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Cheo Feliciano


Enviado por   •  5 de Mayo de 2015  •  6.423 Palabras (26 Páginas)  •  145 Visitas

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Cheo Feliciano es tal vez el último de los grandes soneros que dominaron el pentagrama de la música latina desde la década de los 50 y hasta el esplendor de la salsa en década de los 70, por su facilidad para expresar sus temas con sentimiento y capaces de pasar de un bolero, a un montuno, a una guaracha o un mambo. De la escuela de Tito Rodríguez, Benny Moré y Vitín Avilés es poseedor de una melodiosa voz para las canciones románticas y una potente voz, con facilidad para el fraseo y el soneo en los temas bailables latinos.

José Cheo Feliciano. Su nombre completo es José Luis Ángel Jacinto Feliciano Vega. Nació el 7 de julio de 1935 en el barrio Pancho Coimbre (Francisco "Pancho" Coimbre Atiles, uno de los más grandes beisbolista oriundo de Puerto Rico) , de La Perla Del Sur, como se le conoce a Ponce, en Puerto Rico. Sonero por excelencia, Cheo es una leyenda viviente de la música latina y del movimiento de la salsa. Hijo de un humilde carpintero, Don Prudencio Feliciano y una jibarita ama de casa, Doña Crecencia Vega; completaba la familia un hermano menor.

Cheo era un niño tímido, pero feliz, que acudía a la escuela y para quien la música era algo que no le llamaba mucho la atención en esos primeros años de su vida, aunque creció escuchando los boleros del Trío Los Panchos. Curiosamente, Cheo nunca cantaba, pero era la percusión lo que le gustaba, aspiraba ser un gran percusionista, puesto que en el barrio de Ponce donde vivía eran muy populares los pleneros; en especial acudía donde un vecino que tocaba las congas, donde escuchó de los rumbones. De esta forma, alrededor de los 7 u 8 años conformó en el barrio su primer grupo, que llamó “El Combo Las Latas” porque todos los instrumentos eran hechos con latas; tocaba algo así como la imitación de unas congas; aunque era un niño, a esa temprana edad fue entendiendo sobre percusión, melodía y canto.

Su primer contacto, algo más serio, que tuvo con la música fue con la música clásica que escuchaba en casa de un vecino todas las tardes camino de regreso de la escuela a su casa. Este interés por la música llevó a Cheo a pedir a sus padres que lo matricularan en la primera Escuela Libre de Música “Juan Morel Campos” de su natal Ponce, establecida por primera vez en el Teatro La Perla, donde los camerinos eran los salones de clases; se denominaba “Libre” porque los niños que asistían a los ensayos eran todos de familias pobres, de modo que el gobierno los auspiciaba. Allí fue donde adquirió su primer entrenamiento básico en lectura musical, por lo menos un poco. Cheo quería aprender a tocar el trombón; pero en ese momento la escuela tenía sólo uno, y tenía 40 estudiantes asignados a ese trombón. Irónicamente, por el tiempo cuando la familia se trasladaba a Nueva York, fue cuando llegaron los trombones, aproximadamente 25, pero dos días después la familia se estaba marchando.

Contaba con la edad de 17 años cuando Cheo y su familia salieron de la Isla del Encanto, para establecerse en Nueva York –como muchas familias puertorriqueñas tuvieron que hacerlo, por este tiempo, en busca de mejorar su situación económica–; estaba cursando su segundo año de escuela secundaria y ya se había definido acerca de lo que realmente quería hacer en su vida, y esto fue, ser nada más, que músico. Abandonó sus estudios de la escuela secundaria por estudiar con las mejores orquestas latinas en Nueva York, pues estaba interesado en la música y la percusión; quería llegar a ser uno de los más grandes percusionistas. En Nueva York, El Barrio o Spanish Harlem (como era conocido East Harlem, una comunidad compuesta principalmente por inmigrantes hispanos) era muy famoso por sus rumbones, aquí comenzó a hacerse conocer como conguero. También empezó haciendo algo de vocalización líder debido a que en los rumbones que se formaban en la playa o en el parque, había que tener a alguien cantando, no por otro motivo.

Tito Rodríguez con Louis Ramirez. Foto de Martín Cohen.

Su relación con Tito Rodríguez

Llegó hasta la Federación De Músicos, ubicada en la calle52 y 8ª Avenida en Nueva York, con la intención de registrarse como percusionista y allí casualmente se encontró con todos los grandes músicos, con la suerte que todos se hicieron sus amigos, como Frank “Machito” Grillo, Tito Puente, Tito Rodríguez, Kako (Francisco Ángel Bastar), Mongo Santamaría, Willie Bobo (William Correa), Joe Bataan y mucho otros de ese tiempo, ellos se reunían allí para conseguir los trabajos y contratos. Se fue colando poco a poco y como la idea era estar entre ellos se convirtió en ayudante de las orquestas, cargando instrumentos; eso se llama un vallet.

Así estableció una estrecha amistad con muchos de los músicos y los percusionistas de las diferentes orquestas quienes le enseñaron sus secretos musicales. Sus ensayos eran después de trabajar en las descargas en el barrio; en alguna ocasión manifestó “Ya en los rumboncitos que hacíamos en el Central Park soneaba mi poquito y los muchachos me decían que lo hacía muy bien”. El punto de reunión era en el lado izquierdo de la tarima del famoso Palladium, casa de las más grandes estrellas de la música latina.

A sus 19 años, Cheo entró como vallet en la banda de Tito Rodríguez. En cierta ocasión, en uno de los ensayos previo a una de las presentaciones del maestro Tito, los amigos de Cheo, entre ellas “Cocó”, la mujer que posteriormente sería su esposa, y aquellos que lo habían escuchado cantar en los rumbones, le pidieron a Tito que le diera una oportunidad para que Cheo cantara; el maestro se sintió extrañado, no sabía que estaban hablando de su bandboy, “Cheo, tú cantas?” –preguntó Tito– y él tuvo el valor y la osadía de contestarle “Yo soy el más grande cantante del mundo”. Tito sonrió y dijo: “Bien, vas a tener que probarlo ahora.”. De modo que él lo presentó en el famoso Palladium de Nueva York de una vez con su Big Band y dijo “Damas y caballeros, con ustedes, el más reciente descubrimiento de la escuelita.”. Así llamaba Tito Rodríguez a su banda, la escuela, porque muchos de los grandes habían pasado por ella. Le dio las

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