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Crisis Politica


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2013  •  1.524 Palabras (7 Páginas)  •  300 Visitas

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S.S. JUAN PABLO II

DISCURSO INAUGURAL

Pronunciado en el Seminario Palafoxiano de Puebla de los Ángeles, México,

El día 28 de enero de 1979

El discurso inaugural se basa en la preocupación que tiene el Santo Padre de lo que está sucediendo en esos momentos y exhorta a los Obispos que traten estos temas en el documento, para de esta manera poder afrontarlos y dar unas pautas propias sobre la misión de la Iglesia en América latina. Que son mencionados en este trabajo:

I. MAESTROS DE LA VERDAD

Los Obispos Pastores deben tener la viva conciencia de que el deber principal es el de ser maestros de la verdad. No de una verdad humana y racional, sino de la verdad que viene de Dios; que trae consigo el principio de la auténtica liberación del hombre: "Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" esa verdad que es la única en ofrecer una base sólida para una "praxis" adecuada. Dando prioridad a tres ejes fundamentales de su labor como evangelizadores de la verdad:

1. El deber primero insustituible del Pastor, ser el Maestro de la fe.

2. La unidad en la caridad, que demuestra la unidad en la verdad

3. Debe ser el predicador del Evangelio, que aun a costa de renuncias y sacrificios, busca siempre la verdad que debe transmitir a los demás

Dentro de este tema se propone una serie de complementos para poder ser anunciadores de la verdad los cuales son:

a) Verdad sobre Jesucristo: a cada uno de los pastores (Obispos, presbíteros) los fieles esperan y reclaman ante todo una cuidadosa y celosa transmisión de la verdad sobre Jesucristo, sabiendo que esta se encuentra en el centro de la evangelización y constituye su contenido esencial

b) Verdad sobre la misión de la Iglesia: la verdad sobre la misión de la Iglesia, sabiendo que nosotros nacemos de la Iglesia; y la cual nos comunica la riqueza de vida y de gracia de que es depositaria, nos engendra por el bautismo, nos alimenta con los sacramentos y la Palabra de Dios, nos prepara para la misión, nos conduce al designio de Dios, razón de nuestra existencia como cristianos

c) Verdad sobre el hombre: La verdad que se le debe presentar al hombre es una verdad sobre él mismo. Como testigos de Jesucristo son los encargados del rebaño de Dios los cuales son heraldos, portavoces, siervos de esta verdad que no se puede reducir a los principios de un sistema filosófico o a pura actividad política; que no se puede olvidar ni traicionar.

II. SIGNOS Y CONSTRUCTORES DE LA UNIDAD

El servicio debe estar dispuesto a la verdad la cual debe ser completa para poder estar al servicio de la unidad de la Iglesia. Por eso debe haber una:

a) Unidad entre los obispos: Esta unidad episcopal viene no de cálculos y maniobras humanas, sino de lo alto: del servicio a un único Señor, de la animación de un único Espíritu, del amor a una única y misma Iglesia. Es la unidad que resulta de la misión que Cristo ha confiado a los apóstoles y ahora a la Iglesia.

b) Unidad con los sacerdotes, religiosos y Pueblo fiel: La unidad de los obispos entre sí se prolonga en la unidad con los presbíteros, religiosos y fieles formando así el pueblo de Dios que camina a la Jerusalén celestial.

III. DEFENSORES Y PROMOTORES DE LA DIGNIDAD

En el documento los Obispos se proponen una serie reflexiones sobre las relaciones e implicaciones existentes entre evangelización y promoción humana o liberación, considerando, en campo tan amplio e importante, lo específico de la presencia de la Iglesia.

Es aquí donde, llevados a la práctica concretamente, los temas que aborda el documento, se presenta la verdad de Cristo, la Iglesia y sobre el hombre.

Si la Iglesia se hace presente en la defensa o en la promoción de la dignidad del hombre, lo hace en la línea de su misión, que aun siendo de carácter religioso y no social o político, no puede menos de considerar al hombre en la integridad de su ser. En este apartado el Santo Padre hace mención, sobre la parábola del Buen Samaritano en el que presenta el modelo de atención a todas las necesidades humanas

IV. ALGUNAS TAREAS PRIORITARIAS

a) La familia: una invitación a promover la pastoral familiar

b) Las vocaciones sacerdotales y religiosas: trabajar asiduamente para despertar nuevas vocaciones, ya que se ha convertido en un problema grave y crónico la falta de las mismas.

c) La juventud: dice el Santo Padre: ¡Cuánta esperanza pone en ella la Iglesia! ¡Cuántas energías circulan en la juventud,

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