Autoestima
rikrtito10 de Septiembre de 2013
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La competencia personal es producto de la capacidad de un individuo en dos habilidades importantes: conciencia de sí mismo y autocontrol. Estas destrezas se refieren más a la persona que a su interacción con los demás. La conciencia de sí mismo es la capacidad de percibir exactamente las propias emociones en un momento dado y comprender las tendencias de comportamiento en diversas situaciones. Implica conocer las reacciones típicas frente a hechos específicos, retos e incluso personas. Una comprensión cabal de nuestras tendencias es importante, pues aumenta la capacidad para hallarle rápidamente sentido a nuestras emociones. Un alto grado de conciencia de sí mismo requiere disposición a tolerar la incomodidad de enfocarse directamente en emociones que pueden ser negativas. También, es fundamental enfrentar y comprender los sentimientos positivos.
La única manera de entender genuinamente las emociones es invertir tiempo suficiente para pensar en ellas, para averiguar de dónde vienen y por qué están ahí. Las emociones siempre tienen un propósito. Puesto que son reacciones a la experiencia de vida, siempre provienen de algún lugar. Muchas veces parecen surgir de la nada y es importante comprender por qué las circunstancias actuales son tan importantes como para generar una reacción.
Sentido de Competencia Personal.
Es la convicción de que se está lo suficientemente capacitado y preparado para poder hacer frente a cualquier situación que se nos presente aunque sea imprevista. Es la convicción de que, aunque no se conozcan todas las respuestas, uno puede buscarlas y encontrarlas. Es una <<sensación de poder>> que se consigue de los propios conocimientos y experiencias positivas.
El niño adquiere este sentimiento de poder cuando aprende a resolver él solo el mayor número de problemas y conflictos que se le presenten. Es la consecuencia de tomar decisiones que le lleven a resultados satisfactorios, de averiguar dónde encontrar los recursos que necesita, de aprender a utilizarlos, de cómo conseguir las necesarias informaciones y de cómo hacer buen uso de ellas.
Hay que tener cuidado de no proteger demasiado a los niños en situaciones conflictivas. Hay que animarlos a enfrentarse a riesgos razonables y a superarse a sí mismos. De los padres depende muy a menudo que los niños consigan hacerse independientes lo antes posible.
Un camino desafortunado muy usual es el de no preocuparse o no tomar interés en lo que hace el niño y abandonarlo a su propia iniciativa; otro es el de sobre protegerlo demasiado, sin hacerlo sentir el necesario afecto, apoyo moral, reconocimiento y feedback que le permitan enfrentarse a posibles errores como parte del aprendizaje en lugar de considerarlos como fracasos.
Una gran parte de los niños, los más débiles, renuncian y pierden interés. Otros los más dotados, llegan a motivarse aunque desarrollen un sistema de supervivencia desde la separación y la renuncia a la colaboración y apoyo de los demás.
Un tercer camino, igualmente negativo, es el de pretender de los niños objetivos y tareas que desbordan su capacidad. A menudo los padres que tienen estas exigencias ni siquiera están disponibles para ayudar a sus hijos en el cumplimiento de estos objetivos.
Hay un camino que permite el pleno desarrollo de la competencia, seguridad, motivación, y auto-concepto del niño. También en este caso hay varios caminos para los padres. Uno es el alentarle haciéndole ver que está capacitado para aprender y actuar de la forma correcta si se lo propone. Le apoyan, le dan retro-alimentación y le animan .
El niño se siente capaz e independiente pero sabe que si pide apoyo de sus padres, ellos están dispuestos a ayudarle en cualquier momento que se lo pida.
Aprender a pedir es otro factor de crecimiento. Es necesario saber decir no, si pensamos que es lo mejor para el niño. Si
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