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Segundo Parcial Sociedad, Estado y Universidad. Tema 1


Enviado por   •  23 de Junio de 2016  •  Exámen  •  1.979 Palabras (8 Páginas)  •  443 Visitas

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  1. Jean Baudrillard propone cuatro tipos de valor existentes en la sociedad: valor de uso, valor de cambio, valor signo y valor símbolo. El valor de uso es la utilidad que tiene el objeto determinado, por ejemplo un refrigerador se utiliza para conservar y refrigerar los alimentos. Mientras que el valor de cambio es el precio en el mercado de tal objeto, este se determina por equivalencia con otros bienes o por el costo del trabajo. Por otro lado, el valor signo es aquel que va asociado a implicaciones simbólicas, es decir que se le agrega otro valor que no es el de uso. Por ejemplo, un refrigerador importado no tendrá el mismo valor que uno nacional, ya que la publicidad nos hace pensar que el importado es mejor y le agrega otro valor. Esto también repercute en el valor de cambio. Por último, el valor símbolo es aquel que carga al objeto con un valor simbólico y emocional, diferente al valor signo. Por ejemplo, un refrigerador obsequiado por un ser querido valdrá mas para el propietario debido a la carga emocional que este conlleva, esto hace que no sea intercambiable con ningún otro.

  1. Eric Hobsbawn: Tiempo de Rupturas. Cap 2 a 5

  1. Según Hobsbawn, existen dos fuerzas que han revolucionado las artes en el siglo XX. La primera de estas dos es la revolución tecnológica, la cual por medio de las tecnologías de comunicación y reproducción (cine, radio, televisión, etc), han transformado las artes.

Por otro lado, la segunda fuerza que ha revolucionado la cultura es la sociedad de consumo de masas, es decir aquellos que consumen y utilizan esas tecnologías de comunicación y reproducción.

  1. Los participantes que aparecen en lo que el autor llama “el juego de la cultura y la política” son, en primer lugar, la política. El papel de esta es esencial al momento de conceder o rechazar las subvenciones.

Por otro lado, otro de los participantes es el mercado, este solo decide que renta dinero y que no lo hace, pero no define qué es lo que uno debería o no vender.

Por último, se encuentra el mecanismo moral, el cual por un lado define y pone freno a lo no permisible, es decir a aquello que se considera “moralmente incorrecto”. Pero por el otro, es un factor que impone aquello que resulta deseable.

  1. Según García Canclini, para muchos políticos, artistas e intelectuales, la política y la cultura son dos campos adversarios. Los políticos consideran que la sociedad tiene problemas más importantes que resolver las demandas culturales de los sectores que representan a las minorías y que además repercuten poco en las elecciones. Debido a esto, prefieren dejar dichas demandas en manos de sectores privados.

Por otro lado, una gran parte de los artistas vive lo político como algo ajeno e incluso amenazante, ya que consideran que los intentos de planificar la cultura son conspiraciones en contra de la espontaneidad y la creatividad.

La política cultural tiene su origen en los proyectos fundadores de los países de América Latina, pero la forma “política cultural” recién aparece en las últimas dos décadas, cuando el desarrollo cultural adquiere mayor valoración y comienza a ser concebido como un avance en la sociedad. En este punto comienzan a construirse espacios institucionales para dicho fin, ya que, pasan a formar parte de las políticas públicas.

Según Hobsbawm, la política y el mercado se encargan de decidir cómo se financiaran los servicios y productos culturales, ya sea por la vía del mercado o por subvenciones. El papel de la política, en este caso, consiste en decidir si aceptaran o rechazaran las subvenciones.

Por otro lado, existe un tercer factor al que llamamos el mecanismo moral, que es el que se encarga de imponer aquello que es deseable y de ponerle freno a lo que no es permisible.

  1. Según Canclini, las características principales de los paradigmas políticos de la acción cultura son:
  1. El mecenazgo liberal: es la primera forma de promoción moderna de la cultura, sobre todo en los casos de la literatura y de las artes. Su origen se remonta a los encargos de reyes, papas y nobles. Sin embargo, con la acumulación económica de la burguesía se desarrollan formas más libres de subvención de artistas, ya que estos no exigían relaciones de dependencia y fidelidad como lo hacían los señores feudales. Su protectorado se guía por la estética elitista de las bellas artes y por eso se establece este vínculo entre mecenas y artistas según los ideales de gratuidad y libre creación.

Se considera al mecenazgo una forma de política cultural, a pesar de que suele reducirse a la alta cultura y de que no propone soluciones a los problemas del desarrollo cultural. Esto se debe a que, en varios países, sirve para normar las relaciones en el campo del arte, distribuir fondos importantes, establecer líneas prioritarias de crecimiento y desestimar otras.

  1. El tradicionalismo patrimonialista: surge especialmente en los estados oligárquicos y en los movimientos nacionalistas de derecha. Define a la nación como un conjunto de individuos unidos por lazos naturales, tales como el espacio geográfico y la raza, e irracionales, es decir el amor a una misma tierra, la religión, etc. No toma en cuenta las diferencias sociales entre los miembros de cada nación. Se rechaza la historia, se realizan meditaciones metafísicas sobre el “ser nacional”, se olvidan los conflictos en medio de los cuales se formaron las tradiciones nacionales y se los narra como si fueran simples trámites arcaicos para la configuración de instituciones y relaciones sociales que garantizarían de una vez la esencia de la nación, la iglesia, el ejército, la familia y la propiedad. La oligarquía aristocrática ha sido la principal portadora de este discurso. Sin embargo, también ha encontrado la forma de insertarse en algunos movimientos populares. 

  1. El estatismo populista: es una concepción sustancialista de la cultura. Para ella la identidad se aloja en el Estado, no en la raza, ni en la geografía, ni en las tradiciones. En consecuencia de procesos de independencia o revolución, el Estado aparece como el orden que reúne las partes de la sociedad y regula sus conflictos.

Lo nacional reside en el estado y no en el pueblo, porque este es aludido como destinatario de la acción del gobierno, convocado a adherirse a ella, pero no reconocido efectivamente como fuente y justificación de esos actos al punto de someterlos a su libre aprobación o rectificación.

 La política cultural de esta tendencia identifica la continuidad de lo nacional con la preservación del estado. Promueve actividades capaces de cohesionar al pueblo y a algunos sectores de la burguesía nacional contra la oligarquía.

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