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Políticos o politiqueros


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2015  •  Ensayos  •  2.808 Palabras (12 Páginas)  •  107 Visitas

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¿POLITICOS O POLITIQUEROS?

EL  PERFIL DE UN VERDADERO POLÍTICO  DESDE LA PERPECTIVA DE PLATON

Por: Milagros Paredes Ruiz

Una mirada crítica sobre la propuesta política de Platón bastaría para reconocer a un verdadero gobernante, ya que en la actualidad se ha desvirtuado el perfil del político debido a la indiferencia frente al bien común, al predominio de las apariencias y la falta de contenido, al uso de la frases de cajón para impresionar y a tacar a sus opositores y el cambio de posición rápidamente si ello beneficia sus intereses.

Un candidato, comúnmente es un político de ocasión y no ejerce la política como vocación, sino como empleo para su propia subsistencia. Habla de lo social, de la economía, de promesas y demás no porque sepa de esos temas o quiera ejercer cambios sociales en beneficio de todos, sino porque los copia para impresionar a las masas y ganar adeptos. En el centro resalta su figura egoísta, su sed de poder y sus ambiciones personales, lo que pone por encima de sus propios seguidores.  

Entonces nos preguntaríamos: si la realidad es esta ¿por qué nos dejamos convencer por este tipo de políticos?  La razón quizá sea que el Estado no se ha preocupado por formar en este rubro a los niños, adolecente y jóvenes que son los futuros ciudadanos. En  lugar de ilustrar al pueblo, parece más bien poco interesado en la educación que se les pueda brindar para que tomen conciencia de su elección.

Citando a Platón, los políticos de hoy han sabido aprender muy bien de los Sofistas, puesto que “cada uno de los particulares asalariados a los que esos llaman sofistas...no enseña otra cosa sino los mismos principios que el vulgo expresa en sus reuniones, y esto es a lo que llaman ciencia. Es lo mismo que si el guardián de una criatura grande y poderosa se aprendiera bien sus instintos y humores y supiera por dónde hay que acercársele y por dónde tocarlo y cuándo está más fiero o más manso, y por qué causas y en qué ocasiones suele emitir tal o cual voz y cuáles son, en cambio, las que le apaciguan o irritan cuando las oye a otro; y, una vez enterado de todo ello por la experiencia de una larga familiaridad, considerase esto como una ciencia, y, habiendo compuesto una especie de sistema, se dedicara a la enseñanza ignorando qué hay realmente en esas tendencias y apetitoso de hermoso o de feo, de bueno o de malo, de justo o de injusto, y emplease todos estos términos con arreglo al criterio de la gran bestia, llamando bueno a aquello con que ella goza, y malo lo que a ella molesta". (Rep. VI, 493 a-c)  

La política de estos demagogos no es más que el registro del hecho, el reflejo de las pasiones de la masa, y esta “Gran Masa no tiene ojos  del alma claros para contemplar la divina verdad” (La Rep, 493 a-c), sino que es asimilable por naturaleza, tiene pasiones e intereses pasajeros, es sensible a la adulación, sin constancia en sus amores y odios. Confiarle el poder es aceptar la tiranía de un ser incapaz de la menor reflexión y rigor, porque cuando la masa designa sus magistrados, lo  hace en función de unas competencias que cree haber observado, cualidades oratorias en particular e infiere de ello la capacidad política: este es el gran error de la masas. (La Rep, 493 a-c)

Otras de las razones, podría ser la conveniencia de los ciudadanos para obtener beneficios que ayuden al crecimiento de la comunidad. Tales políticos compran sus votos hablando muy bien de la “inclusión social”, cortina para ocultar sus más oscuros y verdaderas razones de su amabilidad. A esto se refería Platón cuando explicaba que “el tirano  comenzara por lo pronto a vender favores y amistad, y a hacer toda clase de promesas, por ejemplo, perdón por sus deudas y reparto de tierras; después vera la manera de deshacerse de sus enemigos; maquinara guerras para que el pueblo constantemente tenga necesidad  de un jefe y no le queda para pensar en alzarse contra el régimen” (Hirscheberguer , pág. 133). Así pues, la “gratitud” solo les dura hasta que llegan al cargo político que quieran ejercer puesto que luego simplemente se olvidan por completo de la comunidad dando rienda suelta a su egoísmo y ansias de más poder. Tales actos han hecho que de alguna forma la población se acostumbre a esta clase de “políticos” cuando más se asemejan a “politiqueros”, verdaderos demagogos, amantes del sofismo.

Ahora, el mundo necesita políticos de la clase de los hombres de oro (almas especiales) con urgencia. Y para eso, ponemos como ejemplo el político platónico; que, en primer lugar, no desee gobernar. A ello se refiere Platón en su Politeia o diálogo sobre la justicia: “Lo cierto es que el Estado los  que menos anhelan gobernar son quienes han de hacerlo es forzosamente el mejor y el más alejado de disensiones, y lo contrario cabe decir del que tenga gobernantes contrarios a esto” (Ibíd.).

Sin embargo que diferencia tan grande vemos hoy,  los políticos quieren ascender a los cargos gubernamentales para ser reconocidos y obtener algún tipo de fama, para enriquecerse, para pertenecer de alguna forma a un tipo de clase social alta y para saciar sus propias ambiciones, por eso, pedir que un político no quiera gobernar es casi una locura en este tiempo y a pocos les importa gobernar por la deuda de gratitud que tienen con el Estado. Por lo tanto, la comparación ente el político de hoy y el de Platón es un claro ejemplo de cómo se ha desvirtuado por completo el concepto y el valor del porqué de ser gobernantes: este primer requisito es casi improbable de asumir hoy en día.

En segundo lugar, que no tenga propiedad privada. Para Platón el gobernante no debía tener ningún tipo de propiedad privada, ya que no consideraba conveniente que estos se pegaran a las cosas materiales porque podía desvirtuar toda la formación que se les había ejercido desde pequeños. El fin del gobernante era dedicarse tiempo entero al bien de la comunidad mas no debía preocuparse por los bienes materiales que podía poseer  y quizás esta frase explique muy bien la teoría de Platón sobre la propiedad privada: “Los propietarios no pueden gobernar, los que gobiernan no pueden ser propietarios”. Es decir, el pueblo mantenía al gobernante puesto que su vida era exclusivamente orientada al bien de la comunidad  o Estado.

Pero la otra cuestión es: si se le negara la propiedad privada a los políticos, ¿cuántos realmente quisieran ejercer esta profesión? Siendo lo más realista posible creo que ninguno ya que el político actual es egoísta, así que pedirle que renuncie a sus bienes por el bien del estado seria una utopía. Sin embargo,  sería una de las grandes pruebas para saber realmente quién quiere gobernar por el beneficio del estado y no por los bienes materiales que se les puede disponer al ascender al cargo de gobernantes.

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