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EL ALMA DE LA TOGA


Enviado por   •  8 de Abril de 2015  •  1.578 Palabras (7 Páginas)  •  237 Visitas

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ELOGIO DE LA CORDIALIDAD.

A este tema no le encontré mucha relación con el titulo de “elogio de la cordialidad” pero voy a resumir lo que quiso decir Ossorio al lector.

Al comienzo habla de los abogados y los jueces. De como se tiene ya la mala y errónea idea de que el juez hace favoritismos y el abogado miente. Permítanme explicarlo de una manera mas clara. El juez piensa del abogado: “¿En qué proporción me estará engañando? y el abogado piensa del juez: ¿A qué influencia estará sometido para frustrarme la justicia?”

Nos hallamos tan habituados a pensar mal y a mal decir, que hemos dado por secas las fuentes puras de los actos humanos. Gran torpeza es esta. Las acciones todas y más especialmente las que implican un hábito y un sistema, como las profesionales- han de cimentarse en la fe, en la estimación de nuestros semejantes, en la estimación de nuestros semejantes, en la ilusión de la virtud, en los móviles levantados y generosos. Quien juzgue irremediablemente perversos a los demás, ¿cómo ha de fiar en sí mismo, ni en su labor, ni en su éxito? Hay que poner el corazón en todas las empresas de la vida.

CONCEPTOS ARCAICOS.

Para los jueces cumplir la regla al pie de la letra es, en muchas ocasiones, criminal; y si los jueces no han de hacerse cómplices de corrupciones o abandonos, deben usar su criterio para obtener resultados satisfactorios en un juicio, ya que en muchas ocasiones los reglamentos son oscuros y faltos de verdad y humanismo. Así que el juez debe resolver los casos como lo juzgue mejor y no tal y como lo dicen Códigos y autos.

EL ARTE Y LA ABOGACIA.

No es abogado quien no tiene una delicada percepción artística.

Algunos tienen como elementos de expresión la aritmética, la química o el dibujo lineal, nosotros usamos la palabra escrita y hablada, es decir, la más noble, la más elevada y artística manifestación del pensamiento. No existe antagonismo entre el Arte y la Abogacía.

El abogado debe tener inexcusablemente:

• una revista jurídica de su país y otra extranjera.

• Una mitad - según las aficiones - de todos cuantos libros jurídicos se publiquen en su país.

• Unos cuantos libros de novela, versos, historia, crónica, crítica, sociología y política.

Las novelas y los versos los recomendé porque son la gimnástica del sentimiento y del lenguaje. Son para que el abogado amplíe el horizonte ideal y mantenga viva la renovada flexibilidad del lenguaje.

Un abogado debe ubicar los libros como articulo de primera necesidad y dedicar a su adquisición un cinco, un cuatro o un tres por ciento de lo que se gane, aunque para ello sea preciso privarse de otras cosas. Y si el abogado no puede alcanzar ni aún ese límite mínimo, que no ejerza. La abogacía es profesión de señores y, a la manera que el derecho dé sufragio, debe estar vedada a los mendigos. No se eche esto a cuenta de un orgullo mortificante, sino a la de una rudimentaria dignidad. Que diríamos de un médico que no tiene estetoscopio para auscultar. Pues apliquemos la alusión al abogado y tratémosle de igual manera.

LA CLASE.

Los abogados, por lo mismo que nuestra misión es contener, cuando cesamos en ella buscamos la paz y el olvido. No hay campañas de grupo contra grupo, ni ataques en la prensa, ni siquiera pandillas profesionales como en otras profesiones. Al terminar la vista o poner punto a la conferencia, nos despedimos cortésmente y no nos volvemos a ocupar el uno del otro. Apenas y de vez en cuando nos dedicamos un comentario mordaz o irónico. Nuestro estado de alma es la indiferencia; nuestra conducta, un desdén elegante.

Hay una costumbre que acredita la delicadeza de nuestra educación. Después de sentenciado un pleito y por muy acre que haya sido la controversia, jamás el victorioso recuerda su triunfo al derrotado. Por el contrario, el vencido es quien suele suscitar el tema felicitando a su adversario - incluso públicamente - y ponderando sus cualidades de talento, elocuencia y sugestión, a las que, y no a la justicia de su causa, atribuye el éxito logrado.

Las clases no implican desnivel personal sino diferenciación en el cumplimiento de los deberes sociales.

CÓMO SE HACE UN DESPACHO.

La condición inexcusable para triunfar en una profesión es sabré ejercerla. Un tonto puede prevalecer en lo que depende de la merced, mas no en lo que radica en el crédito público.

Medios que un letrado tiene para darse a conocer:

- La Asociación. O sea, trabajar en colaboración, estableciéndose bajo una razón social dos o más compañeros y creando entre todos un consultorio. Repruebo sin vacilar ese procedimiento por esencialmente incompatible con nuestra profesión. ¿Cómo será posible dividir en partes alícuotas la estimación de un problema y el modo de tratarle y la responsabilidad del plan

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