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SOCIOLOGÍA DE LA SALUD. Análisis de la Encuesta de Salud de la Comunidad Valenciana

valo26Apuntes15 de Mayo de 2018

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SOCIOLOGÍA DE LA SALUD

Salud y género: Análisis de la Encuesta de Salud de la Comunidad Valenciana

Departamento de Sociología y Antropología Social. Universidad de Valencia

INTRODUCCIÓN

 Esta comunicación trata de desvelar los condicionantes de género en el estado de salud, en los estilos de vida y en la prevalencia de determinadas patologías.

La hipótesis general que ha orientado la investigación mantiene que en los patrones de socialización diferenciales, en los modelos de masculinidad y feminidad y en el reparto de roles sexuales, se puede encontrar la respuesta a algunas de las diferencias y desigualdades que surgen en el campo de la salud entre las mujeres y los hombres de la sociedad valenciana.

Para su contrastación se han utilizado los resultados de la última encuesta de salud de ámbito autonómico, una herramienta imprescindible para observar desde la perspectiva de género diversos aspectos relacionados con la salud y la enfermedad de la población.

"La importancia de la enfermedad desde el punto de vista social la determina su frecuencia, las diferentes formas de relación etiológica entre las condiciones sociales y su enfermedad y la atención del ambiente económico y social para evitar las enfermedades."

1. PLANEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN

La enfermedad es un fenómeno universal que afecta a las gentes de cualquier lugar, aunque no siempre en el mismo grado o de la misma manera. Numerosas investigaciones han observado que el tipo de sociedad en la que se vive y trabaja, las condiciones económicas y culturales, el lugar que se ocupa en la estructura social o las relaciones interpersonales son factores determinantes del estado de salud (Cockerham 2002: 1).

Así lo ha puesto de manifiesto también el enfoque de género, que además de denunciar los numerosos sesgos androcéntricos que aún permanecen en la investigación, en la práctica médica y en los ensayos clínicos, ha revelado significativas diferencias de salud entre los varones y las mujeres. No obstante, su explicación no es sencilla, máxime cuando se constata que la distinta morbilidad y calidad de vida resulta de la combinación de los factores biológicos ligados al sexo y de los factores socioculturales que inciden en la posición social de los varones y las mujeres y en los modelos de masculinidad y feminidad.

El objetivo fundamental que orienta este trabajo consiste en descubrir si existen desigualdades de género en el estado de salud subjetivo, en los hábitos o estilos de vida y en la morbilidad. Es decir, comprobar si las mujeres se sitúan en una posición desfavorable como consecuencia de la distinta relación con el mercado de trabajo y de las asimetrías en las responsabilidades domésticas, en la asunción de cargas familiares, y en la variedad y cantidad de recursos disponibles.

Ahora bien, demostrar la idoneidad de este paradigma no significa restar valor a otros factores que inciden en la salud; es más, hay que introducirlos para ponderar debidamente el equilibrio entre unos factores y otros, y romper con la uniformización que muchos análisis realizan del colectivo mujeres. En consecuencia, también se examinará si existen diferencias en personas del mismo sexo en función de la edad, la clase social, la formación académica, el nivel de ingresos, el tipo de trabajo o la estructura familiar. Variaciones intragénero que resultan de las diferencias en las condiciones de vida y atraviesan y profundizan las desigualdades de género.

A partir de estos objetivos se analizan los resultados de una encuesta de salud, puesto que este tipo de encuestas suministran información, no recogida por otros sistemas de registro, que es necesario analizar para disponer de una imagen real del fenómeno salud y enfermedad, y para orientar las estrategias de promoción y protección de la salud.

En concreto, los datos proceden de la Encuesta de Salud de la Comunidad Valenciana 2005 (ESCV), la tercera y última de las que se han realizado en esta comunidad autónoma. Para el diseño muestral, se configuraron las unidades primarias de selección combinando las zonas de salud y los municipios, y se determinó un tamaño de muestra de 5.781 personas mayores de 15 años, lo que arroja un error de +1.3 a un nivel de confianza del 95.5%. Respecto al instrumento de recogida de dados, su cuidada elaboración dio lugar a un extenso cuestionario con preguntas acerca de estas dimensiones, variables e indicadores: autopercepción de salud, morbilidad, discapacidades, accidentalidad, consumo de medicamentos, utilización de servicios sanitarios, priorización de recursos sanitarios en relación con distintos problemas de salud, conductas y estilos de vida, factores de riesgo y malos tratos.

Así mismo, la ESCV recaba información sobre una serie de características demográficas y socioeconómicas de los entrevistados de indiscutible utilidad para el análisis sociológico: edad, sexo, nivel de estudios, situación laboral, ingresos, clase social subjetiva, estado civil, número de miembros de la unidad familiar, cargas familiares… De este modo, a través de los datos de la encuesta es posible indagar las circunstancias de la estructura social que pueden actuar como variables explicativas. Y en particular, al haber introducido características diferenciales de hombres y mujeres determinadas por la asignación de papeles sociales distintos a cada sexo, permite incorporar al análisis el enfoque de género. Valorar, por ejemplo, si la percepción subjetiva de la salud, los estilos de vida o los problemas de salud están relacionados con los roles, los recursos o los estereotipos ligados a cada sexo.

2. ANÁLISIS 2.1. ESTADO DE SALUD Y SUS DETERMINANTES

El formulario que emplean las encuestas de salud suele comenzar solicitando una calificación de la salud personal. Este juicio constituye el concepto de autopercepción de la salud, un buen índice global de salud que puede diferir de la evaluación que realizan los profesionales o de otras medidas empleadas para determinar el nivel de salud. En España, las valoraciones que las mujeres y los hombres expresan en las encuestas ilustran a la perfección la discrepancia entre la dimensión objetiva y subjetiva: mientras que todos los indicadores objetivos apuntan que la población femenina goza de más salud, las mujeres declaran sistemáticamente peor estado, incluso en la infancia y adolescencia, como se ha mostrado en estudios recientes (Vélez Gálarraga et al., 2009).

Los datos sobre autopercepción de la salud en la sociedad valenciana confirman esta pauta invariable, de tal manera que frente al 79% de los hombres que califica su estado de salud de bueno o muy bueno, en las mujeres se reduce al 70,6% (tabla 1). La población femenina también evalúa más pesimistamente su salud en una escala de 1 a 100, declara más problemas de movilidad, más dificultades para realizar las actividades cotidianas, más dolor, malestar, ansiedad y depresión, y emite un juicio más negativo al comparar su estado actual con el de hace un año.

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¿Por qué las mujeres informan de un peor estado de salud? Es posible que si las mujeres son más longevas y viven más años con incapacidad, tengan peor salud. Sin embargo, la ESCV no parece corroborarlo. Por un lado, las diferencias en la autovaloración de la salud se mantienen en todos los grupos de edad y aumentan gradualmente desde los 16 a los 84 años, de tal manera que si el 54% de los hombres de 75 a 84 años declara buena o muy buena salud, en 3 las mujeres de ese grupo desciende al 36%. Por otro lado, la media de edad de los entrevistados mayores de 65 años es similar en ambos sexos.

Por consiguiente, se deben buscar otras razones que expliquen por qué las mujeres manifiestan un estado de salud peor que sus coetáneos varones. Primera, las mujeres tienen una relación más identitaria con su cuerpo, lo que puede favorecer el reconocimiento de síntomas. Segunda, culturalmente es más aceptable que las mujeres expresen problemas de salud. Tercera, mujeres y hombres pueden presentar umbrales y maneras diferentes de vivir el malestar. Cuarta, el rol de ama de casa puede afectar a su salud por el efecto simbólico del trabajo doméstico. Quinta, el papel de protectoras de la salud que realizan puede hacerlas más críticas y sensibles ante estas cuestiones. Por último, la dominación masculina y la subordinación de las mujeres tienen fuertes implicaciones en el desarrollo de la subjetividad de ambos, y puede exteriorizarse con muestras de malestar en ellas.

Las razones apuntadas no agotan todas las propuestas de explicación, pero son suficientes para mantener que el género puede mediar en la vivencia de la salud de múltiples formas, aunque no es el único factor que influye. El status socioeconómico es otra variable central en los análisis sobre desigualdades en salud, por lo que procede analizar la influencia simultánea de estas dimensiones.

Los estudios señalan que pertenecer a la clase baja, tener un ínfimo nivel de estudios o disponer de escasos ingresos son factores de riesgo (Regidor, 2002). Por lo que se refiere a la clase social a la que se adscriben las personas entrevistadas, en la sociedad valenciana se confirma que a medida que se desciende en la escala de estratificación social la autopercepción de la salud se deteriora apreciablemente. De estos datos, aunque corresponden a la esfera de lo subjetivo, de la auto identificación, se deriva una importante conclusión: la clase pobre es también la clase enferma2 . Esta asociación apenas se altera al desagregar los resultados por sexo, siendo las mujeres de clase alta y las mujeres de clase baja quienes presentan la mejor y peor salud, respectivamente.

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