Situación de crisis de pandemia y de coyuntura política

Este año, el Perú atraviesa por un punto de inflexión tras la caída de personajes políticos, desde el jefe de Estado Martin Vizcarra, hasta numerosos parlamentarios y demás políticos. Además, aparecieron diversas polémicas tras la inestabilidad de permanencia de ministros, los cuales ejercieron de manera breve, y nuevamente, la incompetencia del Congreso, siendo un órgano importante del Estado. Este agudizamiento reclama, una vez más, preguntarse, “¿En quién debemos confiar o creer más, en el Congreso de la República o en el Gobierno y sus ministros? Esta cuestión destinaré las líneas siguientes.

El Congreso de la República del Perú no ha dejado de estar en el ojo de la tormenta. El asunto se ha agravado intensamente en los últimos periodos parlamentarios, al menos por los siguientes argumentos. Como primer punto, nuestra comunidad política ha sobrellevado tajantes desafíos en ámbitos distintos, y nuestro Congreso ha estado muy lejos de ayudar a conseguir cualquier razonable éxito. Segundo, no han sido pocos los casos de congresistas que sin honestidad han mostrado la carencia moral y profesional que les distingue. Y tercero, los medios de difusión vulgarizados de las vergüenzas parlamentarias han sido especialmente ejemplares en mostrar y reprochar la ineficiencia del Congreso.

No obstante, se debe reconocer que a pesar de todas las falencias, debilidades y desnaturalizaciones no pueden ser predicadas del Congreso de la República como institución, sino de sus integrantes corruptos, incapaces e ineficientes parlamentarios que, por fortuna, nunca han sido todos, y muchas veces ni tan siquiera la mayoría. Como institución, el Congreso de la República es pieza esencial en un Estado de derecho democrático y es la representación de la comunidad política, porque ahí se alberga a ciudadanos llamados a representar la pluralidad ideológica que singulariza nuestra realidad.

Por otro lado, destacan los ministros del Perú, que, como había mencionado anteriormente, decidieron dimitir a sus cargos o simplemente, fueron despedidos de este. Entre aquellos sucesos, destaca la cirujana Elizabeth Hinostroza y el medico experto en políticas de salud pública Víctor Zamora. El caso más notorio fue el de Hinostroza, quien fue destituida el 20 de marzo, tan solo cuatro días después de que comenzara la cuarentena nacional dictada por el Gobierno para enfrentar la epidemia. La cirujana fue criticada por la escasa preparación que mostraba el sistema sanitario del país para enfrentar a la enfermedad. Al igual que Hinostroza, Zamora permaneció casi cuatro meses en el cargo.

En lo personal, hoy en día sometidos en una situación de crisis de pandemia y de coyuntura política, puedo decir que no confío en la política, sea cual sea la organización. Considero que la culpa de los males que hoy reprochamos al Sistema Político es, no solo también sino más intensamente, nuestra. Por nuestros votos se ha sentado en el recinto parlamentario la mediocridad y la inmoralidad como causas eficientes del desastre parlamentario de los últimos años. Resulta decisivo convencerse de que no es suficiente con preguntar a qué reformas políticas van a emprenderse para mejorar la calidad de nuestras instituciones, sino que lo decisivo es preguntar qué vamos a hacer tú y yo para elegir bien a nuestros representantes la próxima vez, y elegir mejor aún la siguiente vez.

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