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Problematicas Contemporaneas


Enviado por   •  29 de Julio de 2014  •  1.841 Palabras (8 Páginas)  •  277 Visitas

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\l "redondo escuela y pobreza entre el desasosiego y la obstinacion

En momentos en que la Argentina registra niveles de pobreza inéditos, se torna imprescindible en el ámbito de la educación historizar las categorías de pobreza, marginalidad y exclusión, y relevar los modos y particularidades de este nuevo mapa económico y social, que supone también nuevas conformaciones subjetivas. Si bien las escuelas pobres no son un fenómeno reciente, su extensión entraña un desafío no sólo para los docentes –quienes se ven confrontados cotidianamente con la aparente alternativa de asistir o enseñar- sino para la comunidad educativa toda, que debe afrontar las consecuencias de una política devastadora y afilar sus instrumentos de análisis y sus estrategias a la hora de pensar una escuela para la Argentina de hoy. Doble desafía también para el investigador. Por un lado, porque exige de éste un profundo conocimiento de campo- y en este sentido, el libro de Patricia Redondo resulta una muestra ejemplar de una docente-investigadora “que conoce el terreno”- y, por otro, porque exige un gran esfuerzo teórico, de originalidad y de ampliación de las categorías de análisis. También en este punto el libro constituye un excelente aporte. Porque apartándose de todo determinismo que supone que a mayor pobreza, mayor empobrecimiento educativo, la investigación recupera el lugar que cada individuo tiene en tanto sujeto deseante, lo que abre itinerarios no previstos. Esos recorridos son rescatados en estas páginas, que recogen los resultados de una investigación realizada en una villa de emergencia del Gran Buenos Aires, un barrio que presenta las características de la nueva marginalidad urbana. La autora registra el trabajo docente, la oscilación entre “enseñar” y “dar amor”, los enunciados pastorales y los sentidos utópicos dispersos, y recorta perfiles de vidas de niños que deambulan entre la calle, la ruta, la escuela y la cárcel. Historias de desamparo, deseos rotos, logros, sacrificios... Historias de niños, padres y maestros que, entre el desasosiego y la obstinación, procuran sin embargo abrir un camino para la escuela actual.

zelmanovich contra el desamparo

Tanto los niños, como los jóvenes y los adultos, nos encontramos igualmente vulnerables, por las condiciones económicas y sociales en que vivimos en la Argentina. Pero, la posibilidad de dar sentido a nuestra tarea como educadores, se hace si hay un “Otro”, que mantiene un grado de integridad para situar en una trama significativa lo que irrumpe en la realidad. Incluso en las condiciones más penosas, los adultos tenemos el recurso, de dar sentido, de poner una pantalla, un velo de intermediación para que los chicos se proyecten como sujetos activos frente a las circunstancias, y no como meros objetos de éstas. Como adultos tenemos la responsabilidad de preservar a los chicos.

Las diferencias entre niños y jóvenes por un lado, y adultos por el otro, no pretende desconocer las responsabilidades diferenciales de los adultos, el Estado, los funcionarios, los docentes y los padres. Pretende incursionar en una zona que contribuya a evitar que los adultos docentes incrementemos el desamparo al que la realidad social y su propia condición de adolescentes los exponen.

Existe una frontera que marca diferencia y los distancia de los adultos, que hace que la relación sea asimétrica necesaria y facilitadora del crecimiento. Distancia que resulta imprescindible reactualizar y ejercitar en tiempos de conmoción social. Reactualizar esa diferencia en su faz de amparo y protección, no de omnipotencia ni de autoritarismo, evitando que los chicos queden librados a su propia suerte. Las transformaciones sociales hacen que los chicos lo sean en edad, pero con apariencia, gestos y actitudes adultas, chicos que desafían cualquier autoridad, que acceden a la misma información que los adultos, que trabajan junto a sus padres. Ello, hace que se produzca un proceso de alteración de las fronteras entre los niños y los adultos. Pensar en alteración y no en borramiento de las fronteras, significa pensar en el niño como una subjetividad en vías de construcción. Esta subjetividad se construye en el discurso de los adultos, que requiere de alguien que le acerque la lengua y la cultura y le ofrezca espacios de protección que le posibiliten aprehenderla. Nuestra función es la de mediadores con la realidad y operamos como pantalla protectora.

La actualidad de la violencia compromete de manera particular a los adolescentes y jóvenes. Realizan actos que nombran los efectos subjetivos desestructurantes de esa falta de porvenir e irrumpen por fuera de una trama de saber acerca de un futuro posible. Nos cabe a los adultos sostenerles a los jóvenes un lugar para la emergencia, habilitarles la búsqueda de proyectos. Esas categorías de bandas, de grupos, de fanáticos, de militantes, etc. dan cuenta de un “drama subjetivo”, sujetos que “son” aquello que los nombra: pibes chorros, hackers, fanáticos, lolitas, anoréxicas, drogadictos, etc. que están atravesando una construcción, están “ensayando” cómo procurarse un lugar desde donde pararse para afrontar el mundo de los adultos. Es necesario vislumbrar un deseo que hay detrás de cada uno de ellos por conquistar para, a partir de él, afrontar la escena del mundo. Entonces, leer que hay un personaje es aceptar que hay un sujeto en construcción.

La asimetría implica no olvidar que allí está jugando un personaje, que requiere de la gradualidad de un proceso. La realidad muchas veces atropella esa gradualidad, entonces le cabe a la escuela sostenerla, para que no se salteen pasos del ensayo y se precipiten al acto, como es el caso de la adolescente embarazada, porque eso, no la convierte en adulta. Mantener la asimetría es protegerlo, reconociéndolo vulnerable inmerso

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