Ser Educadora, Una Experiencia. Reporte De LEctura
Nekromantik29 de Abril de 2013
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La autora relata sus experiencias en una colonia ubicada en los límites de la Ciudad de México, en donde se encuentra con muchas limitantes en su trabajo docente, como lo fue encontrarse con educadoras con muchísimos años de servicio, pero abatidas por el conformismo y el desgano, preocupadas más por el trabajo administrativo que por el pedagógico.
Por lo tanto, Rosa María se enfrentó sola a resolver las cuestiones enfocadas a la organización de su trabajo, hasta que llegó a formar con las educadoras un equipo de trabajo y dedicación a su profesión, ahondando en la preparación exhaustiva y verdaderamente profesional de nuestra labor, y cuán significativa puede ser nuestra intervención en el desarrollo de los niños, y del mismo modo, lo difícil que puede resultar para aquellas educadoras o educadores que no leen ni se actualizan, o no profundizan en su trabajo con los niños, cayendo en el propio hastío y conformismo docente. Menciona que en la escuela Normal, habían analizado las teorías acerca de los procesos de desarrollo de los niños, pero que frente a un grupo, cambia dicho panorama debido a los factores sociales, decisivos también en el carácter de los menores.
También reconoce que al trabajar con niños pequeños se requiere de suma atención y dedicación, y se debe de preparar el ambiente de trabajo, y para ello Rosa María da prioridad en aspectos como: 1) una socialización primaria, y la apertura de interacciones del entorno familiar hacia otras personas y compañeros de su misma edad, siendo necesarios el fortalecimiento del conocimiento de sí mismos como individuos únicos; 2) el desarrollo de habilidades comunicativas y lingüísticas, a través de diversos medios (el dibujo, el canto, el juego o el baile) pues –considera- que es un área que se debe de fortalecer y en las que más encontró dificultades en los niños; 3) explorar y ejercitar las posibilidades de movimiento (motricidad gruesa y fina, y la coordinación de movimientos) muy aparte de la educación física; 4) el desarrollo de sus habilidades mentales mediante la resolución y solución de problemas en diversas áreas de conocimiento, si bien aunque no existan “temas de enseñanza” definidos, no quiera decir que el trabajo de la educadora sea limitado.
Menciona las problemáticas principales que pueden presentarse, y considera que el período más problemático se presenta durante el inicio de clases, al arreglar y organizar el aula para recibir a los niños, y el desenvolvimiento de éstos, sobre todo si se tiene a un niño que o respeta reglas o se pelea con sus compañeros; o cuando tienen que graduarse las actividades, y lo complejo que puede resultar en cuanto al desarrollo de habilidades que tienen que adquirir. Otra problemática que encontró la autora, fue la percepción de la comunidad hacia el Jardín de Niños, ya que de la mayoría de alumnos que ingresan, muchos solamente cursan un solo grado, y normalmente lo hacen como mero requisito para ingresar a la escuela primaria, y cómo tuvieron que irse ganando el respeto de la comunidad y de los trabajadores del DIF, que no conocían los objetivos y las formas de trabajo en el Preescolar de esta colonia, y sobre todo la importancia de involucrar a los padres de familia a las instituciones, donde menciona que “la respuesta de los padres es muy positiva si sabes dirigirte a ellos y los enseñas a ser responsables, si les enseñas el por qué y el para qué de lo que hacemos”.
La autora hace mención de la función social de los educadores y las educadoras, el de “llevar el conocimiento a donde no lo hay, enseñar al que no sabe…” y que para esto también es necesario un sentido social para conocer y comprender la realidad donde trabajamos, conocer la propia realidad de los padres de familia de los alumnos, y contribuir en la disminución de las grandísimas desigualdades que existen en nuestro país.
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