El Olvido Que Seremos

Un olvido perdurable

Abad Faciolince, Héctor. El olvido que seremos. Noviembre de 2006. Editorial Planeta. P 274.

Héctor Abad Faciolince es un escritor, traductor y periodista. En 1977 realizó estudios de filosofía en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, y de Medicina en la Universidad Javeriana de Bogotá. En 1978 viajó a México y estudió talleres de poesía y narrativa en La Casa del Lago, el primer campus cultural de la Universidad Autónoma de México. En 1979 regresó a Medellín y comenzó a estudiar Periodismo en la UPB. Actualmente es columnista y asesor editorial del diario El Espectador. Colabora también con El País de Madrid, el NZZ de Zúrich, y otras publicaciones nacionales e internacionales. Sus novelas han sido traducidas a distintas lenguas, entre ellas inglés, portugués, italiano, chino, francés y alemán.

El escritor nos narra en el libro la vida, obra y memorias de su padre, el doctor Héctor Abad Gómez quien fue un luchador incansable de las injusticias de la sociedad vividas en Antioquia en la época de los 50 hasta el día de su muerte el 25 de agosto de 1987, tiempo donde lucho por los más pobres, por los menos favorecidos y por una igualdad social al punto de ser catalogado como un comunista y un peligro para la sociedad.

No sé si al escribir esta reseña critica soy crítico, valga la redundancia ya que me ha conmovido cada palabra escrita en el libro, quizá por la afinidad que tengo con mi padre, seguramente no igual a la que tenía el autor con el de él pero que si ha hecho que escriba más con el corazón que con la razón.

Es un libro que desborda de amor confeso, un amor impúdico del que el lector tampoco se avergonzaría. Y también aceptaría el terrible regalo de tener por padre a un ser amoroso que un día será asesinado, y su herencia será también de dolor. El héroe personal que cae abatido, para cumplir su destino de héroe.

Es tal ese amor sin muros ni acomodos, que igual seguiría golpeando en el recuerdo del hijo si el padre hubiera muerto tranquilamente en su cama. Pero el caso es que el padre que llena las páginas de este libro línea a línea fue ultimado a tiros por unos sicarios bajo paga en una calle de Medellín, y eso no cambia el destino del amor profeso, pero lo ilumina con un aura de dramatismo que viene a ser tan grande como el aura de ese mismo amor

El padre asesinado. “Es una de las paradojas más tristes de mi vida: casi todo lo que he escrito lo he escrito para alguien que no puede leerme, y este mismo libro no es otra cosa que la carta a una sombra...”, dice el hijo.

Una sombra a la que después de 20 años de haber sido asesinado tuvo la fortaleza de escribirle, no lo hizo antes como dice el, para no llenar de lágrimas las teclas de un computador y porque prefería escribir con serenidad, quizá para no juzgar a nadie y si para rescatar lo maravilloso de ese ser con el que hubiera ido al infierno a cambio del mismo cielo con tal de estar con él.

En lo personal cumple con su objetivo: postergar ese olvido que seremos, el olvido de una sociedad que como a ellos no les toca, no les duele, pero si dejáramos esa indiferencia a un lado y tuviéramos la verraquera que tuvo el doctor Héctor Abad Gómez para luchar por los menos favorecidos sin importar ni siquiera la muerte, habría esa igualdad por la que el lucho y que nunca consiguió, pero no los juzgo porque así como dice su hijo (Abad Faciolince) “No creo que la valentía sea una cualidad que se transmita genéticamente y ni siquiera, lo que es todavía peor, que se enseñe con el ejemplo…” Así que el si el hijo de un hombre valiente siente miedo, es normal que la gente del común sienta esta batalla por la igualdad perdida.

Concluyo con una frase que aunque no es mía la siento propia y se la digo a mi padre "¿Cuántas personas podrán decir que tuvieron el padre que quisieran

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