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ROCAS NAVEGANTES


Enviado por   •  25 de Enero de 2014  •  1.485 Palabras (6 Páginas)  •  443 Visitas

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Las piedras navegantes, también conocidas como piedras deslizantes y piedras móviles, son un fenómeno geológico por el cual las rocas se mueven, sin intervención humana o animal, y dejan largas trazas, a modo de surco, en una superficie llana. Las trazas se han estudiado fundamentalmente en Racetrack Playa, Valle de la Muerte, donde destaca el número y la longitud de los surcos. La causa que produce el movimiento de las rocas no está clara y sigue siendo tema de investigación.

Las piedras se mueven solo cada 2 ó 3 años y la mayoría de sus huellas se conservan durante 3 ó 4 años. Las piedras con base angulosa dejan trazas estriadas y rectas, mientras las que tienen base lisa dejan marcas divagantes. A veces, las piedras se vuelcan, y ponen en el suelo otra de sus caras que deja un rastro diferente.

Las trazas comúnmente tienen orientaciones y longitudes que difieren de unas a otras. Las piedras que empiezan su trayecto junto a otras, pueden viajar en paralelo hasta que algunas de ellas se desvía según cualquier dirección o, incluso, retrocediendo. Piedras del mismo tamaño pueden dejar trazas de distinta longitud.

DESCRIPCIÓN

Muchas de las llamadas piedras deslizantes provienen de un promontorio de 260 metros de altura, situado en el extremo sur de la Playa que está formado por dolomías negras. Otras son rocas ígneas intrusivas que derivan de relieves próximos (constituidos fundamentalmente por sienitas ricas en feldespato). Las trazas miden de 3 a 30 metros de longitud y de 8 a 30 centímetros de anchura. Su profundidad media es 2,5 centímetros. El tamaño medio de las rocas oscila entre 15 y 45 cm.

Se cree que las condiciones necesarias para que las rocas se muevan son:

Una superficie saturada en agua.

Una delgada capa de arcilla.

Fuertes ráfagas de viento como fuerza inicial.

Vientos fuertes sostenidos para mantener a las piedras en movimiento.

Y en algunas hipótesis

Placas de hielo.

AVANCES RECIENTES

Las trazas, que pueden superar los 100 metros de longitud, presentan estrías longitudinales, describen una trayectoria serpenteante desde el interior de la laguna hacia la orilla y finalizan en rocas de hasta 3 kilogramos de peso. Junto a los rastros de las rocas, se observan otros que terminan en montones de fango y pueden incluir ramas de arbustos y/o rocas en su seno. Incluso, algunas de estas rocas errantes descansan sobre estos montículos. La buena conservación de las trazas y de las estructuras sedimentarias asociadas (ripples y fragmentos de tapices microbianos arrugados) en la laguna de Altillo Chica, ha permitido a Sanz-Montero y Rodríguez-Aranda (2013)1 desarrollar un modelo alternativo. Éstos proponen que el movimiento de las rocas se produce durante episodios tormentosos, cuando el viento origina corrientes de agua que rompen y arrastran trozos de los tapices microbianos (microbial mats) desarrollados sobre el sedimento de la laguna. La rotura del tapiz causa la exposición súbita del sedimento. Éste es muy poco denso y contiene abundantes burbujas de gas, lo que le dota de una gran flotabilidad que favorece que, propulsado por la corriente, se deslice por la superficie. Las masas de sedimento deslizadas arrastran consigo las piedras y otros objetos tales como ramas y herbáceas que arraigaban en el sedimento.

INVESTIGACIONES PREVIAS

Los geólogos Jim McAllister y Allen Agnew cartografiaron el área en 1948 y publicaron el primer artículo sobre las rocas deslizantes. Más tarde, los naturalistas del National Park Service escribieron más descripciones y detalles y la revista Life incluyó una galería de fotos de Racetrack. En ese momento comenzaron las especulaciones sobre los procesos que movían las piedras. Se propusieron diversas posibles explicaciones que variaban entre las que invocaban lo sobrenatural y las muy complejas. Muchas hipótesis postuladas por geólogos sugerían que fuertes vientos actuando sobre el barro húmedo podrían ser, al menos en parte, responsables del fenómeno. Algunas piedras pesaban igual que un humano; investigaciones, como la del geólogo George M. Stanley, publicada en 1955, sostenían que tales rocas eran muy pesadas para que fuesen movidas por el viento. Apoyaba la idea de que una capa de hielo alrededor de las piedras ayudaba a aumentar la superficie expuesta al viento o favorecía el comienzo del movimiento.

Bob Sharp y Dwight Carey empezaron a

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