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Enviado por   •  28 de Enero de 2013  •  4.250 Palabras (17 Páginas)  •  294 Visitas

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INTELIGENCIA. PSICOLOGÍA.

El término y el concepto. La palabra i., fue introducida por Cicerón para significar el concepto de capacidad intelectual (Platón, Aristóteles). Su espectro semántico es amplísimo, reflejando la idea clásica según la cual, por la i. el hombre es, en cierto modo, todas las cosas (Aristóteles, De anim. III,8).

En filosofía ha significado principalmente: 1) nivel o facultad, diferente de otras facultades (vegetativas, sensitivas, apetitivas); 2) función intelectual simple (aprehensión, abstracción, intelección de ideas y esencias), a diferencia de otras funciones compositivas (juicio, raciocinio); 3) nota esencial y diferencia específica del hombre, denotativa del acceso al ser y a la verdad; 4) principio espiritual; y 5) ente inmaterial y separado (coristos, gr., neoplatónico y escolástico). Es un concepto capital en metafísica, epistemología y antropología, que divide a los sistemas filosóficos

El estudio filosófico ya se ha hecho en I, donde se pone de relieve el carácter de la i. como conocimiento espiritual y, por tanto, como facultad trascendente a la materia, irreductible a lo orgánico. Aquí, en cambio, vamos a hablar de la i. en el sentido que lo hace la Psicología empírica contemporánea que la considera en cuanto capacidad de estructuración de datos, medibles mediante procedimientos empíricos o bajo perspectivas análogas, lo que obviamente no agota toda la riqueza de la i. sino que solamente nos habla de uno de sus niveles y, por cierto, no el más radical. Se puede señalar que en parte de la terminología científica de la época se tiende a referirse a los aspectos más hondos con los términos razón (v.), conocimiento (v.), etc., reservando el de i. para el nivel psicológico mencionado.

La definición psicológica. La i. ha sido estudiada en tres perspectivas principales: a) la psicología experimental del pensamiento y de la solución de problemas, interesada en las leyes generales cognoscitivas y del comportamiento inteligente; b) la psicología diferencial, de matiz psicométrico, que trata de medir y explicar las diferencias entre los hombres y de fundamentar en ellas diagnósticos y pronósticos; y c) la psicología genética, ocupada en estudiar los procesos de constitución y desarrollo. Las tres han permanecido casi aisladas y sólo en los últimos años se insinúa una convergencia que intenta integrar asimismo la faceta neurofisiológica y los modelos cibernéticos y de cálculo electrónico (Hunt, Sears, Butcher, Miller, Galanter y Pribram).

Las definiciones que ofrecen estos trabajos pueden clasificarse en tres grupos: biológicas, psicológicas y operativas. Las biológicas consideran a la i. como la «capacidad de adaptación» a situaciones nuevas (Spencer, Hall, Stern, Claparéde). La i. se presenta así como índice filogenético y ontogenético de progresiva autonomía y dominio del medio; caracterización fundamental, pero incompleta, pues no toda adaptación es inteligente (homeostasis, instintos, acomodaciones sensomotoras, cte.). Las definiciones psicológicas son innumerables. Muchas, de tipo conductista y reflexológico, se refieren a la «capacidad de aprendizaje» (Pavlov, Thorndike, Hull, Skinner, Ferguson, Luria). Otras, más abundantes todavía, acentúan los «procesos cognoscitivos»: riqueza de la población de elementos cognoscitivos, de la que son muestras aleatorias las actividades inteligentes (Thomson); inhibición de la acción, y ensayo y error mental (Thurstone, Tolman); capacidad cognoscitiva general innata (Burt); reorganización perceptiva de la situación, generadora de una comprensión súbita (Gestalttheorie); jerarquía sucesiva de estructuras de creciente reversibilidad, desde los esquemas sensomotores al pensamiento lógico (Piaget). Otras muchas, en fin, designan algún proceso o atributo distintivo: capacidad de buena respuesta desde el punto de vista de la verdad y los hechos (Thorndike); comprensión, invención, dirección y crítica (Binet); abstracción (Terman); neogénesis o capacidad abstractiva y relacionante (Spearman).

D~ esta diversidad cabe deducir dos conclusiones. Una, que la diversidad misma indica el carácter polimorfo y abierto de la i. (Miles), la cual no es designable por enumeración de procesos o atributos (Ryle). Toda conducta puede ser o no inteligente, desde beber un vaso de agua hasta discutir las antinomias kantianas de la razón pura: depende del modo. De ahí los intentos de definición abierta, que pueden resumirse en uno solo: capacidad de adquirir capacidad (Woodrow). Más aún, la i., como se ha dicho de los programas electrónicos de «pensamiento simulado», incluye siempre un componente no especificado, pues para especificarlo haría falta otro componente de orden superior, y así ad in f initum: «el intelecto humano debe estar siempre un grado más allá en complejidad y riqueza que cualquiera cosa que pueda crear» (Beloff, The existente of Mind, 1962, 124). La segunda conclusión es que, dado este carácter abierto, quizá no sea posible una delimitación verificable del concepto. De ahí, el atenerse a la definición operativa de Bridgman: «inteligencia es lo que miden los tests de inteligencia». Esta definición, sin duda circular, es un instrumento metodológico fecundo. El estudio experimental y matemático de los tests que supuestamente midan la i. irá indicando, progresiva y autocorrectivamente, qué miden los tests y hasta qué punto miden una misma cosa. Así se ha construido el concepto de i. psicométrica que se expone a continuación.

La estructura psicométrica de la inteligencia. Los resultados del análisis estadístico y factorial de los tests de i., superlativamente abundantes, pueden resumirse como sigue. La i. psicométrica (la que miden los tests) es un campo de covariación continuo, heterogéneo y jerarquizado. Continuo: todas las actividades inteligentes tienden a covariar entre sí. Heterogéneo: en este continuo se originan, de forma característica en cada grupo humano y, en parte, en cada individuo, zonas de intensa covariación (aptitudes), según la interacción entre la dotación genética y las circunstancias personales (edad, sexo, experiencia) y ambientales (sociedad, clase, cultura), sin que se excluya que algunas aptitudes sean, al menos parcialmente, universales.- Jerarquizado: a cualquier nivel que se estudien, las diferencias individuales pueden expresarse en función de varias aptitudes o factores, que no son ni simples, ni independientes; el análisis de cada aptitud descubre otras

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