Ser Educadora

Cuando yo era pequeña utilizaba las páginas de las libretas escolares para hacer pequeños examines a mi hermano menor. Primero buscaba algún cuento que me llamara la atención, luego escribía las preguntas en el papel y por último obligaba a mi hermano a que las contestara. Recuerdo tener cientos de papeles corregidos sobre mi escritorio. Eso me hacía sentir tan importante. Ahora pienso en la razón por la que lo hacía, me gustaba ensenarle cosas a mi hermano. Cuando no sabía lo que debía responder yo lo guiaba hasta mi pizarrón y le daba una clase entera sobre el tema, y luego le daba unos minutos para que terminara el examen. En serio me gustaba jugar a la maestra y el estudiante.

        Desde entonces supe que sería maestra, nací con la vocación de ensenar. Conforme fue pasando el tiempo descubrí otra pasión, el teatro. Debí imaginarlo, pues era tan dramática. Lo curioso es que a pesar de ser buena en ello, sentía un profundo placer al dirigir a mis compañeros, ayudarlos con el trama de su pieza o cuando me pedían la opinión de sus actuaciones. Prefería estar fuera de la escena, ver el trafico escénico, las emociones, los movimientos, los gestos, quería verlo todo y solo cuando estuviera satisfecha unirme a mis compañeros en la escena. En ese entonces pensaba que quería ser actriz, pero en realidad mi parte favorita era dirigir las obras.

        Entonces me topé con muchas dificultades: la responsabilidad de llegar a clase con el material de la obra, el ojo para perfeccionar los pequeños detalles, la paciencia para ensenarles a mis compañeros lo que debían hacer, el conocimiento de los mejores métodos para expresarme, la creatividad para que no se aburrieran y el entusiasmo que mantuviera la chispa. En aquel momento era casi como un juego, ¿quién diría que tantos años después sería mi profesión?

        No me puedo quejar de los maestros de teatro que tuve en mi vida, gracias a ellos sé que esto es lo que quiero. Ellos me mostraron que un buen maestro no es aquel que mejor actúa, o que más años de estudio tiene; si no aquel que vela porque todos los días sus estudiantes salgan del salón de clase con un nuevo conocimiento y con un entusiasmo renovado que los inspire a buscar, analizar, cuestionar y crear. ¿Crear?, Si, crear. Desde que supe que mi futuro seria ser maestra de teatro, no dejo de hacer planes. Planeo brindarles las herramientas a mis estudiantes de los métodos más eficientes para sentir las emociones en sus obras. Planeo ensenarles a dejar volar su creatividad y a utilizar las artes para expresar mejor aquello que no puedan decir en palabras. Planeo utilizar el teatro para romper con la timidez, para llevar mensajes educativos a la comunidad, para acercarse los unos a los otros y para alimentar el alma.

        También planeo ser el tipo de maestra que yo pude disfrutar. Deseo inspirar a mis estudiantes, mostrarles que las artes son tan importantes y esenciales como la vida. Quiero que todo aquel que sienta que este es su camino, no tenga miedo de tomarlo. Y quiero que vean en mí una aliada. Los maestros son una parte fundamental en la vida de un niño, muchas veces pasan más tiempo con sus maestros que con sus padres. Inevitablemente verán en sus maestros un modelo a seguir, y yo quiero que se sientan seguros y confiados en que yo solo buscare su bienestar.

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