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Papel de Estado en la economía

Heen OCEnsayo20 de Octubre de 2015

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Papel del Estado en la economía.

Durante la última época es claro el interés cada vez más incipiente de los gobiernos por participar en el proceso económico. La intervención del Estado en el sistema económico ha tenido lugar prácticamente desde la organización social de éste (antigua Grecia…Edad Media, etc.). Sin embargo, la economía clásica y los fisiócratas apostaban por el laissez faire, o lo que es lo mismo, la nula intervención del Estado en la economía, solamente garantizando los aspectos necesarios para la subsistencia de la sociedad (asegurar la paz, tanto interior como exterior y garantizando la propiedad). A pesar de esta teoría clásica, el Estado se vio obligado a intervenir durante el siglo XIX, debido al impacto de la industrialización (controlar las pésimas condiciones de trabajo de la clase obrera; limitando el trabajo de niños y horas de trabajo diario, reguló el empleo de las mujeres, se creó la ley de Salud Pública de 1848...).

Con el surgimiento del Estado de Bienestar, la intervención estatal aumentó sobre todo en los seguros sociales y en el mercado de trabajo. Pero sobre todo fue a partir de la Gran Depresión (Crac del 29) y de la II Guerra Mundial cuando la intervención estatal se amplió de manera brutal, el intervencionismo durante épocas de guerra y de depresiones económicas amplio las funciones del Estado, aumentando el gasto público.

Es después de la II Guerra Mundial cuando se generalizó en Europa la convicción de que es el estado el que debe impulsar el crecimiento económico. Por ello durante los años sesenta y setenta se generó un protagonismo creciente del Estado en las actividades industriales de las principales potencias europeas (aparición de las economías mixtas de mercado, en las cuales el Estado aportaba una parte muy importante del PIB).

Durante la transición compleja, con cambios profundos que desembocó en el capitalismo, estos mercados necesitaban unas normas para poder funcionar de manera adecuada, así es como surge la organización estatal como centro de las nuevas relaciones entre las clases y grupos sociales.

La función más importante del estado no es la rentabilidad, sino crear unas condiciones que garanticen una infraestructura básica y la producción de bienes públicos. La principal diferencia entre el sector público (estado) y el privado es que mientras que, para todas las empresas del sector privado, el principal motivo de su existencia es la rentabilidad, para el sector público no.

Para el sector privado es muy fácil determinar sus objetivos, pero para el público es muy complicado puesto que los criterios de agregación de preferencias individuales causa serios problemas, lo que genera un conflicto de preferencias. El sector privado tiene que enfrentarse a muchas restricciones para poder desarrollar su actividad económica, basadas sobre todo en la libertad de los agentes. La recogida de información para poder desarrollar sus objetivos del sector privado es mucho más sencilla que la del sector público, puesto que basta con fijarse en las variables precios y cantidades del producto; mientras que la recogida de información del sector público para poder realizar la toma de decisiones, necesita fijarse en preferencias individuales de cada conjunto de ciudadanos, una información que no es directamente observable.

Y, por último, vemos como el sector público, a diferencia del privado, financia sus actividades mediante pagos coactivos del resto de agentes económicos (impuestos) y favorece el consumo de ciertos bienes (bienes preferentes) y puede hacer obligatorio o incluso impedir o encarecer el consumo de ciertos bienes.

Vemos pues, que la actividad del sector privado es menos compleja que la del sector público en muchos aspectos y todo lo contrario en otros.

Podemos concluir que (según Keynes) para lograr el retorno del equilibrio y mantener una plena ocupación, es necesaria la intervención del Estado, ya que es éste quien puede mantener el nivel del gasto y de la inversión, ya sea controlando las tasas de interés mediante una adecuada política monetaria y crediticia y, ejercitando un control en los tipos de inversión. de este modo el Estado puede intervenir sobre la propensión al consumo aumentando el poder de compra de los sectores más pobres, a través de pensiones y subsidios, o bien, a través de una política impositiva que favorezca los ingresos mínimos.

Uno de los temas más controvertidos sobre la intervención económica del sector público es su relación con el crecimiento económico. el modelo neoclásico de crecimiento económico considera que el nivel de ingresos y gastos públicos tiene un impacto directo sobre el nivel de renta, pero no influye en el crecimiento a largo plazo de la economía. Sin embargo, la literatura reciente sobre el crecimiento ha comenzado un debate sobre estas relaciones y, en algunos trabajos se observa la evidencia sobre el freno del crecimiento económico que provoca la presencia de un sector público muy desarrollado.

Por todo ello muchos autores consideran que el crecimiento del gasto público, provocado sobre todo por la expansión de los programas de protección social, ha supuesto un freno para el crecimiento de los países europeos. Por supuesto también hay argumentos en la dirección contraria defendiendo los gastos sociales como principales creadores de crecimiento económico. Desde mi punto de vista, ninguna de las dos afirmaciones es cierta al 100% puesto que, es obvio que la inversión en educación y sanidad, creará una capacidad incipiente de crecimiento económico. Sin embargo, por el lado de los impuestos, un elevado nivel de presión fiscal puede provocar un menor crecimiento a largo plazo.

Este tema en concreto es un tema ávido de debate sobre todo desde la crisis de las economías occidentales; ¿qué papel deben jugar las políticas fiscales?

Es una cuestión muy ambigua por lo que la respuesta concreta es imposible de dar. Aunque sí que podemos ver la evidencia de que el crecimiento económico es imprescindible para garantizar la sostenibilidad de las políticas de gasto público, principalmente las vinculadas a las prestaciones sociales.

Desde el fin de la II Guerra Mundial y hasta la actualidad, ha tenido lugar una integración económica y comercial a nivel mundial. Se trata de un proceso universal, al ser un proceso de integración de los mercados hay que tener en cuenta la existencia de países mejor posicionados que otros. El mercado es el centro de todo el proceso de globalización puesto que rige las relaciones entre países y regiones.

Desde el inicio de la globalización se ha producido una evolución del índice de presión fiscal, la tendencia general es al crecimiento de la economía, pero también ha tenido periodos de estancamiento.

Este hecho supone una clara inversión de la tendencia arrastrada del pasado y puede estar mostrando cómo la globalización y la competencia fiscal hacen que los países acometan cambios no deseados en sus sistemas impositivos obligados por las acciones llevadas a cabo previamente en esta materia por otro país (Tanzi, 2001). El incremento de la presión fiscal está directamente vinculado, sobre todo, a las cotizaciones sociales sobre el total de ingresos.


Papel económico del Estado

Al igual que la mayoría de los países occidentales, España ha visto crecer su sector público tanto en importancia dentro del país como en influencia a lo largo del siglo anterior. Esta característica es compartida por gran parte de los países con economías avanzadas y mixtas, aunque nunca llegando al grado de importancia que podría tener en un país con un sistema comunista. En la actualidad este sistema mixto, donde se satisfacen las necesidades del sector público y en menor medida las del privado, es también conocido como capitalismo moderno, el cual no debe ser confundido con un capitalismo tradicional como el de Estados Unidos.

La creciente influencia del sector público repercute en el resto de agentes económicos, tomando decisiones y estableciendo objetivos, los cuales en ocasiones son difíciles de establecer teniendo en cuenta que el propio sector público desconoce las preferencias de los ciudadanos. Las circunstancias económicas que cambian constantemente, la situación y preferencias sociales o los juicios éticos y morales de la gente suponen una dificultad añadida para concretar los objetivos.

A nivel económico el Estado financia sus actividades por medio de impuestos y es capaz de convertir bienes obligatorios. Un claro ejemplo es España, sistema mixto, donde la seguridad social es de afiliación obligatoria, mientras que en países como Estados Unidos al tratarse de sistemas capitalistas pertenece al sector privado y no público.

El sistema español, y el resto de sistemas mixtos, es una concepción liberal e individualista que se inspira en el contrato social haciendo posible la existencia y la perpetuidad del estado de bienestar gracias a los límites que se imponen. Un claro limite es la soberanía del individuo que queda reflejaba en los derechos de los ciudadanos en la Constitución española y defendida por los principios de libre mercado, que respaldan la idea de que debe ser el individuo quien tome las decisiones para alcanzar mejor sus intereses.

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