EL ALMA DE LA TOGA.
FERNANDALM2795Tesis29 de Abril de 2015
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EL ALMA DE LA TOGA.
QUIÉN ES ABOGADO
En el primer capítulo el autor se encarga de definir correctamente el término de "abogado", pues nos dice que ser abogado va más allá de haber recibido un título con Licenciatura en Derecho, para poder ejercer la profesión de "abogado" debemos dedicar nuestra vida a dar consejos jurídicos y a promover la justicia dentro de los tribunales.
En conclusión un abogado es, el que ejerce permanentemente la Abogacía. Los demás serán solamente licenciados en derecho, pero solo eso.
FUERZA INTERIOR
En este capítulo nos dice que en nosotros mismos hay una fuerza, que no hallaremos en ningún otro lugar, esta fuerza es la que nos ayuda a enfrentar las injusticias que se nos presentan. Incluso cuando nuestra dignidad se ve empañada por agresiones debemos siempre mantener nuestro orgullo en alto y hacer justicia.
Da una recomendación para las agresiones y críticas de la gente: Confiar en sí mismo, vivir la propia vida, seguir los dictados que uno mismo se imponga y desatender lo demás.
Menciona que el abogado tiene que estar seguro de que tiene aquella fuerza interior que ha de hacerle superior y le da valor y en cuanto tenga dudas de ello en ese momento debe cambiar de oficio.
LA SENSACIÓN DE LA JUSTICIA
"La Justicia no es fruto del estudio sino una sensación", nos dice Ángel Osorio. Y es cierto pues la justicia no es algo que se pueda aprender, es algo que solo se aprende en la vida. Actualmente el sentido de la justicia de muchos abogados se ha visto nublado, porque en nuestra sociedad lo que importa es el dinero, no lo que en realidad es justo y equitativo. En resumen lo que quiere decir con las palabras "la sensación de la justicia" es que procuremos no actuar tan apegados a las leyes, que usemos lo que nosotros tenemos conceptualizado como bueno, equitativo, prudente, cordial y sobre todo justo.
LA MORAL DEL ABOGADO
En la moral del abogado de lo que Ossorio nos habla es del criterio que debe tener un abogado. Y comienza: La abogacía no se cimienta en la lucidez del ingenio, sino en la rectitud de la conciencia. Malo será que erremos y defendamos como moral lo que no es; pero si nos hemos equivocado de buena fe, podemos estar tranquilos. Cita las palabras del novelista Collete Iver. "Nuestro oficio ¿es hacer triunfar a la justicia o a nuestro cliente? ¿Iluminamos al Tribunal o procuramos cegarle?
Pero a mi pensar, ¿quién decide lo que es moralmente correcto y lo que no? Y aquí es donde entra otra cosa importante que nos menciona el autor, "Abogado que sucumba al qué dirán, debe tener manchada su hoja de servicios con la nota de cobardía". Pues para lo que muchos sea correcto, puede que para otros no lo sea, y si nos dejamos llevar por lo que dicen los demás jamás llegaremos a ser quienes en un principio soñamos que seríamos.
EL SECRETO PROFESIONAL
Es gracioso, pero es totalmente cierto que día a día nosotros hacemos lo mismo, y es que no sabemos guardar secretos, porque lo contamos a una persona de nuestra confianza y esa persona se lo cuenta a otra persona de su confianza y así sucesivamente como nos explica el autor. Y puede que en nuestra vida diaria aunque este mal visto la gente lo hace pensando que no traerá muchas repercusiones, pero en muchos de los casos si las trae.
Como abogados, se debe evitar esto, pues al revelar un secreto que le revela el cliente puede ser totalmente atroz para el veredicto del juez. Aquí recaemos en un punto tocado previamente en los capítulos anteriores, y es que el abogado al aceptar un caso se presume que es por una causa justa, yo opino que si al abogado se le confía algún secreto que diga que el cliente es totalmente culpable mejor abandone el caso, sin tener que revelar el secreto y no defender una causa que no es justa.
LA CHICANA
Como nos dice el autor, hay casos en los que por un buen motivo sea necesario hacer una chicanearía, queda en la conciencia de cada abogado hacerlo o no. Yo quisiera decir, que la chicana es algo malo, porque de cierta forma es como manipular la ley en nuestro beneficio, o más bien el beneficio del cliente, pero el sentido de el buen desempeño de la abogacía es algo que se ha ido perdiendo, donde la chicana puede que en ciertos casos no sea tan mal visto como en otros.
Por ejemplo, puede que nosotros estemos seguros que nuestro cliente es inocente que las pruebas y argumentos presentados son falsos y que la prueba primordial para ganar el caso nos esté llegando por decir el martes por la tarde, pero la última sesión del juicio es el lunes por la mañana. Es aquí donde queda totalmente a discreción del abogado si hace una chicanearía por una buena causa o se rige por lo ya estipulado por la ley, con posibilidades de perder el caso.
LA SENSIBILIDAD
El abogado no puede ser ni frío de alma ni emocionable.
Es cierto que la abogacía es una constante lucha de pasiones, pero está en nosotros no sucumbir a ellas, esto no quiere decir que debamos ser totalmente fríos y escépticos, sino que no podemos inclinarnos por involucrarnos mucho o no involucrarnos en lo absoluto y simplemente que sea una cuestión de ganar, por dinero, porque como nos dice el autor esto nubla nuestro buen juicio. Y es que muchas personas esperan conectarse en algún momento con su abogado, es decir, que este pueda sentir un poco de su sufrimiento. Pero siento que el abogado debería analizar la situación, preocuparse por su cliente sin pasar ese límite en el que todo se vuelve personal y ampararse y hacer buen uso de lo que dicta la ley.
EL DESDOBLAMIENTO PSIQUICO
Es muy interesante el punto este que toca el autor. Me parece que para proceder muchísimo mejor en un caso, es de gran importancia llegar a conectarse con el cliente. Para esto, es bueno dejar a un lado nuestros intereses y nuestro bienestar, y ponernos en los zapatos del cliente. No es cuestión de olvidarse quiénes somos, sino el renunciar a ciertas cosas que podrían interrumpir nuestro trabajo y utilizar nuestras facultades como buenos abogados.
LA INDEPENDENCIA
Hablando de independencia en el sentido de libertad creo que se define claramente el concepto de este subtema con las palabras de Mr. Raymond Poincaré: "en ninguna parte es más completa la libertad que en el foro. La disciplina profesional es leve para los ciudadanos de su dignidad y apenas añade nada a los deberes que una conciencia poco delicada se traza a sí misma. Desde que se crea por su trabajo una situación regular, el Abogado no depende más que de sí mismo. Es el hombre libre, en toda la extensión de la palabra. Solo pesan sobre él servidumbres voluntarias; ninguna autoridad exterior detiene su actividad individual, a nadie da cuenta de sus opiniones, de sus palabras ni de sus actos.
EL TRABAJO
El ser abogado es un trabajo que necesita de mucha dedicación y esfuerzo, pero más que todo necesita ser amada. Involucra muchos sacrificios, como el dedicarle muchísimas de nuestras horas de sueño, aunque el autor nos dice que es preferible que le dediquemos las primeras horas de la mañana porque así el entregamos nuestros primeros esfuerzos y no las de la noche en la que simplemente le entregamos los residuos. Esta profesión o se ejerce apasionadamente o no se ejerce, añadiendo que dichosos son los que tienen la posibilidad de ejercerla, porque no son muchas las profesiones que nos retan tanto como esta, que siempre nos piden más y nos hacen crecer muchísimo como individuos de una sociedad.
LA PALABRA
Me parece que Ángel Osorio acierta mucho a la hora de explicarnos por decirlo de algún modo la clave para el buen uso de la palabra. Porque si bien es cierto que tanto la cordialidad hacia las otras personas, ya sea el otro abogado, o el juez; el uso correcto del léxico, mas no tan rebuscado pues lo que se intenta es que se entienda lo que queremos transmitir; y la amenidad, pues es muchísimo más agradable escuchar a es apersona que nos habla con calidez y sencillez a la que nos habla de manera tosca. Abogados aprenden a manejar la oratoria para captar la atención de los jueces
EL ESTILO FORENSE
El abogado debe ser un artista, quizás no lo sea desde su nacimiento, pero ha de prepararse hasta lograr perfeccionar el arte de la escritura y la oratoria. Aparte de esto también necesita adecuar sus capacidades como narrador, historiador, novelista y psicólogo.
Se hace la aclaración de que no hay que caer en adular al juez, si bien es cierto él es el que tiene la última palabra, pero así como nosotros tenemos que prepararnos tanto él tiene que estar dispuesto a escuchar y prestar atención por más cansado que esté de escuchar largos argumentos, es su trabajo al fin y al cabo, y de igual forma está en nosotros captar su atención por medio de nuestras palabras.
ELOGIO DE LA CORDIALIDAD
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