Respuesta a la discriminacion
Emily BerberTarea24 de Septiembre de 2015
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DISCRIMINACIÓN
¡Nada rebaja más al hombre que la envidia!
Buenos días señores del jurado, maestros, organizadores, compañeros.
¿Qué es la discriminación? ¿Qué significa? ¿En dónde se origina y por qué surge?
El diccionario de la lengua dice que discriminar es dar trato de inferioridad a una persona o colectividad, generalmente por motivos raciales, religiosos, políticos, sociales o económicos.
Esto aunque parece claro, no me dice mucho acerca del porqué de ese trato desigual y... reflexiono.
¿Por qué la palabra discriminación se parece tanto a la palabra crimen?
¿Por qué la raza, las ideas, los cultos y el dinero provocan el repudio de personas o grupos?
¿Qué sucede en el alma del discriminador?
Yo creo que se envenena por el desconocimiento de su propia valía, porque ve en las cualidades de los otros, un algo que él no posee, una amenaza, en realidad no es algo que repudia, sino que desea y le asusta, estas son pues, las dos razones de la discriminación.
La envidia y el temor ¡Y nadie, absolutamente nadie podrá convencerme de no tener razón!
Normalmente cuando hablamos de discriminación pensamos en niveles macroscópicos
Raza contra Raza! ¡Nación contra Nación! ¡Credo contra Credo en una lucha descarnada por imponer una supuesta superioridad en la que ya nadie cree! Ni siquiera aquellos que contienden
Muchos aseguraron en un pasado reciente, que en México no existía la discriminación y la han querido descubrir a partir de las luchas armadas, identificándola respecto a los indígenas, sin embargo, la discriminación es algo más sutil y generalizado de lo que pudiéramos pensar, ocurre cotidianamente y sin siquiera darnos cuenta, está en todas partes: en nuestra casa, en nuestro vecindario. . .en las aulas
¿No me creen? Permítanme contarles una anécdota
Hace algunos años llegó a mi salón de clases una niña procedente del Brasil, la mayoría de mis compañeros se burlaban de ella porque no hablaba nuestro idioma ni sus costumbres eran las nuestras.
Un buen día, animada tan sólo por ese idioma universal: la sonrisa, nos acercamos ella y yo, así pude descubrir que nos gustaban las mismas cosas, la misma moda, la misma música, incluso que nos reíamos por las mismas cosas, aprendí tanto de ella, de su país y de mí misma, porque a través de nuestras largas conversaciones, a veces a señas, me iba descubriendo cada día.
Supe entonces que no sólo la forma en que mis compañeros la trataban era la forma en que reflejaban la codicia y el recelo que les despertaba el solo hecho de no conocerla, sino que esos sentimientos repugnantes se disfrazan por medio de un apodo que pretende ser chistoso y a veces hasta cargado de cariño.
En mi salón existen el cuatro ojos, el porky o la sabelotodo y otros más.
Cuando alguien los llama por este mote, la mayoría ríe llena de diversión, sin darse cuenta de la forma en que los hieren y sin pensar en el día en que a ella le llamen por un apelativo que no sea el propio, sin importar aquél, ni la forma en que se dice sino la intención que encierran las palabras.
Se preguntaran Ustedes que pueden tener de envidiable el cuatro ojos, el porky o la sabelotodo, el primero lo interesante que luce atrás de sus anteojos que la dan un aire intelectual, el segundo el color sonrosado en sus mejillas, su aire bonachón y simpatía; y, la tercera, obviamente ¡Porque lo sabe todo!
Y ¿Qué se teme de estas cualidades? Verse desplazado en la preferencia del maestro o los amigos, caer en el olvido ¡Tantas cosas! ¡Qué sé yo!
¡Basta ya de discriminación! ¡Démonos cuenta que es aún más grave segregarse entre niños que entre razas o naciones!
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