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Violencia En El Ecuador

crispollita26 de Noviembre de 2013

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LA VIOLENCIA EN EL ECUADOR

INTRODUCCIÓN

En los años recientes, la violencia se ha convertido en uno de los principales problemas del Ecuador. En repetidas encuestas de opinión se concluye que en el ámbito social se cree que el principal problema es la falta de empleo, pero a nivel individual la inseguridad relacionada con el auge del fenómeno delincuencial, es la preocupación mayor de las personas.

Si bien la violencia no es un fenómeno nuevo en el Ecuador, se ha incrementado en la última década, su frecuencia estadística, se ha urbanizado y diversificado en sus expresiones. Todo esto genera impactos sociales, culturales, políticos y económicos de relevancia, de los cuales uno de los más sobresalientes es la generalizada percepción de haber sido víctima de un hecho de violencia, percepción que es mayor al índice real de victimización.

Por otro lado, el país carece de una estrategia de seguridad ciudadana. Por ello poco se ha hecho por involucrar integralmente a todos los sectores, instituciones y organismos que tienen algún tipo de compromiso y responsabilidad con la problemática de la violencia y de la seguridad ciudadana. Como política ha primado una concepción de la seguridad en la que tiene prioridad una fase del ciclo de la violencia: el control; por tal motivo, el énfasis ha sido policial y legal. Se han desarrollado propuestas aisladas que no abordan de manera sistemática y eficiente el conjunto de la violencia y la seguridad ciudadana.

De igual manera, los medios de indagación empírica y registro estadístico de este fenómeno son poco homogéneos y aún no han sido sistematizados. Recién en los últimos años se organizan en el Ecuador metodologías de recolección de datos sobre la violencia y las distintas manifestación de inseguridad, en ciertos ámbitos académicos y unos pocos observatorios ciudadanos, sin embargo de lo cual, persisten cifras diferentes sobre los mismos hechos violentos, que provienen de fuentes directas (las denuncias de las víctimas) e indirectas (encuestas y sondeos de opinión), cuyos resultados cuantitativos no pueden ser homologados dado su origen metodológico distinto.

Esto determina la necesidad de organizar en un solo sistema de información los modos y mecanismos de registro estadístico del fenómeno de la violencia, y de construir indicadores e índices convalidados para el conjunto de la sociedad nacional.

CONSIDERACIONES CONCEPTUALES

Es necesario partir señalando que la violencia es menos un problema (una patología individual o social) y más "una relación social particular de conflicto, que involucra, por lo menos, a dos polos con intereses contrarios, actores individuales o colectivos, pasivos o activos en la relación" (Guzmán, 1994). Esto es, que la violencia no es un problema, sino una relación social. Una concepción de este tipo permite conocer que el delito está organizado, que tiene distintas formas y tipos, que tiene motivaciones explícitas y que es el resultado de un proceso. La violencia es un proceso que tiene historia; por eso crece y cambia. La gran transformación en la hora actual tiene que ver el aparecimiento de una violencia moderna que coexiste con la tradicional

La violencia tradicional es la expresión de un hecho cultural (asimetría familiar o mecanismo lúdico) o de una estrategia de sobre vivencia para ciertos sectores empobrecidos de la población y, la moderna, es la que se organiza explícitamente con el fin de cometer un acto violento. Este tipo de violencia se desarrolla a través de organizaciones con recursos, criterio empresarial, tecnología avanzada e infiltraciones en el sistema social.

La modernización de la violencia acarrea el nacimiento de nuevos actores y la transformación de los anteriores, como el sicario, pandillero y gamín, todos de condición juvenil. A través de la modernización se produce la gran transformación e incremento de la violencia: su internacionalización, que proviene de la constitución de mercados ilegales que desarrollan verdaderas empresas transnacionales del delito.

La violencia no es un hecho puntal que concluye con una víctima y un victimario, porque es un proceso que tiene etapas anteriores y posteriores. Esto es, que hay un momento anterior de organización del delito y de percepción de inseguridad (prevención), una etapa de violencia propiamente dicha (control) y otra posterior de impacto y recuperación (rehabilitación)

La violencia es un fenómeno que proviene de múltiples causas, algunas de las cuales dependen del momento y lugar. Las causas pueden provenir de factores estructurales (desigualdad, ingobernabilidad), institucionales (policía, familia) y situacionales (porte de armas, alcohol). Porque la violencia tiene un origen multicausal, sus políticas deben ser integrales.

Puesto que hay varias violencias es necesario clasificarlas; así tenemos, que según las motivaciones pueden ser: políticas, las que proviene de agentes organizados que buscan modificar, sustituir o desestabilizar la institucionalidad estatal vigente (la guerrilla), o de aquellas situaciones que restringen la legitimidad, representación y participación de la población (paros cívicos). Pueden ser desde el Estado -regímenes autoritarios- o desde segmentos de la población.

Económicas surgidas, por ejemplo, de mercados ilegales de armas, drogas ilícitas, sexo, artículos robados o la industria del secuestro y el sicariato. Por esta vía mercantil se han formado verdaderas empresas transnacionales, siendo las de mayor peso las referidas al narcotráfico. Tampoco se pueden descartar las que tienen que ver con el asalto de bancos, carros y depredación del patrimonio cultural.

Sociales, que erosionan el sentido de ciudadanía y se caracterizan por ser difusas, ubicuas y por provenir de múltiples causas. Van desde aquellas que se relacionan con problemas biológicos y psicológicos a las que surgen de las interacciones entre personas y de éstas con sus ambientes concretos.

Mientras la inseguridad va ligada a la desprotección, la seguridad ciudadana se refiere a la existencia de un orden público ciudadano que elimina las amenazas de violencia en la población y permite la convivencia segura. Se trata de la existencia de una organización social a la cual el ciudadano pertenece y, por lo tanto, le defiende. Se refiere al reconocimiento que se hace del otro y sus derechos (el tema de la libertad) y en el límite, cuando hay un hecho violento, tiene que ver con la restauración del daño causado y el castigo al culpable, pero como disuasión. La seguridad ciudadana se diferencia de la seguridad nacional o pública, en tanto éstas últimas se constituyen desde una concepción estado-céntrica y la primera desde la ciudadanía. En suma, la seguridad ciudadana busca dar seguridad a la ciudadanía en el ejercicio público y privado de los derechos y deberes (Delgado y Maduel, 21, 1994). Por eso, la seguridad ciudadana se obtiene en un Estado Social de Derecho donde la libertad del “respeto al derecho ajeno”, es legal, legítima y democrática (igualdad y diversidad). En suma, es la función socializadora que provee la sociedad y sus instituciones: la confianza.

EL ECUADOR EN EL MUNDO: MAGNITUD Y CRECIMIENTO.

El conjunto de América Latina vive una oleada preocupante de crecimiento de la inseguridad: en la década del ochenta casi se duplica la tasa de homicidios, pues si en 1980 la tasa promedio de homicidios fue de 12.8 por cien mil, para 1991 subió a 21.4. Hoy, en este principio de siglo, la tendencia parece no revertirse, pues la tasa sigue creciendo (22.9 por cien mil). Si bien el crecimiento de la inseguridad en América Latina es dramático, no deja de ser llamativo que comparativamente con otras regiones del mundo, sea uno de los continentes más peligrosos para vivir. “Según los datos comparativos más recientes para diversas regiones del mundo, América Latina y el Caribe tenía una tasa de más del doble del promedio: 22.9 por cien mil habitantes versus el promedio mundial de 10.7”. (Buvinic y Morrison, 1999). La región tiene países como El Salvador y Colombia, que tienen el nada honroso primer lugar por países del mundo, a los que siguen Brasil, Panamá y México.

El Ecuador no escapa a esta tendencia general de crecimiento de la inseguridad en la región, lo cual desdice el mito de la “isla de paz” que se construyó en la década de los ochenta, a través de la comparación con nuestros países vecinos, Colombia y Perú. Hoy podemos decir que el Ecuador tiene una tasa de homicidios (14.8) por debajo de la media de América Latina (22.9), pero superior a la mundial (10.7). En la región nos superan El Salvador, Honduras, Colombia, Brasil, Panamá, México y Venezuela.

FACTORES DE RIESGO

Un primer factor de riesgo a nivel individual es el sexo de la víctima. Los homicidios en general afectan mucho más a la población masculina que a la femenina, en una relación de 10 a 1. En los hombres, el mayor porcentaje de homicidios es provocado por armas de fuego, en tanto que en las mujeres ocupa un segundo lugar. Así tenemos que el Ecuador, a princi-pios de la década del ochenta, tuvo una ta¬sa de 6.4 homicidios por 100 mil habitan¬tes, que para 1995 la cifra se elevó a 13.4. Esto significa que los homicidios crecieron en estos últimos 15 años en más del doble y que en números absolutos mueren en el país cerca de 2.000 personas asesinadas. Sin duda se trata de una cifra bastante alta y, evidentemente, muy preocupante. Así tenemos, según el estudio de FLACSO-BID, por un lado, que las provin¬cias de Esmeraldas, Sucumbios, Los Ríos y Carchi (la mayoría provincias

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