ÉTICA ENSAYO SOBRE CONSUMISMO

UNAM

FES ACATLAN

FILOSOFÍA

PROF: GERARDO VALERO

ÉTICA

ENSAYO SOBRE CONSUMISMO

CORDERO BASILIO MARIO ALBERTO

Núm. Cuenta: 312153218

ILUSION, ADQUISICION Y CONSUMISMO.

A menudo dentro de nuestra sociedad somos invadidos por preguntas del tipo “¿Cuál es mi lugar en el mundo?, ¿Qué función cumplo dentro de esta comunidad?, ¿Para qué sirvo?, ¿Qué debo hacer?” Es muy común que en la sociedad, especialmente los jóvenes, se hagan esta especie de preguntas. La forma de buscar respuesta ha evolucionado con el tiempo. Actualmente las herramientas electrónicas como lo son: computadoras, celulares y televisores son a las cuales se suele acudir ante cualquier tipo de respuesta. Es aquí donde se sitúa nuestra generación. Apoyada por este tipo de aparatos, las respuestas son más simples; no hace falta pensar mucho, basta con un simple “Buscar” y listo, las respuestas aparecen como por arte de magia, desgraciadamente esto hace pensar a los mismos jóvenes que ya no deben de crear sus propias respuestas. Es un hecho que este tipo de estímulos, los de ir a lo fácil, al copia y pega, han funcionado pues no se muestran indicios de rechazo hacia ellos. Se está llegando a una generación que no tiene tiempo de nada, carece y a la vez goza de demasiado tiempo. Recordando la conferencia de Lipovetsky <>. (Catedra Alfonso Reyes, 2013.) .

   Gracias también a las llamadas “Redes sociales”, las cuales son, no lo neguemos, herramientas del tipo favorable como lo serían Twitter, Facebook, Instagram, etc…  Son ellas las que en la actualidad nos pretenden devolver una identidad que parecía perdida y Bauman tiene un ejemplo de esto en su texto <> (Bauman, 2005, 156). No es tan necesario preguntarme “¿Quién soy?” cuando existen diarios electrónicos que son, por pura aceptación, la respuesta a la pregunta que a padres y abuelos puso en conflicto hace años. Basta con buscarte en Internet para que la gente sepa quién eres. ¿Es este placebo más colectivo de la historia?

   Con esto el internet ha logrado crear el país más grande, un nuevo mundo, aquel que es simplemente uno no físico, dotando a sus habitantes de una felicidad que no se había tenido antes y arrancándole la mayoría de las veces su privacidad  y sus ideas.

   No se puede negar que internet actualmente ha cambiado la forma de vida de todos, incluyendo costumbres y formas de pensamiento. Su éxito radica en lo fácil que se puede acceder a él y en todo lo que es capaz de ofrecer, esto se puede observar en aquellos artefactos antes mencionados, los cuales son el mismo reflejo de lo que pretende ser esta nueva mercancía. Asimismo celulares y computadoras son de fácil acceso, a menudo llamados útiles y con una extensa gama de herramientas a su disposición. Son la forma más cercana entre Internet y la sociedad. Intermediarios que comunican a las personas a través de señales.

   Recuerdo que hace algunos meses, varios de mis amigos me comentaron sobre mi teléfono celular, con el cual llevo yo un aproximado de cuatro años: “Deberías cambiarlo”, me decían, “hay unos bastantes baratos que te servirían mejor que ese”. -- Mientras ellos hablaban sobre pantallas grandes y aplicaciones modernas yo solo pensaba, en ese momento, en que es un aparato que me sirve para simples emergencias, para llamar cuando sea necesario o para que mis familiares me contacten cuando lo necesiten; y obviamente para escuchar música cada que quiera. Sin embargo a ellos parece excitarles la llamada velocidad de conexión a internet, las múltiples y bonitas fotografías que pueden capturar y una cantidad enorme de aplicaciones que pueden servir para gran cantidad de cosas.

   Siendo totalmente sincero comencé a pensar en que mis amigos no son las únicas personas que piensan de esta manera, como ellos, gran parte de mi familia piensa de este modo y, a decir verdad, no los culpo porque incluso yo mismo me he detenido a contemplar esa especie de celulares cuando los encuentro en algún aparador de las tiendas en los centros comerciales. En los lugares dominados por la extravagancia, la comodidad, las grandes filas, la ropa de moda y los empleados que solo se diferencian por el color de su camisa: amarillo para el que recibe a los clientes en la puerta, azul para aquel que te explica las características del producto, y blanco para el que cobra detrás de las cajas. Llama la atención que dentro de este otro mundo funcione más el orden y la coordinación que en nuestro mundo.

   Esto es lo que más me sorprende en esta especie de tiendas tan grandes: la mecanización con la cual se trabaja, teniendo un lugar específico para cada cosa y un empleado específico, de igual forma, para cada cosa. Seamos sinceros, es obvio que esto es así  para aprovechar mejor las dimensiones de la tienda y el rendimiento de los empleados y, así mismo, de la venta de los productos pero, ¿Cuál es entonces el mensaje que envían al consumidor? El cual no se detiene en ningún momento a pensar en este tipo de orden y se deja llevar por lo bonito que es todo y lo “moderno” de los aparatos que en estas tiendas se venden.

   Ahora bien, es esto lo que se nos ofrece siempre, es esto lo que se le vende a las personas que consumen en todas las tiendas departamentales, la imagen, la “belleza” del producto, lo bonito. Es la venta propia del placer, es esto lo que se ofrece y se compra (y no a un precio muy barato), es lo que saben que la gente quiere, pues, antes de que el producto saliera a la venta ya estaba siendo anunciado en alguna cadena televisiva, dispuesta a ser rebajada en un 20% solo para que todos aquellos con un poder adquisitivo más bajo puedan aspirar a él, atendiendo el texto de Garzón <>. (Garzón, 2005, 49). El primer paso ha sido dado.

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