El Estado: Lo Político

El Estado: Lo Político

Salvador Dosamantes de la Rosa

El hombre que conoce al Estado

encuentra el sentido de todas sus acciones.

[Introducción]

La concepción del Estado moderno surge en Italia con el Renacimiento en el siglo XV. Con ello, la Ciencia Política se seculariza, es decir, abandona sus principios ético-religiosos que habían servido como base para todos sus fundamentos.

Desde luego, estos cambios drásticos en masa repercuten fuertemente en la sociedad y ello se vio reflejado, como prueba fehaciente, en la gran cantidad de manifestaciones ideológicas con respecto a la Ciencia Política, la Ciencia del Estado.

Como corolario, grandes pensadores elaboraron doctrinas que con el transcurso del tiempo no han perdido su validez, todo lo contrario, gran parte de ellas aportaron principios que siguen patentes hoy en día.

En relación con este último comentario, una de las más grandes teorías expuestas durante esta época de cambios relevantes para la posteridad, sin duda alguna, fue aquella que concebía al Estado como un todo, como un núcleo de poder. En tales condiciones, aquí claramente observamos el abandono de la posición teocéntrica en la concepción del Universo y la imposición de la posición antropocéntrica, la cual ubica al hombre como eje central y principal motor de todas las actividades.

Indudablemente, esta época constata lo que en la antigüedad, a través de importantes postulados, se había omitido: la naturaleza del hombre como ser político. Y es, por ello, que surgen diferentes propuestas para la solución del enigma principal: ¿cuál es la relación existente entre el Estado y la Política? Tal cuestionamiento es el propósito del presente ensayo.

La respuesta implica, por consiguiente, explicar: ¿qué es el Estado? y ¿qué es la política?

Los filósofos y pensadores que abordaron la primera cuestión como objeto central de su teoría, no pudieron evitar encontrarse con una variedad notable de dificultades: unos lo consideraban como un centro de fenómenos sociales; otros, abogaban que el Estado no era más que el orden jurídico positivo y, finalmente como mediadores, aquellos que lo descubrían como un centro de fenómenos sociales donde sea crea y se aplica el orden jurídico.

A lo largo de nuestro análisis hicimos mención en algún momento de la teoría radical del Estado, de considerarlo un centro para la obtención, conservación y fortalecimiento del poder. Naturalmente, esta posición, tantas veces criticada, nos recuerda una serie de estrategias y cualidades que debe poseer el gobernante idóneo: habla de la virtú y la fortuna.

Por una parte, tendremos que explicar ambas características para entender mejor aquella propuesta: virtú, es un vocablo italiano que hace alusión a la habilidad, inteligencia, malicia, hipocresía, disimulo, desconocimiento de la palabra dada y la crueldad cuando sea necesaria en defensa del poder; por otra parte, la fortuna no es sino el azar que dará al gobernante lo necesario, aunado a la virtú, para la obtención definitiva del poder.

Ahora bien, hay una coincidencia que llama nuestra atención: en diversas ocasiones hemos mencionado y vinculado a las palabras Estado y Política, pues bien, de ellas surge una nueva cuestión: ¿cuál es la relación existente entre el Estado y la Política? Lo responderemos. Debemos primeramente, entender al Estado como un ente de cultura, no sólo en el aspecto sociológico, no sólo en el aspecto jurídico,

...