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John Kennedy


Enviado por   •  3 de Julio de 2014  •  525 Palabras (3 Páginas)  •  311 Visitas

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John Fitzgerald Kennedy

Tenía una gran efectividad como comunicador pero no todo respondía a una habilidad innata, Kennedy trabajaba exhaustivamente sus gestos, el tono y el contenido de sus discursos. Su figura transmitía optimismo, juventud y dinamismo, era la viva imagen de aquella nueva forma de hacer política cargada de idealismo que quería transmitir.

Se dice que carecía de oratoria, que titubeaba buscando la palabra correcta y se mostraba en general vacilante. Además, hablaba demasiado rápido y su voz era aguda. Desde luego, nada que ver con aquel aplomo que mostraría después. A medida que aprendió a dominarse, trabajó otros aspectos que le convirtieron en un orador poco convencional. Kennedy trataba de trascender la mera lectura de un texto, él pretendía dialogar con la audiencia. Por eso su estilo era suelto y engañosamente informal. Señalaba con el índice, agitaba los brazos, enfatizaba su acento de Nueva Inglaterra. Quería alejarse de la imagen de busto parlante, de político neutro carente de emociones.

El uso del humor, por ejemplo, necesitaba también de una prolija preparación. El chiste, en un discurso político, no podía ser amargo ni mordaz. Para ser eficaz tenía que ser pertinente, actual y de buen gusto. Sólo podía ser algo más sutil o irreverente cuando fuera dirigido contra sí mismo, algo que Kennedy hacía con cierta asiduidad y en general, con bastante éxito. Una vez, paseando por los jardines de la Casa Blanca, recién replantados, junto a unos pocos periodistas afirmó: “Este puede que pase como el verdadero logro de esta administración”. En otra ocasión, preguntado sobre si leía habitualmente la prensa, Kennedy respondió: “Ahora la leo más y la disfruto menos”. Una cosa que todos los grandes oradores tienen en común es que escriben en su mayor parte sus propios discursos. Kennedy no era una excepción a la norma. Contaba con un excelente equipo de asesores pero intervenía personalmente en la elaboración de todos sus discursos, los amoldaba a su personalidad, a sus valores, a su lenguaje, los hacía suyos.

La mayor parte de sus grandes discursos los escribió al alimón con Ted Sorensen. Ambos se complementaban perfectamente, uno era informal, católico y temperamental y el otro serio, judío y racional, uno era un estudioso y el otro un hombre de acción. Juntos, fueron capaces de darle a los discursos la perfecta mezcla de emoción y contenido que cada ocasión requería.

Hay siete principios que son comunes a todos los discursos de Kennedy durante sus tres años de presidencia y que de algún modo, marcan su agenda política:

1. Armonía, equilibrio y contrapesos entre los poderes.

2. Separación de los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial).

3. Republicanismo.

4.

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