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Mi Vidaa Segun La Lectura

levisely26 de Noviembre de 2013

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Al final se descubre la verdad y Enrique es condenado a muerte. Con el restablecimiento de la verdad, lejos de calmarse el espíritu de Fernando, se ensombrece más, pues advierte que Clemencia le culpa de haber acusado a su marido por celos. Fernando, para

quedar puro y sin mancha a los ojos de su amada, sustituye heroicamente al reo, y al darse cuenta exacta de lo ocurrido, Clemencia comprende la grandeza del alma de Fernando, y enloquece de desesperación, aunque ya nada se puede hacer.

Al final se descubre la verdad y Enrique es condenado a muerte. Con el restablecimiento de la verdad, lejos de calmarse el espíritu de Fernando, se ensombrece más, pues advierte que Clemencia le culpa de haber acusado a su marido por celos. Fernando, para

quedar puro y sin mancha a los ojos de su amada, sustituye heroicamente al reo, y al darse cuenta exacta de lo ocurrido, Clemencia comprende la grandeza del alma de Fernando, y enloquece de desesperación, aunque ya nada se puede hacer.

Al final se descubre la verdad y Enrique es condenado a muerte. Con el restablecimiento de la verdad, lejos de calmarse el espíritu de Fernando, se ensombrece más, pues advierte que Clemencia le culpa de haber acusado a su marido por celos. Fernando, para

quedar puro y sin mancha a los ojos de su amada, sustituye heroicamente al reo, y al darse cuenta exacta de lo ocurrido, Clemencia comprende la grandeza del alma de Fernando, y enloquece de desesperación, aunque ya nada se puede hacer.

Al final se descubre la verdad y Enrique es condenado a muerte. Con el restablecimiento de la verdad, lejos de calmarse el espíritu de Fernando, se ensombrece más, pues advierte que Clemencia le culpa de haber acusado a su marido por celos. Fernando, para

quedar puro y sin mancha a los ojos de su amada, sustituye heroicamente al reo, y al darse cuenta exacta de lo ocurrido, Clemencia comprende la grandeza del alma de Fernando, y enloquece de desesperación, aunque ya nada se puede hacer.

El doctor Hipólito relata a sus comensales una acerca de dos citas de Hoffmann escritas por un tal Fernando Valle poco antes de ser fusilado. El comandante Enrique Flores era un joven de buena familia, guapo, y tenía la cualidad de ser muy simpático, era el favorito de su jefe y muy querido por sus soldados. Asimismo, era irresistible a las mujeres, era un seductor, y tenía una buena suerte como nadie.

El comandante Fernando Valle, era todo lo contrario a Flores, cuya apariencia era un tanto pálida y enfermiza, para algunos repugnante. Era reservado, frío, y antipático para todo el mundo, sobre todo para las mujeres.

Cuando llegó el batallón a Guadalajara, Valle fue a visitar a una tía y prima que tenía en la ciudad, llegó de allá muy emocionado lo que era raro en él. Enrique, le preguntó la razón de su felicidad, a lo cual le contestó que había visto a su prima, quien era una bella señorita, Fernando claramente se encontraba atraído por ella. Enrique inmediatamente le preguntó cuando la podría conocer, y Fernando, quien sentía un tanto de agrado hacía Enrique, accedió a llevarlo.

Ya en la casa de su prima, se encontraron a la tía, Mariana, quien estaba acompañada por una amiga de Isabel, una linda muchacha morena, de cabellos negros. Posteriormente, Fernando presentó a su prima Isabel a Enrique, e Isabel hizo lo mismo con su amiga Clemencia. Las jóvenes cautivadas por la belleza de Enrique no podían contener sus miradas de interés, mientras que Fernando se encontraba conversando con su tía, pero no dejó de observar el interés de las jóvenes por Enrique. Al fin, se retiraron.

Después, las mujeres conversaban sobre Fernando y Enrique, señalando la apariencia enfermiza de Fernando, a la que Clemencia argumentó que no le parecía tan repulsiva como a Isabel. Y pasando a Enrique, ambas halagaban su elegancia y caballerosidad. De esto, surgieron las sospechas que ambas encontraban encantador a Enrique, y tal vez de ahí podría surgir alguna rivalidad entre ellas.

Mientras que los dos amigos al caminar comentaban sobre la visita a aquella casa. Fernando escuchaba como su amigo se expresaba diciendo que él no tenía corazón, de cómo las mujeres por naturaleza acaban con la fuerza del hombre, y Fernando, siendo un romántico, se encontraba espantado ante las cosas que su amigo decía. Al oír Fernando hablar a Enrique sobre la hermosura de su prima y de cómo le gustaría conquistarle, Valle palideció, lo que delató sus sentimientos hacía su prima. Sin embargo, Enrique que comprendió esto, le dijo que tenía el camino libre para conquistarle y que él se conformaría con la linda morena, Clemencia. Fernando comprendía que sólo así libraría a su prima de las garras del insensible conquistador que era Enrique.

A la tarde del día siguiente, al llegar de nuevo Fernando y su amigo a la casa de Isabel, está los recibió con cierta timidez, que no había mostrado el día anterior. Más tarde llegó Clemencia, saludó a todos en la sala, y Enrique comenzó una plática sobre la sociedad en México, que las tenía atentas. Mientras que Fernando quedaba olvidado. Clemencia sugirió que Isabel tocará el piano, pues lo hacía excepcionalmente, Isabel se sintió avergonzada, pero Clemencia se ofreció a tocar primero, si estaba bien con ella. Enrique acompañó a Clemencia, y ante la melodía que la morena tocaba, Enrique se encontraba extrañamente dominado, pues la melodía expresaba los sentimientos de Clemencia. Fernando no tardó en mirar la expresión de celos y angustia de su prima que claramente estaba enamorada.

Al finalizar Clemencia, Isabel se dirigió al piano a tocar una melodía también. Mientras tocaba, Enrique se inclinó hacia ella y le dijo algo al oído, lo que la hizo turbarse e interrumpir la melodía por un momento, pero luego continuó y finalizó la pieza. Enrique no cesaba de halagar el don de Isabel, quien se negaba a aceptar el cumplido. Al momento de despedirse, se notaba la afinidad que había entre Enrique e Isabel, y no hubo para Fernando más que una mirada fría de Isabel. Clemencia, por el contrario, se despidió de Enrique amablemente, pero con indiferencia, mientras que a Fernando le extendió la mano y Clemencia le dio una mirada tan poderosa que el pobre joven se turbó, además le dijo dulcemente “Hasta mañana, Fernando”.

Al salir, Enrique comentó lo equivocados que estaban al haber hecho el acuerdo, y le dijo a Fernando que Isabel claramente no estaba interesada en él y que debía el poner atención en Clemencia. Fernando pasó la noche pensando en Clemencia y el recuerdo del amor que sentía por Isabel, se fue desvaneciendo.

Al día siguiente en casa de Clemencia hubo una reunión, durante ésta, Clemencia buscaba tema de conversación con Fernando, a quien le era nuevo la experiencia de una conversación amena con una mujer joven. A la hora de sentarse a la mesa, quedaron de frente las dos parejas. Estaban sirviendo el vino cuando de repente Fernando vio una mirada de celos que Clemencia dirigía su amiga Isabel, tan rápida como un rayo, pero inmediatamente Clemencia cuestionó a Valle sobre las flores, y ofreció regalarle una como recuerdo. Clemencia llevó a Fernando al corredor para darle la flor y la puso en ojal de su levita. Fernando le confesó que al principio creía que era sólo un juguete para acercarse a Enrique, Clemencia desmintió tal cosa.

Al terminar la reunión, el coche de Clemencia llevó a Mariana e Isabel a su casa, e Isabel le confesó que era muy feliz. Al llegar a su casa, Clemencia exclamó que como podía Isabel haberle ganado, y luego pensó con remordimiento el mal que había hecho al jugar con el corazón de Fernando, pensó y se arrepintió de haberle dicho tantas cosas falsas. Y se propuso conseguir el amor de Enrique.

Isabel va a visitar a su amiga Clemencia y le dice lo feliz que está, pues Enrique quería hacerla su esposa, pero Clemencia, ya sea por conveniencia o por buena amiga, le decía que no se confiara de las promesas que hacen los hombres, e Isabel se asustaba al oír a su amiga hablarle así, pues se encontraba profundamente enamorada de Enrique. Isabel le preguntaba que como iban las cosas con su primo y Clemencia respondió que él se encontraba enamorado de ella y que lo encontraba como una alma generosa y elevada, que le agradaba.

Dos semanas después Isabel llamó a Clemencia para que fuera a su casa, ésta la encontró llorando en la más profunda tristeza, le confesó que Enrique le había dicho que faltaba poco para irse de la ciudad y le pedía que se fuera con él y abandonara a su madre o que le diera la prueba más grande de su amor para irse tranquilo, sabiendo a lo que se refería, Isabel lo corrió de su casa, y sintió morir en ese instante. Clemencia le dijo que había hecho lo correcto, pero Isabel confesaba que aún lo seguía amando.

La fiesta de Navidad sería en la casa de Clemencia, a la hora de ir a bailar Enrique llevó a Clemencia, quedando Fernando solo, pero este tenía miedo que algo ocurriera entre su amigo y su amada, pues Enrique le había prestado visitas a Clemencia en las últimas semanas. Se quedó junto a una puerta que daba al corredor. De repente escuchó que dos personas se acercaban, eran Clemencia y Enrique, escuchó como Clemencia le daba a Enrique un retrato y cabello, que éste le había pedido. Fernando sintió desfallecer, pues lo más horroroso le había sucedido. Al notar su ausencia, fueron a buscarlo y lo encontraron exaltado. Fernando pudo

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