Autorrealizacion
elenasantiago22 de Febrero de 2012
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AUTOORGANIZACION
La mayoría de los expertos piensan que la síntesis orgánica que condujo a la vida tardó relativamente poco tiempo en producirse a partir del momento en que la Tierra tuvo corteza, y que fue una reacción química autosostenida como consecuencia de un proceso de autoorganización en los componentes químicos que se daban en la Tierra en esa época.
Es posible imaginar que pudieran haber tenido lugar varios inicios frustrados hasta que finalmente, cuando bajó la frecuencia de los impactos de meteoritos que bombardeaban continuamente la Tierra, ya se pudo afianzar un modo de vida que prosperó hasta la que hoy conocemos. Los químicos no pueden (todavía) fabricar la vida en el laboratorio a partir de materia inerte, pero es que no se puede pretender simular experimentalmente en unos años, o unas décadas, aquello que la Naturaleza ha tardado millones de años en fabricar. Los resultados obtenidos demuestran que la generación de moléculas biológicas en unas condiciones de medio ambiente geológico favorable ha sido posible. El paso de moléculas biológicas cada vez más complejas al primer organismo vivo está aún por descubrir.
Después de los trabajos de Darwin y Pasteur, el pensamiento racionalista intentó aplicar el concepto de evolución a la materia inerte. Comenzó a esbozarse una teoría evolucionista del origen de la vida que suponía que no existía diferencia fundamental entre lo inerte y lo vivo. La materia viva sería el fruto de largos procesos químicos, una larga evolución química que habría precedido a la evolución biológica. Oparin, por un lado, y Haldane, por otro, suponen que la vida apareció en la Tierra en un medio rico en materias orgánicas y desprovisto de oxígeno. Esta teoría está en la base de los argumentos que actualmente se barajan para explicar el origen de la vida.
¿QUE ES LA VIDA?
Pero, ¿qué es la vida?. Desde un principio, las ideas han estado encuadradas en dos teorías opuestas: las materialistas o mecanicistas, que suponen que la vida es el resultado de una organización compleja de la materia, y las vitalistas o finalistas, que proponen que la vida tiene su origen en una fuerza superior que insufla a los seres un principio vital, que en el caso del hombre se identifica con el alma. Los primeros defensores de estas dos teorías fueron los filósofos griegos Demócrito de Abdera (470-380 a.C.), y Aristóteles (384-322 a.C.). El primero suponía que toda la materia, incluida la vida, estaba formada por diminutas partículas llamadas átomos; la vida era debida a que los seres que la poseían disponían de un tipo especial de átomos redondeados que, dispersos por todo el organismo, les proporcionaba las características vitales.
Totalmente opuesto a esta teoría, Aristóteles mantenía que los seres vivos estaban compuestos de idénticos elementos que la materia inerte, pero que además poseían una fuerza o principio vital concedido por un ser superior. Este principio vital era inmortal, no teniendo la vida fin en sí misma, sino en función de su Creador. Desde entonces, la polémica entre materialismo y vitalismo ha sido una constante histórica, influida más por doctrinas filosóficas y religiosas que por un estricto pensamiento científico.
Una definición completa de vida procedente de la Biología Molecular sostiene que la vida es una propiedad de los organismos que contienen información hereditaria reproducible, codificada en moléculas de ácido nucleico, y que metabolizan al controlar el ritmo de reacciones químicas utilizando catalizadores llamados enzimas. Más simplemente, los seres vivos son aquellos que poseen la capacidad de reproducirse y metabolizar sustancias, esto es, alimentarse.
Con esta última definición se evita hacer alusión a los ácidos nucleicos, ya que cabría dentro de lo posible la existencia de vida en alguna región del Universo que no dependa de estas moléculas.
FUNCIONES VITALES
El ser vivo lleva a cabo tres funciones "vitales": autoconservación, autorregulación y autorreproducción. Con la autoconservación obtiene y transforma la energía que precisa para realizar el resto de las funciones vitales. Con la autorregulación controla sus funciones; este control tiene lugar mediante una serie de reacciones químicas que se realizan en distintos órganos, y que le permiten adaptarse y relacionarse con el medio que le rodea. Con la autorreproducción, todo ser vivo es capaz de engendrar, de un modo u otro, nuevos seres semejantes a él, a los que transmite unos caracteres determinados.
Toda la materia que existe en la Naturaleza se encuentra dividida en una serie de peldaños jerárquicos, de manera que los elementos de cada uno de ellos están formados por la estructura organizada de un conjunto de elementos del nivel anterior. De menor a mayor grado de complejidad, podemos enumerar los siguientes: partículas elementales, átomos, moléculas, orgánulos, células, tejidos, órganos, sistemas de órganos, organismos independientes, poblaciones, comunidades, ecosistemas (comunidad de organismos que pueblan un ambiente determinado y que se relacionan entre sí), biomas (conjunto de ecosistemas que ocupa un amplio sector geográfico) y biosfera, entendido este último término como el conjunto de todos los seres vivos que existen en la Naturaleza más las condiciones ambientales que les rodean.
A partir de uno de estos niveles, los orgánulos, aparecen las funciones vitales características de los seres vivos. Esto significa que todo nivel organizativo que se encuentre por debajo de éste, posee el carácter de materia inerte, mientras que a partir del nivel orgánulo toda la materia existente en el Universo es considerada como materia viva. Así, por ejemplo, los virus no deben ser considerados como seres vivos. Estos agentes patógenos de tamaño ultramicroscópico, formados por un núcleo de ADN o ARN protegido por una cubierta proteica, no poseen actividad metabólica, no pueden traducir a proteínas su información genética, por lo que únicamente pueden sobrevivir y reproducirse si invaden una célula viva, de cuyos sistemas se benefician.
MOLECULAS BIOLOGICAS
En la composición química de los orgánulos aparecen ya unas moléculas inexistentes en la materia inerte, las moléculas biológicas, que son las responsables de las características propias de todo ser vivo: son los hidratos de carbono, los lípidos, las proteínas y los ácidos nucleicos. Los hidratos de carbono o azúcares son compuestos cuyas moléculas están formadas exclusivamente por carbono, hidrógeno y oxígeno. Los más sencillos, como la glucosa o la ribosa, reciben el nombre de monosacáridos, y los más complejos, como el almidón o el glucógeno, polisacáridos. Su misión es proporcionar a los seres vivos la energía que necesitan. Los lípidos también están formados por carbono, hidrógeno y oxígeno, pero en distinta proporción que en los hidratos de carbono; los más importantes, las grasas, sirven como reserva alimenticia tanto a animales como a plantas.
Las proteínas son los componentes cuyas moléculas presentan una mayor variedad: en el cuerpo humano existen unas diez mil clases diferentes de moléculas de proteínas. Esta enorme variedad procede únicamente de una veintena de compuestos diferentes llamados aminoácidos, cuyas moléculas están formadas por carbono, nitrógeno, hidrógeno, oxígeno y en algunos casos, azufre. Los aminoácidos se unen mediante los llamados enlaces pépticos originando cadenas moleculares, generalmente de forma helicoidal, que son las distintas proteínas. La misión de las proteínas es aportar energía al organismo, aunque de forma mucho más específica que los hidratos de carbono, ya que cada tipo de célula en particular recibe un tipo distinto de proteínas.
Los ácidos nucleicos se localizan en el núcleo de la célula; son las más complejas de las moléculas biológicas y están formados por unidades más pequeñas llamadas nucleótidos. Existen dos tipos de ácidos nucleicos: el desoxirribonucleico (ADN) y el ribonucleico (ARN). El primero está formado por grandes moléculas de nucleótidos que adoptan la forma de una doble hélice, y es el responsable de la ransmisión de los caracteres hereditarios de padres a hijos.
El segundo se presenta en moléculas de diferentes formas que, en conjunto, tienen como misión enviar órdenes a los distintos orgánulos para que se formen en el organismo vivo las distintas proteínas necesarias en cada momento.
LA GENERACION ESPONTANEA
Ya hace muchos siglos, el conocimiento del origen de la vida interesó profundamente al hombre. Careciendo de base científica, predominaron las teorías filosóficas, destacando claramente la teoría de la generación espontánea. Según ella, todos los seres vivos nacen espontáneamente de la materia orgánica en descomposición, o bien de la materia mineral cuando se encuentra en determinadas condiciones. Aristóteles admitía que, en general, los seres vivos se originan de otros seres vivos semejantes, pero que igualmente pueden generarse de la materia inerte. Toda la Edad Media acusa una gran influencia aristotélica, y por tanto, la creencia en la generación espontánea incluso se enriquece. También en el Renacimiento se sigue admitiendo la teoría, hasta en personajes de la talla de Descartes (1596- 1650) o Newton (1642-1727). El primero en enfrentarse al dogma es el italiano Francesco Redi (1626-1697), quien, cosa infrecuente en la época, recurre al método científico para comprobar la teoría. Con sus experimentos, demuestra la imposibilidad de crear vida a partir de la carne en putrefacción: los gusanos que aparecían sobre la carne de los frascos destapados provenían simplemente de los huevos que
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