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Tercera Unidad


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2013  •  1.485 Palabras (6 Páginas)  •  317 Visitas

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ANALISIS DE LAS LECTURAS DEL TERCER EQUIPO.

El contenido y la forma es un problema vital en el arte y no solo en el arte.

Todas las cosas del mundo son compuestas de formas y materia. Cuanta mas predomina la forma- cuando menos estorba la materia-mayor es la perfección alcanzada. Si la forma es la legisladora de la naturaleza ha de ser el elemento decisivo del arte y el contenido es un elemento inesencial e inferior. Por esto antes de entrar en el examen del problema de la forma y del contenido en el arte debemos considerar a la naturaleza en sí misma y preguntarnos qué es lo que queremos decir exactamente cuando hablamos de la forma de los organismos naturales y si es una verdad de toda materia tiende hacia su forma definitiva

En la sociedad capitalista, la producción y el consumo de obras artísticos se traducen en un divorcio cada vez más profundo entre el arte y amplios sectores sociales.

En la sociedad capitalista hay millones de hombres con los que un artista no puede entablara un diálogo, pues se han roto los puentes que deberían ponerlos en relación con el arte.

La culpa no es del artista que habla un lenguaje verdaderamente humano, ni tampoco del lector o espectador que permanece sordo lo ciega ante su obra, porque sus ojos u oídos ya sólo son aptos para comunicar o gozar los productos de un arte de masas.

Existe un divorcio entre el arte y el público, este divorcio es insuperable; el arte nuevo solamente llega a “una minoría especialmente dotada”, Ortega además afirma que el arte nuevo es, por esencia, minoritario, o, como él dice “un arte privilegio, de nobleza de nervios, de aristocracia instintiva”.

No es, por principio, para todo el mundo, sino “para los que entienden”.

No podemos hablar, por principio de un nivel absoluto de incomunicabilidad si no de dos casos extremos de ella que pueda darse, en circunstancias determinadas, tanto por culpa del creador como del lector o espectador: cuando el artista no logra hacerse entender porque no ha querido forjar el lenguaje adecuado y no consigue, o, bien, cuando el hombre, convertido en cosa, deshumanizado, sordo y ciego para la riqueza humana, se queda, por principio, sin posibilidad de entrar en comunicación con una obra de arte. En la sociedad capitalista, lo poderosos medios técnicos de difusión y comunicación escapan al control del artista y, por tanto, no está en sus manos utilizarlos para crear el público capaz de consumir una verdadera obra de arte.

La sociedad capitalista plantea este dilema: arte minoritario o arte de masas, consumo privilegiado de las obras artísticas o consumo masivo de subproductos artísticos.

Así, pues, el dilema “arte de minoría o arte de masas” que el capitalismo pugna por mantener es un dilema falso, desde un punto de vista estético y humano.

La expresión “arte popular” es objeto cada día de las mas burdas manifestaciones. Una de las manifestaciones más socorridas estriba en identificarlo con lo que nosotros hemos llamado arte de masas, o arte propio del hombre dosificado y enajenado de la sociedad industrial capitalista. Al identificarse así lo popular con lo masivo, se tiende a caracterizar el arte verdadero con nuestros tiempos como un arte privilegiado, antipopular. Se ve en el arte popular un arte inferior que se opone al arte auténtico o artístico, esta nueva concepción se limita a establecer una relación epidérmica entre el arte y el pueblo que solo puede conducir a un arte localista, costumbrista o populista, no a un arte verdaderamente popular. En un caso, lo popular se concibe sólo en un sentido cuantitativo, masivo, en el segundo, popular es el arte que centra su mirada en el pueblo, aunque esta mirada solo se detenga, en su superficie.

En las condiciones del capitalismo, interesado en fomentar un arte privilegiado, de casta, y, por tanto en rechazar la difusión de un arte verdadero, puede darse, un arte dirigido a las mayorías, o sea un verdadero arte popular.

El arte popular es profundamente tendencioso justamente por expresar los intereses más elevados de un pueblo en una fase histórica dada, pero ello no quiere decir que el arte se reduzca a su tendencia y que lo artístico pueda disolverse en lo político.

La transformación que el artista efectúa sobre determinada realidad, reflejándola o transfigurándola, es, en cada acto creador, única e irrepetible, y queda fija, perdurando a lo largo del devenir histórico-real.

El arte popular es el verdadero

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