Pobreza

Descifrar las causas de la pobreza ha sido uno de los retos más grandes que ha tenido la humanidad. Desde explicaciones teológicas hasta los más avanzados estudios científicos, pretenden desentrañar esta problemática que azota al mundo. En el caso de México, son muchos autores que han dedicado parte de su vida intelectual a aportar la respuesta y la solución. De manera somera, somos un país con una alta concentración de riqueza en pocas manos, con un mercado interno débil, dependiente del exterior, con una tasa baja de crecimiento y peor de productividad. Contamos con un campo debilitado, una dispersión poblacional que ocasiona que un buen porcentaje de mexicanos vivan en regiones altamente marginadas; somos un mosaico cultural, con etnias con altos índices de pobreza. En fin, este es el México del siglo XXI con más de 53 millones de pobres en sus diferentes grados. Se ha comentado en diferentes oportunidades que la realidad mexicana está sobre diagnosticada, y en específico el tema de la pobreza. Es de sobra el comentario en relación a que los últimos años en México se convirtieron en un fábrica de pobres, y que ante la expectativa del bajo crecimiento y lo fallido de las políticas de atención, vemos que la población, conforme crece, ve limitada sus posibilidades de salir de la pobreza intergeneracional a que ha estado condenada. Así, el círculo de pobreza y falta de oportunidades crece y envuelve a millones de mexicanos y mexicanas. De igual forma se advierte que los miles de millones y millones destinados a combatir la pobreza en los últimos años no dieron resultados eficaces, hablando de todos los órdenes de gobierno. El mapa de la pobreza siguió creciendo inexorablemente. Por estas razones, ha sido muy importante para el Gobierno de Enrique Peña Nieto ir a la medula de la problemática para disminuir la pobreza. Por una parte, se ha aceptado que mientras no haya crecimiento económico sostenido, no habrá reducción del número de pobres de la manera que se necesita. Sin mayores ingresos en los hogares ni empleos mejor pagados, la pobreza solo sería paliada. Los programas sociales, sin estar en insertos en la misma dinámica de impulsar la productividad del individuo –democratizarla – a que ha convocado el Presidente, solo sirven para atenuar los efectos, de la misma manera que sin una efectiva coordinación y fijación de objetivos comunes. De tal suerte que este es el trabajo de la actual administración, en ambos caminos, por una parte, el conjunto de reformas estructurales que deberán impulsar el crecimiento y fortalecimiento de la economía, y, por la otra, una nueva política social, en donde se privilegien los derechos sociales del mexicano y su familia, para que entonces se cumpla efectivamente la obligación del Estado de proporcionar esos derechos. Para tal fin, se necesitan herramientas reales como son la Cruzada Nacional contra el Hambre, una seguridad social universal y programas con inclusión productiva. Dentro de esta nueva visión que tiene el Presidente Enrique Peña Nieto, sobresalen dos temas que vendrán a subsanar muchas de las áreas grises de la planeación y forma de ejecutar los programas sociales, por las cuales, mucho del dinero no llega a producir el efecto deseado de disminuir la pobreza. La secretaria Rosario Robles ha anunciado la creación del Sistema Nacional de Programas Sociales, como una forma de unificar, planear, evaluar y dar transparencia a todos aquellos programas que instrumenten Estados, municipios y Federación, evitando duplicidades y homogenizando su operación hacia fines comunes, que no serían otros que los indicadores de la pobreza multidimensional, este compromiso del Pacto por México permitiría avanzar con mayor velocidad en la disminución de las carencias sociales. Así también, se anuncia la implementación de un Padrón universal de Beneficiarios –que ya está en proceso- para que los tres órdenes de gobierno compartan

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