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Primeros Escritores Cristianos

Playland9 de Abril de 2012

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Primeros Escritores Cristianos

Los primeros escritores cristianos utilizaron el griego helenístico de la koiné, que es la lengua francade comunicación más frecuente en todos los espacios del Imperio Romano hasta mediados del siglo III, cuando el latín comienza a irrumpir con fuerza en el África proconsular y en la misma Roma.

Pero una lengua lleva consigo toda una cultura y en suma una manera de vivir y de pensar. Esto hace que los primeros cristianos evangelizadores utilicen formas literarias y de habla griegas al dirigirse a los judíos helenizados en primer lugar y luego cuando San Pablo se vuelva a los gentiles para conseguir conversiones, el griego helenista y koinése generalizó totalmente. Por otra parte esta actividad pro-conversione o protrépticaserá un rasgo también de la filosofía griega helenística, pues se ha centrado en el terreno de la ética: las distintas escuelas trataban de lograr nuevos seguidores por medio de discursos en los que presentaban su filosofía o dogma como la única senda hacia la felicidad (Ramos-Lissón, D. Patrologíap. 53, Eunsa, Pamplona 2005).

Contexto filosófico

Desde esta concepción práctica del helenismo que podemos definir como un periodo de sincretismo cultural, durante el cual agoniza el mundo clásico, o algunos de sus aspectos, y se inicia una época en la que una palabra puede caracterizar el clima en el que viven los espíritus: fermentación.

Vamos a fijarnos ahora en las principales corrientes del pensamiento contemporáneas a los primeros escritores cristianos

a) Cinismo. Sus máximos exponentes habían sido Diógenes de Sínope (+323 a. C.) y Cratetes (+ c. 295 a. C.) que fueron corrosivamente críticos, y practicarán una vida filosófica individualista y alejada de toda convención social y el desprendimiento de sí mismos. Dión de Prusa (40-120) desarrolla su actividad en la época imperial romana. Es el representante de más fuste. Fue desterrado en el año 96 por Domiciano. Se consideró investido de una misión de curación de las almas.

b) Epicureismo. Fundado por Epicuro, quien en 317 a. C. comienza su enseñanza. La historia ha conservado el dato de que se reunía con un número estimable de discípulos en el jardín de su casa; admirable símbolo para una filosofía amable y halagüeña. Así, la práctica de la filosofía debe eliminar el temor al destino, a la muerte y a los dioses y hacer nacer en los adictos la idea de perseguir el placer, pero no un placer sensual y perturbador sino espiritual y apaciguante, sin dolor de alma y cuerpo (lejano de todo lo que el adjetivo de epicúreo evoca en el lenguaje usual). Muy difundida en el siglo II, pero sin exponentes de relieve. Marco Aurelio, el emperador filósofo presentará a Epicuro como un modelo a imitar. Cierta influencia del Epicureismo se observa en Séneca (1-65) En la época de los Antoninos fue grande la expansión de esta escuela, fundada en la alianza que con ella hace el racionalismo en contra del misticismo y la superstición. Los escritores cristianos son bastante críticos del Epicureismo, coincidiendo en este punto con la opinión común del pueblo pagano.

c) El estoicismo es la escuela que ofrece más puntos de contacto con el mensaje evangélico, si la comparamos con las anteriores. Fundada por Zenón de Kition (333-263 a. C.), quien por enseñar en el pórtico de Peisianactos (pórtico en griego es stoa), hizo que se conociese su doctrina y movimiento como estoicismo.

Los estoicos aportaron ciertos elementos innovadores al estudio de la Lógica, sostuvieron un materialismo gnoseológico, y consideraban al cosmos invadido por una necesidad absoluta y revestido de caracteres divinos, identificando a Dios con la naturaleza. El Todo cósmico es unificado por el Logos (“la razón en la materia, es decir, Dios” Stoicorum Vetera Fragmenta, I, 85, 175) No obstante tener un carácter marcadamente especulativo, su motivación es fundamentalmente ética. La enseñanza estoica consideraba vanas las pasiones humanas y proclamaba, que teniendo el hombre una participación del Logos, un logos individual, el cual le permitía descubrir el determinismo del universo en sus férreas leyes, no quedaba otra alternativa que plegar decididamente los deseos al orden fatal de los sucesos interiores y exteriores. Con lo cual se alcanzaba la virtud por excelencia del sabio: la ataraxia o imperturbabilidad. Esta es la virtud estoica: la apatheia (ausencia de pathos = pasiones que son fuente de infelicidad)

De las tres fases que se suelen distinguir de la Stoa, la tercera, o sea la “nueva” (siglos I y II) es la que coincide con el origen de la literatura cristiana. Séneca será el personaje más representativo. La similitud entre algunas enseñanzas suyas y la doctrina cristiana hará exclamar a Tertuliano: Seneca saepe noster (De anima, 20, 1), y como ya sabemos se escribe en el siglo IV una carta apócrifa entre Séneca y S. Pablo.

d) Plotino (205-270) es considerado como el fundador del neoplatonismo. La historiografía viene llamando neoplatonismoa esta tendencia que a partir de Plotino se prolonga en varias escuelas hasta el 529, fecha en que Justiniano clausura la de Atenas, de la que era entonces jefe Damascio. Hay datos que inclinan a pensar que el maestro de Plotino, Amonio Sacas(+ 242) -del que apenas conocemos más que el nombre-, fue primero cristiano (existe la hipótesis de que quizá fue el autor de los escritos del Pseudo-Dionisio) y volvió después al paganismo.

La característica central del sistema de Plotino procede sin duda de su preocupación por el tema del destino del hombre, pero Plotino lo resuelve proponiendo un método de purificación que se apoya en una ‘concepción metafísica extremadamente espiritualista. La realidad es para Plotino puro espíritu en interno dinamismo descendente y ascendente. El nivel superior es causa de lo inmediatamente inferior, entendiendo ese dinamismo como “emanación”, en la que hay una pérdida gradual: cada efecto es ligeramente inferior a su causa. Sin embargo la imperfección por su inferioridad puede superarse si vuelve a su causa.

Precisamente la meta del camino ascético es el espíritu en su nivel más alto, nivel al que el hombre llega por su esfuerzo, en un contacto o presencia que está más allá del mero conocimiento inteligible. Plotino enseñaba que en la cima de la jerarquía del ser está el Uno; Dios es desconocido y Absoluto, pero aprehendido por el alma con una presencia que transciende todo conocimiento.

Pero los neoplatónicos se sitúan polémicamente frentea la actitud religiosa del cristianismo que afirma la contingencia e historicidad del mundo real, creado por un Dios absolutamente trascendente e inaccesible al simple esfuerzo natural del hombre. Sin embargo, las mutuas influencias de neoplatonismo y autores cristianos son un lugar común de la historiografía de este periodo. Discípulos de Plotino fueron Clemente de Alejandría, Orígenes y Porfirio. La interpretación alejandrina de la sagrada Escritura hecha, sobre todo por Orígenes, es aplicación del método de Plotino a las fuentes de la Revelación lo mismo que sus colegas paganos hacían para la explicación de Homero, según podemos ver en las Cuestiones homéricas de Porfirio (Ramos-Lissón, D. Patrología p. 56, Eunsa, Pamplona 2005). Pero Orígenes ha adquirido su modo propio de especulación filosófica, aquella preparación propedéutica para la formación teológica de sus alumnos, que como nos enseña Benedicto XVI en su primera audiencia dedicada al alejandrino: “Consiste, principalmente, en haber fundamentado la teología en la explicación de las Escrituras. Hacer teología era para él esencialmente explicar, comprender la Escritura; o podríamos decir incluso que su teología es una perfecta simbiosis entre teología y exégesis”. Porfirio (232-301), continúa el círculo de Roma fundado por Plotino;- editor de las obras de su maestro y autor de comentarios a Platón y Aristóteles, de los que sólo nos ha llegado la Introduccióna las Categorías, y de una Vida de Plotino, – escribió otras muchas obras, la mayoría perdidas -entre ellas una Contra los cristianos-, en parte conocidas por o los extractos que de ellas hace Eusebio de Cesarea en su Preparatio evangelica. En su explicación de la realidad y en su reflexión moral y soteriológica es un puro continuador de las doctrinas plotinianas. También parece que hace más concesiones que éste a las prácticas teúrgicas y mágicas de las religiones paganas, cuyo contraste con el cristianismo subraya contra éste. También parece que hace más concesiones que Plotino a las prácticas teúrgicas y mágicas de las religiones paganas, cuyo contraste con el cristianismo subraya contra éste.

En cuanto a la primitiva literatura cristiana, todo el período anterior a la paz de la Iglesia (313) se puede subdividir en otros dos, con la divisoria hacia el año 200 o poco antes.

En el primero de ellos predominan

• Los escritos pastorales dirigidos a los fieles –en un tono por lo general sencillo – y

• Las respuestas de defensa a los ataques que sufren los cristianos, interiores y exteriores.

En el segundo, en que la expansión del cristianismo ha llegado a ambientes más amplios y de gente más culta, se ve la necesidad de explicar la fe a un nivel adecuado:

• A esto tenderán especialmente las obras de los alejandrinos.

Los escritores anteriores a finales del siglo II se pueden clasificar en unos grupos bien diferenciados:

1. Los Padres Apostólicos (aproximadamente, hasta la mitad del siglo II) son hombres muy próximos a los Apóstoles y en los que suele palpitar una gran

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