postas médicas, 131 locales comunales, 91 sistemas de agua potable, 17 proyectos de electrificación, 37 puentes y 89 caminos construidos; simultáneamente, desde 1995 hasta el 2003, se habría acrecentado la producción y mercadeo de 32.000 hectáreas de cultivos lícitos: café, cacao, piña, palmito, maíz, arroz, algodón, camu camu, barbasco, entre otros.

Toda vez que el narcotráfico -junto al terrorismo y la pobreza- es percibido como una amenaza para la seguridad y estabilidad, concita la atención de la comunidad internacional; en ese contexto, el Perú recibe apoyo para la lucha antinarcóticos y el desarrollo alternativo, principalmente de EE.UU., que impulsa proyectos de inversión por 300 millones de dólares hasta el 2006; pero también cooperan: España, Japón, Italia, Alemania; la ONU y OEA; la Comunidad Andina, Unión Europea, Banco Mundial y el BID.

Empero, sería un error fatal del gobierno peruano y de la comunidad internacional, desconocer que los recursos asignados desde el exterior y aun los que destina el Perú, son claramente insuficientes para consolidar una economía legal sostenible, tendiente a desplazar de manera eficaz a la narco-economía que impera en las regiones cocaleras, no sólo por la codicia frente al dinero del narcotráfico, sino también por la aguda pobreza ymarginalidad de amplios sectores de la población, los cuales no encuentran otro medio de subsistencia, que sembrar hoja de coca.

Por consiguiente, el desarrollo alternativo será viable, cuando exista una estrategia multinacional y multilateral, que promueva de manera sistemática, suficientes mercados para los diversos productos sustitutos de las plantaciones de coca; en cambio, una represión generalizada contra los campesinos cocaleros, puede desembocar en una mayor convulsión social ylo fortalecer opciones político-campesinas, capaces de derrocar a gobiernos democráticos pero ineptos, como sucedió en Bolivia y Ecuador.

Nuevos cultivos ilegales

Desde 1999, los sembríos de amapola -unas 1.600 hectáreas-, que sirven como materia prima para fabricar heroína, muestran un crecimiento y expansión, encontrándose especialmente en los Departamentos de: Amazonas, Huanuco, Apurímac, Cajamarca y en la sierra de Piura y Lima.

Resulta, que en respuesta a los severos programas de erradicación en su país, los narcotraficantes colombianos han promovido la siembra de amapola en el Perú, proporcionando semillas, asistencia técnica y préstamos en efectivo a los campesinos. Inclusive, la Dirección antidrogas de la Policía Nacional (DIRANDRO), descubrió algunos laboratorios de heroína, en el Norte y en la selva del Perú.

Igualmente, en San Gabán - Puno, 730 kilómetros al Sudeste de Lima, cerca de la frontera con Bolivia, hay unas 3.500 hectáreas de hojas de coca frente a las 400 hectáreas del año 2003. Ahí la coca es nueva y han deforestado para sembrarla. Un operativo policial en octubre de 2004, comprobó que campesinos migrantes llegados a esa zona con "tecnología de punta", son auspiciados por narcotraficantes de Colombia, México y Brasil, para que amplíen los sembríos ilegales.

Pero el asunto es más alarmante: en San Gabán, las fuerzas del orden confiscaron pasta básica de cocaína e insumos, y destruyeron "pozas de maceración" para su elaboración; corroborando a la vez, que para incentivar el cultivo, el precio de la arroba (11.5 kilos) de hoja de coca, es de 45 dólares, mientras que en ciertos valles cocaleros del Huallaga (principal zona productora), es de 35 dólares.

Cabe precisar, que el Ejecutivo peruano se ha fijado una meta nacional de erradicación para el 2004, de 12 mil hectáreas

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