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ARQUITECTURA Y ENERGÍA. EL EDIFICIO COMO INTERCAMBIO DE ENERGÍA


Enviado por   •  29 de Noviembre de 2022  •  Ensayos  •  2.814 Palabras (12 Páginas)  •  50 Visitas

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ARQUITECTURA Y ENERGÍA. EL EDIFICIO COMO INTERCAMBIO DE ENERGÍA.                                                                      TEMA 5

Los diseños de la naturaleza están determinados por el control de la energía, son diseños 'óptimos producto de un lento proceso de adaptación al medio. El diseño de cualquier edificio histórico está tan determinado por las condiciones energéticas como por las mecánicas. Esta importancia de la energía la sentimos en nuestra experiencia inmediata del espacio, y casi todos somos conscientes del tremen do precio que se paga por habitar un edificio ineficiente.
Pero la arquitectura comercial, en sus múltiples variantes, optó por quemar el tronco, y el conjunto de conocimientos y tradiciones encargados del diseño energético fue olvidado: tanto que ha dejado de formar parte del conocimiento básico del arquitecto.

Diseños biológicos:

Todos nuestros actos están determinados por el control de la energía, y también lo están todos los diseños que nos rodean. Tanto nuestra experiencia como la observación de los seres vivos, de su comportamiento y diseño, nos advierte de lo determinante del factor energía.
Desarrollan una piel, una envolvente adecua da para conservar el calor o disiparlo, mecanismo en el que intervienen la circulación sanguínea, el sudor, el pelo y otros elementos. También el modo en que producen residuos que se incorporen al ciclo biológico. Y pensamos que no tenemos otra opción como especie que emular ese comportamiento, conociendo sus leyes, respetándolas e integrándonos en el proceso.

Arquitectura y tradición:

El consumo de energía de un edificio tiene múltiples variables, que podemos clasificar principalmente en la energía consumida para construir y la consumida para utilizar el edificio. Las sociedades premodernas fueron conscientes necesariamente de estas implicaciones de la construcción. La ciudad grecolatina conservó el mismo espíritu, con sus casas patio formando agrupaciones en ladera orientadas hacia el sur, así como la ciudad árabe. La casa patio, alrededor de la que ha girado gran parte del urbanismo mediterráneo, es un espléndido ejemplo de control de la energía.

El inmueble del siglo XIX:

Los elementos decorativos cumplen claras misiones como defensa del clima. El edificio se jerarquiza en vertical, devaluando los elementos más atacables por el medio. Aparecen nuevos elementos como el patio interior, que lleva la luz al centro del edificio y permite la ventilación natural de los cuartos húmedos, ayudando al enfriamiento en verano.

El bloque lineal:

Las diferentes soluciones se han establecido en los experimentos de los barrios de hileras, con diferentes tradiciones en cada país. En primer lugar, se optimiza el tamaño, que es el primer paso en el control de los recursos. Se optimiza la construcción, y la cubierta plana es una racionalización constructiva, como lo es el abandono del sótano. Pero el progresivo aligeramiento, la generalización de los grandes acristalamientos y el abandono de tantas soluciones tradicionales, generaron un comportamiento energético que no alcanza a conocerse ni dominarse.
El drástico cambio que introdujeron las nuevas tipologías, los nuevos materiales y sistemas técnicos, los procesos industriales, no pudo ser dominado, y no lo hacemos aún hoy. Los nuevos tipos y sus nuevas búsquedas funcionales o expresivas pasan por encima de todo el conocimiento cultivado hasta entonces.

La situación actual:

Debido a la situación de alarma social que el problema de los recursos y la contaminación está creando, bastante gente se está ocupando de reconducir nuestro trabajo y replantear la relación entre arquitectura y entorno, que es plantearse el problema del consumo de energía. Una actividad destacada es la creación de nuevas normas, sellos de calidad y guías de diseño, dirigidos a recomendar estrategias para reducir el consumo de energía en el uso del edificio, en su construcción, y en la contaminación generada por ambos. Fomento de materiales reciclados y elementos constructivos reutilizados. Reducción de los residuos generados por el proceso de construcción.
El objetivo es la "vivienda de bajo consumo", aquélla que no requiere sistemas mecánicos de calor o frío y cuyo consumo de energía anual reduce significativamente los estándares habituales. Construcción sin puentes térmicos. Control del soleamiento en verano. Estanqueidad al aire.
Infiltraciones menores de 0,6 veces el volumen de aire por hora. Elección de materiales certifica dos, y frecuentemente cerramientos de fábrica y de madera. También los edificios de otros usos son sensibles a estas políticas, y algunos de ellos sobre todo terciarios incorporan estrategias de control energético de diferente tipo. Se trata de edificios muy singulares, frecuentemente muy tecnificados, debido a tratarse, hoy por hoy, de tipologías mucho más dependientes de los sistemas de instalaciones, en contraste con la edificación residencial, más tradicional.

Sistemas constructivos:

Evidentemente la propia construcción del edificio implica consumo energético, y la primera cuestión que nos planteamos es cómo construir nuestros edificios para reducir la energía consumida y la contaminación generada. Algunas estimaciones cifran en torno a los 1000 kWh/m2 la energía requerida para la construcción de un edificio de viviendas convencional, mientras que los edificios de oficinas más sofisticados pueden requerir unos 5000 kWh/m2. En general, la arquitectura moderna ha optado por la elección de los materiales de mayores prestaciones con el objetivo general de aligerar la construcción.

Materiales y elementos constructivos:

La producción de materiales y elementos constructivos implica extracción, producción, transporte, demolición y reutilización, y en todas las fases de estos procesos se altera el entorno, se consume energía y se produce contaminación. En todo caso vemos que, como es de esperar, los materiales de mayores prestaciones más transformados o artificiales como metales y plásticos, tienen un alto consumo por unidad de peso, frente al inferior de cerámicas, hormigón y sobre todo madera. Lo mismo ocurre con las emisiones, y de nuevo aquellos materiales que requieren mínimos procesos de transformación y son renovables son más «sostenibles» que aquellos que requieren complejos procesos térmicos o químicos. Todo esto, junto al análisis del proceso de reciclado y reutilización configura el «ciclo de vida» de los materiales y elementos constructivos, análisis que va imponiéndose en las diferentes áreas de la producción industrial.
Vemos que los nuevos materiales compensan su alto coste energético con soluciones muy aligeradas, mientras los materiales masivos de bajo coste energético requieren general mente mayores volúmenes y pesos en los elementos, de modo que pierden sus ventajas. Si además consideramos las posibilidades de reutilización o reciclaje de materiales y elementos, las cosas continúan aclarándose. Tenemos circulando cantidades suficientes de casi todos los materiales como para hacer innecesaria la extracción de materias primas, y estamos cerca del reciclaje casi total de muchos de ellos. Aquellos materiales y elementos que logran optimizar su ciclo de vida se van etiquetando como «eco materiales», lo que parece ceñirse por el momento a algunos productos básicos, pero poco a poco aplicaremos la etiqueta a los nuevos materiales y productos en la medida en que optimicen su ciclo de vida y su diseño.
No hay materiales buenos y malos, sino de diferentes prestaciones. El presente y el futuro pertenecen a los materiales artificiales de grandes prestaciones y a las técnicas industriales, y la tarea es incorporar la optimización del ciclo de vida en todos los productos, incentivando el reciclaje y la reutilización.

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