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Ensayo sobre Ambrosio de Milán


Enviado por   •  29 de Noviembre de 2016  •  Biografías  •  2.896 Palabras (12 Páginas)  •  272 Visitas

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Clase GTHE 503 – Historia de la iglesia primitiva y medieval

Estudiante: María L. Santiago Lebrón

Profesor: Gabriel Raimondo

1 de abril de 2016

Ensayo sobre Ambrosio de Milán

Introducción

En los cinco primeros siglos del cristianismo ocurrió un importante desarrollo ya que cinco capitales se convirtieron en activos centros de actividad cristiana: Jerusalén, Antioquía, Alejandría, Constantinopla y Roma. Cada una de ellas, así como cada diócesis a lo largo de la iglesia, tenía nombrados sus obispos. Con el tiempo, los obispos de las ciudades mayores se reconocieron como de más alto rango que los de las comunidades cristianas menos pobladas. Los obispos de las iglesias de los cinco grandes centros metropolitanos fueron con el tiempo reconocidos como los cinco obispos de más alto rango. Se les llamaba patriarcas. Lo cierto es que cuatro de las cinco ciudades se encontraban en la parte oriental del imperio; Roma era la única ciudad patriarcal de occidente.

Sin embargo, el desarrollo del pensamiento y la teología cristiana se debe en gran medida al ministerio de pensadores que no necesariamente pastorearon o fueron obispos en estas ciudades. Ese es el caso de los llamados doctores de la Iglesia quienes han ejercido una influencia especial sobre el desarrollo del cristianismo, sentando las bases de la doctrina sucesiva, o interpretando de forma esclarecedora y perdurable vastos campos de la Revelación. En breve ensayo me propongo estudiar la vida de Ambrosio de Milán, quien es considerado uno de los doctores de la iglesia por su influencia en el desarrollo del cristianismo.

     

Vida Familiar y Formación

De acuerdo a fuentes católicas los datos que nos pueden servir para hacer la biografía de Ambrosio están mayormente dispersos entre sus escritos, dado que su “Vida”, escrita luego de su muerte por su secretario, Paulino, y a sugerencia de San Agustín, es extremadamente frustrante.[1]  Quizás es por eso que algunas fuentes indican que su nacimiento ocurrió en el año 333 mientras otras lo establecen en el año 339 ó el 340.  Si embargo, en todos los casos su muerte se fija el 4 de abril del año 397 de nuestra era cristiana.  En la época de su nacimiento, su padre, que también se llamaba Ambrosio, era prefecto en la Galia, y en ese carácter gobernaba los actuales territorios de Francia, Bretaña y España, además de Tingitana, en África. Era una de las grandes prefecturas del Imperio y se trataba del puesto más alto que podía ocupar cualquier súbdito. [2]   Las tres principales ciudades de la provincia, Tréveris, Arles y Lyon, se disputan el honor de haber sido el lugar de nacimiento de Ambrosio, quien era el menor de tres hijos, sin embargo el consenso general es que su nacimiento ocurrió en la ciudad de Tréveris. [3]

Su hermana, Marcelina, se hizo monja, y su hermano, Sátiro, al ser electo Ambrosio al episcopado, renunció a la prefectura para vivir con él y relevarlo de las tareas temporales. El padre, Ambrosio, murió alrededor del año 354. A raíz de ello la familia se mudó a Roma. La santa y virtuosa viuda fue grandemente ayudada en la educación religiosa de los hijos por su hija,

Marcelina, quien tenía diez años más que Ambrosio. Para ese entonces Marcelina ya había recibido el velo de las vírgenes de manos de Liberio, el Pontífice Romano, y vivía en casa de su madre en compañía de otras vírgenes. Fue de ella que el Santo aprendió a mostrar ese amor por la virginidad que luego se convirtió en su característica. Su progreso en conocimientos seculares iba a la par de su crecimiento en la piedad. Fue una bendición especial para Ambrosio mismo y para la Iglesia el que él hubiese adquirido tan gran dominio del idioma y literatura griegos, cuya carencia es tan dolorosamente patente en San Agustín y, en la generación posterior, en San León Magno. [4] 

Una vez terminada su educación liberal, el Ambrosio dedicó su atención al estudio y práctica del derecho, y muy pronto se distinguió por la elocuencia y habilidad de sus alegatos en la corte del prefecto pretoriano, Ancius Probus. Fue por ello que este último lo incorporó a su consejo y más tarde obtuvo para él del emperador Valentiniano el puesto de gobernador consular de Liguria y Emilia, con residencia en Milán.  No hay forma de saber cuánto tiempo gobernó esa provincia. Lo único que sabemos es que su honesta y humanitaria administración le ganó el afecto y la estimación de todos sus gobernados, pavimentando así el camino para la revolución que iba a tener lugar en su vida poco después. Esto fue algo por demás notable, si tomamos en cuenta que en esa época Milán estaba en medio de un caos religioso causado por las continuas maquinaciones de la facción arriana.  

A la muerte del obispo Auxencio (año 374), de convicciones arrianas, los católicos ortodoxos deseaban asegurarse que el cargo lo ocupara un obispo no arriano.[5]  Probablemente esa fue una

de las razones para que cuando Ambrosio acude a la iglesia preocupado por salvaguardar el orden, el pueblo comenzó a clamar que le quería a él como obispo. Obtenida la aprobación del emperador, recibió el bautismo (pues era catecúmeno) y fue consagrado obispo de Milán el 7 de diciembre del año 374. [6]

Obispado y Aportaciones Teológicas

En su doctrina de Dios y de la Trinidad, Ambrosio sigue de cerca a los escritores griegos, especialmente Basilio, Gregorio de Nacianzo y Gregorio de Nisa, además de Hilario, quien vivió en occidente, pero escribió en griego. Es por eso que podemos decir que una de las principales contribuciones teológicas de Ambrosio estuvo en traducir la teología griega al latín. Esto resultó ser de importancia vital poco después de su muerte, cuando la irrupción de pueblos germanos que se habían convertido al arrianismo obligó a la iglesia de habla latina a defender su doctrina contra los arrianos. En cierto modo, Ambrosio preparó a la iglesia para ese reto que él mismo apenas atisbó.  En su interpretación de la Biblia, se inspira también en los mismos autores, además de Orígenes, a quien también sigue en varios puntos de su escatología.

En cuanto a la eucaristía, Ambrosio afirma que la naturaleza del pan le cede el lugar a la naturaleza del cuerpo de Cristo, pero insiste en la necesidad de distinguir entre el rito mismo y la gracia que actúa en el creyente.  En lo que a la liturgia se refiere, suele atribuírsele tanto el «canto ambrosiano» como a la liturgia del mismo nombre. Empero no está del todo claro hasta

qué punto éstos son obra de Ambrosio mismo, y hasta qué punto incluyen elementos posteriores a él. [7]  En su función de Obispo, Ambrosio luchó tenazmente contra el arrianismo hasta verlo derrotado en la Iglesia occidental. Ambrosio fue un fuerte defensor de la independencia de la iglesia respecto de los poderes políticos y civiles, y escribió y predicó abundantemente sobre temas morales y éticos.[8] En el año 390 obligó al emperador Teodosio a hacer penitencia pública por la masacre de siete mil personas en el circo de Tesalónica. Cuando el emperador quiso resistirle alegando que también el rey David había pecado gravemente, Ambrosio le respondió con toda firmeza: «Ya que le has seguido en el pecado, síguele también en el arrepentimiento». [9]

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