PROBLEMÁTICA AMBIENTAL EN LOS ESPACIOS PÚBLICOS

PROBLEMÁTICA AMBIENTAL EN LOS ESPACIOS PÚBLICOS

El ambiente urbano es considerado como una forma peculiar de la relación con la sociedad-naturaleza. Es así que una sociedad ocupa un territorio e interactúa con él, imponiéndole transformaciones irrevertibles al habilitarlo, por lo que se convertiría en un sistema complejo de definirlo.

Sin embargo, si podríamos definir al espacio público, como aquel que da identidad y carácter a la ciudad, el que permite reconocerla y vivirla en sus sitios urbanos; ya sean naturales, culturales y patrimoniales.

El espacio público constituye a su vez, un lugar de encuentro, de desarrollo de identidad y de pertenencia en todas las escalas —barrio, ciudad, región y país—, así como de expresión de diversidad cultural, generacional y social.

En esta oportunidad el objeto de estudio es el espacio público y la problemática ambiental que está afectando a las ciudades y a los usuarios que habitan en cada una de ellas.

Es así entonces, que el propósito de este artículo es concientizar a nuestros gobernantes desde el ámbito político e intercambiar ideas con los ciudadanos de a pie; tomando decisiones a corto plazo sobre la problemática ambiental, producido por el hombre y, que a la vez, está invadiendo nuestras ciudades dando una mala imagen como distrito.

Según Segovia y Jordán , en las últimas décadas se ha presenciado una transformación gradual de las ciudades y de los espacios de nuestra cotidianeidad, como resultado de una serie de recientes fenómenos económicos, sociales, culturales y tecnológicos.

Por otro lado Perahia nos dice que, el espacio público está en la esencia de lo urbano, desde la antigüedad hasta nuestros días es el espacio del encuentro y el intercambio, enriquece las prácticas urbanas y alienta la participación de los ciudadanos y su interés por las cuestiones comunitarias. Una ciudad sin plazas, ni parques, ni espacios para el encuentro casual, no solo sería pobre ambientalmente sino también en los aspectos socio urbanísticos.

Es así que la CIUDAD se define como el lugar donde la política y diseño se dan la mano, aunque muchas veces parecemos no ser conscientes de las implicaciones que conllevan desarrollos urbanos pensados en un contexto y con un fin determinado.

Siendo estos conceptos necesarios para reivindicar nuestros pensamientos, necesidades e inquietudes, como futuros arquitectos y arquitectas lanzo la siguiente interrogante: ¿Chimbote cuenta con espacios vitales y con un plan ambiental?

Pues bien la historia de la ciudad es el espacio público. Las relaciones entre los habitantes y entre el poder y la ciudadanía se materializan, se expresan en la conformación de las calles, las plazas, los parques, los lugares de encuentro ciudadano y en los monumentos.

Es decir el espacio público es a un tiempo el espacio del urbanismo, de la cultura urbana, de la ciudadanía; es por eso que no habrá integración social sin espacio público.

De esta manera para que un espacio sea vital, y la ciudad esté activa y, por consiguiente funcione bien, tienen que tener estas cuatro características: Identidad, participación colectiva, apropiación, y armonía.

La identidad supone compartir la pertenencia a un conjunto social diferente. Es decir los habitantes del barrio están unidos por la proximidad, los afectos recíprocos, el territorio compartido, los símbolos locales, la historia del lugar y las problemáticas y proyectos en común. Estas relaciones despiertan solidaridades, descubren afinidades y generan acciones en común.

Ésta primera tiene mucho que ver con el sentimiento de patria y ciudad.

Fundamentando este primer valor, podemos decir que Chimbote no cuenta con estas características, ya que sus propios ciudadanos no tienen este sentimiento de cercanía, de cultura, por muchos factores: entre ellos el factor económico; muchos de ellos no conocen su bahía, los sitios de mayor envergadura, el cerro de la Paz, entre otros; otro factor es el social puesto que Chimbote no cuenta con centros culturales, salas de exposiciones, que generen el intercambio colectivo intelectual y cultural.

La segunda característica es la participación, la cual implica, la inclusión del habitante, su tiempo y su persona en la vida comunitaria. Contiene la energía que motoriza las actividades colectivas, que emana del sentimiento de comunidad y de compartir necesidades y proyectos.

Como tercera

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