ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Reforma Energetica

345fv8 de Julio de 2014

6.441 Palabras (26 Páginas)324 Visitas

Página 1 de 26

[INTRODUCCIÓN]

La Reforma Energética es una iniciativa de reforma constitucional, presentada por Peña Nieto. Con la promulgación de la Constitución de 1917, se estableció en el artículo 27 el dominio nacional sobre todos los recursos minerales, daba la posibilidad de que los particulares extrajeran para su aprovechamiento el petróleo y otros hidrocarburos. En 1938, impulsó la primera reforma energética, la cual mantenía la propiedad exclusiva sobre los recursos en el subsuelo, y suprimía las concesiones de los hidrocarburos. En 1958 se expidió una nueva Ley Reglamentaria del artículo 27 Constitucional que eliminó la posibilidad de celebrar contratos con particulares en la explotación y reservó todas las actividades de la industria petrolera a Petróleos Mexicanos. Dos años más tarde, en enero de 1960, una reforma constitucional incorpora dicha prohibición de contratos al artículo 27 de la Carta Magna.

PREGUNTA INICIAL

¿CUÁL ES MI POSTURA ANTE LA MODIFICACIÓN A LOS ARTÍCULOS 27 Y 28 DE NUESTRA CONSTITUCIÓN EN EL MARCO DE LA ACTUAL REFORMA ENERGÉTICA?

HIPÓTESIS

REFORMA ENERGÉTICA

Partimos de la base jurídica contenida en el Artículo 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que establece que la soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo, y todo poder público que dimana de éste debe instituirse para su beneficio y no para provecho de unos cuantos, es innegable que parte de esta soberanía descansó, por muchas décadas, en nuestra soberanía económica lograda, en buena medida, gracias a las nacionalizaciones de las industrias petrolera (1938) y eléctrica (1960)

La reforma energética cuya iniciativa fue presentada por el presidente de la república Enrique Peña Nieto, es un tema muy repetitivo entre todos los mexicanos, pues aunque se diga que beneficiara al país dando empleos y se vea como una nueva oportunidad de transformar a nuestro país, está la duda sobre si en realidad sucederá esto.

Es un tema estructural, en donde existen muchas posturas técnicas, ideológicas, intereses privados y de poder. En mi opinión hay que cuestionarnos por los interéses que existen detrás de estas decisiones sobre el país, informarnos de que manera los mexicanos serán beneficiarios e afectados, nuestro país está necesitado de muchos cambios.Esta reforma surge del estudio y debate sobre las demás propuestas que se llevaron a cabo en el congreso, fueron enriquecidas con las ideas de los partidos políticos PRI, PAN y PRD, que constituye la inversión de capital de otros países, los objetivos son fortalecer Pemex sin privatizarlo, buscar un sistema en él nos permita reducir los precios de la luz.

MARCO CONCEPTUAL DE REFERENCIA

[JUAN GABRIEL VALENCIA (MILENIO)]

Bien resumía Sanguinetti: el temor y la esperanza, ése era el dilema de la transición. El impulso libertario de las naciones latinoamericanas a principios del siglo XX se había truncado entre la truculencia de las oligarquías o de plano del golpe militar. Todo tiempo pasado fue mejor, decían las abuelas, con algo de razón. Ni la rapiña de Miguel Alemán, de López Portillo, o de Pinochet eran ni fueron la respuesta. Eran lo mismo. Represión y robo a la nación. Atreverse a la esperanza era arriesgarse a la frustración o de plano a la muerte.

¿México hoy está ahí? En medio de tantas opiniones personales, más de una viscerales, vertidas en las últimas semanas en el espacio de este diario, quiero pensar que no. Cuando la vida se rige por el miedo, falta menos de un instante para enviar todo al carajo. No lo voy a hacer.

Hace 75 años, en una decisión discutible, no perfecta, como no hay ninguna decisión, el gobierno mexicano expropió la industria petrolera, es decir, la infraestructura de superficie de esa industria, y canceló, posteriormente, la posibilidad legal de otorgar concesiones sobre la propiedad de los recursos de hidrocarburos del subsuelo. Eso es lo que ocurrió. Ni más ni menos. Los recursos del subsuelo estaban nacionalizados desde el Constituyente de 1917. Se prohibía, contra todo sentido liberal de constitucionalismo mexicano, una actividad y una posibilidad de inversión a los particulares. Era el Estado que no dejaba hacer, para bien o para mal.

El tamaño del miedo entre el temor y la esperanza ha cambiado. Su ángulo temporal también. El Estado mexicano no teme a los desacatos transnacionales del pasado, le preocupa la incapacidad del Estado mexicano ante el porvenir.

De ahí las reformas constitucionales a los artículos 25, 27 y 28 más 21 artículos transitorios en materia energética. Es entre el temor y la esperanza. De la experiencia histórica se nutre el rechazo. Son evidencias de hace 75 años de un Estado débil, caudillista, convulso, amenazado.

¿Es ese el Estado mexicano actual? Sí y no. Tremendos claroscuros. No hay lugar para discutir el dominio originario de la nación sobre los recursos del subsuelo. No hay espacio legal ni jurídico para poner en duda la decisión del Estado para instrumentar ese dominio y ese monopolio. Pemex seguirá siendo propiedad del Estado mexicano, propiedad de toda la ciudadanía, sin participación en su capital de la inversión privada y de todos los mexicanos por el solo derecho de haber nacido o de portar con esa nacionalidad.

Las izquierdas, en una competencia de radicalismos entre sí, se oponen a las reformas y apelan a una consulta popular. Se han dicho al respecto muchas cosas.

Todas opinables según de quién vengan el punto de vista. Que si la fracción octava del 35 constitucional impide una reforma sobre los ingresos de la Federación, que si la consulta popular es solo prospectiva y no retrospectiva, que si el 135 constitucional, el argumento más fuerte, impide adicionar y reformar a la Constitución, ya reformada, si no es con la aprobación del Congreso de la Unión con sus mayorías calificadas y la mayoría de los Congresos estatales.

Las reformas constitucionales en materia energética encaminadas a crear certidumbre están tratando de ser puestas en vilo creando incertidumbre. Puede pasar. Son muchos años de miedos fundados y de incredulidad. Pero ya no hay tiempo para posponer decisiones y suspenderlas entre el temor y la esperanza.

Las dudas caben y son legítimas. Sobre todo en cuanto a la administración pública de las reformas recientemente aprobadas. La ley no es sinónimo de vigencia práctica. No lo ha sido en la historia de México. Y cabe la duda. Pero si las malas prácticas en la administración pública mexicana no son erradicarles, en cualquier ámbito, hagámonos daneses, guatemaltecos o centroafricanos. Vale madres. Renunciemos a la idea de México como presente y como destino. Si ésa no es la decisión, apostemos al porvenir de oportunidad y prosperidad que promete la reforma energética.

INTERVENCIÓN DEL ESTADO MEXICANO EN LA ECONOMÍA

La mayoría de las economías actuales se enmarcan en el sistema capitalista, y el mercado es su principal instrumento de asignación de los recursos, dando respuesta a las tres cuestiones básicas de qué, cómo y para quién producir. Pero en estas sociedades el sector público también tiene un importante protagonismo y está muy presente en la economía. De ahí que se denominen a estos sistemas de "economía mixta".

La intervención del Estado siempre ha tenido lugar en el funcionamiento de las economías capitalistas, pero su grado de importancia ha variado a lo largo del tiempo.

Desde el comienzo de la revolución industrial a finales del siglo XVIII hasta la Primera Guerra Mundial, imperó el liberalismo económico heredero de A. Smith, partidario de la no intervención del Estado según el lema "Laissez-faire, laissez-passer, le monde va de lui même" (Dejad hacer, dejad pasar, el mundo funciona solo).

Pero incluso en esta época de dominio ideológico del liberalismo económico el Estado jugaba un papel en la economía, principalmente como guardián del orden social, garantizando mediante el sistema institucional y jurídico la libertad para realizar contratos y la propiedad privada de los medios de producción, básicos para que el sistema capitalista funcione.

Además, desde los inicios del sistema capitalista, el Estado ha actuado como corrector de los fallos y limitaciones del mercado más destacados:

• Atendiendo las necesidades básicas colectivas, que el sector privado no satisface suficientemente, mediante la prestación de servicios públicos tales como sanidad, seguridad, justicia, educación, infraestructuras, etc.

• Controlando las actividades económicas que se configuran como monopolios naturales (suministros de agua y energía, ferrocarriles, correos, etc.), para evitar que caigan en manos de empresas privadas que las utilicen en su propio beneficio.

Por otra parte, la desigualdad en el reparto inicial de la propiedad y el propio funcionamiento del sistema capitalista, que agranda esa desigualdad al transformar la riqueza en renta, ha sido siempre objeto de críticas desde los movimientos sociales y los sindicatos, que han exigido al Estado medidas correctoras de esta situación, con el fin de lograr una mayor equidad social.

A partir de la Primera Guerra Mundial, con el triunfo de la revolución socialista en Rusia en 1917, en todas las economías capitalistas se empezó a plantear la necesidad de una mayor intervención estatal en la vida económica. La Gran Depresión de los años treinta, generada por la crisis de 1929, tuvo un fuerte impacto en este proceso, poniendo en duda las bondades del mercado como mecanismo para garantizar

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (42 Kb)
Leer 25 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com