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COMUNICACIÓN NO VERBAL

YADYJOSYEnsayo26 de Febrero de 2015

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ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DE LA

COMUNICACIÓN NO VERBAL

Amparo Rocha Alonso

Vamos viajando parados en un colectivo: de pronto advertimos que alguien que va sentado está a punto de bajar: poco a poco nos vamos acercando, y a la vez que medimos nuestras posibilidades y las de nuestros “contrincantes”, adoptamos estrategias de conducta con el fin de obtener el preciado asiento.

En una calle desierta no dejaríamos que un desconocido se acercara tanto a nosotros que nos pudiera tocar, y sin embargo esto nos parece natural si sucede en el subte repleto de las siete de la tarde, en una manifestación o en un recital multitudinario.

Decimos que tal o cual persona viste “formal”, “moderna” o “a la moda” y de ahí sacamos conclusiones sobre su trabajo, edad, estilo de vida o gustos estéticos.

Algunos espacios se nos presentan como “cálidos y acogedores” y otros como “fríos y hostiles”: eso nos predispone de una manera especial en cada caso.

Miramos una película y aunque el sonido esté bajo, generalmente acertamos en cuanto a su procedencia si prestamos atención a las gesticulaciones, al tipo físico y las vestimentas de los personajes, aún cuando los espacios sean neutros.

Cuando conversamos con varias personas, vamos tomando y cediendo los turnos imperceptiblemente, atentos a reglas tácitas que nos son del todo familiares.

¿Qué tienen en común estas situaciones aparentemente disímiles? La respuesta está en que todas implican aspectos de lo que se ha dado en llamar comunicación no verbal, es decir, la comunicación –entendida como interacción- en la que los factores tales como la gestualidad, la actitud corporal, los accesorios como peinado, maquillaje, vestidos, y el entorno aparecen inextricablemente unidos al lenguaje verbal. Vale decir, aportan información, son significativos, tanto como las palabras que conforman un enunciado.

Los estudios sobre este tipo de comunicación recibieron un notable impulso en las décadas del sesenta y del setenta en Estados Unidos, específicamente a partir de los intereses teóricos de ese grupo de antropólogos, psiquiatras y etnometodólogos que conformó la “Universidad Invisible” o Escuela de Palo Alto. Uno de ellos, Albert Scheflen, utilizará analogías entre la música y el intercambio comunicativo, de tal forma que la partitura o “gramática del comportamiento” (que se ha aprendido inconscientemente) se actualiza en cada ejecución particular: esas y otras afirmaciones dieron lugar a la imagen de “comunicación orquestal”. Ray Birdwhistell, por su parte, dirá que “un individuo no se comunica, sino que toma parte en una comunicación en la que se convierte en un elemento”. Esta idea de participación es especialmente pertinente cuando hablamos de interacciones interpersonales, que funcionan en base al mecanismo de retroalimentación o feedback, aunque debe ajustarse si nuestro objeto es la comunicación mediática. Lo cierto es que las investigaciones que mencionamos anteriormente se basan en experiencias sobre la incidencia de los factores no verbales en la comunicación cara a cara.

Y si bien se ha avanzado mucho en el conocimiento de las interacciones según cada marco cultural, lo cierto es que gran parte de esa enorme masa de estudios no arroja resultados concluyentes.

Es que discriminar el grado de influencia de cada uno de esos elementos en la totalidad de un intercambio resulta problemático: nadie negará, por ejemplo, que el modo en que un sujeto esté vestido y peinado, hablará por él del mismo modo que lo hacen otras conductas verbales y no verbales en la situación en la que esté inmerso: búsqueda de trabajo, cortejo, dictado de una clase, etc., pero será muy difícil mensurar en qué proporción esos factores que se busca evaluar han contribuido al resultado general. Y eso sucede porque la cantidad de variables que se ponen en juego en cada situación comunicativa en particular es tan grande que no es fácil crear las condiciones adecuadas para un estudio riguroso (variar un aspecto mientras los demás se mantienen constantes, lograr muestras en distintos grupos y culturas, etc.)

Pero la intuición y la constancia en las áreas de la Kinésica o estudio del movimiento del cuerpo, la Proxémica, o estudio del uso del espacio social y personal, y los otros dominios concernientes a las características físicas y los artefactos, la conducta táctil, el paralenguaje y los factores del entorno han permitido sistematizar numerosos aspectos de esta compleja trama.

KINÉSICA: en este campo es imposible olvidar las contribuciones de Ray Birdwhistell y de Robert Scheflen en su intento de codificar el movimiento corporal mediante un método proveniente de la lingüística descriptiva norteamericana. Según este método, se descompone el lenguaje en niveles, cada uno de ellos con unidades que se integran al nivel superior: fonemas, morfemas, proposiciones, enunciado y discurso. Del mismo modo deberían hallarse las unidades mínimas del movimiento: los kines, que se articularían en kinemorfos, los cuales, según una gramática, se combinarían en frases kinésicas. Pues bien, el mismo Birdwhistell tuvo que reconocer a fines de los años sesenta que no había logrado aislar la jerarquía que buscaba y describir la gramática del movimiento corporal. Evidentemente, la aplicación de categorías que funcionan en una materia significante dotada de unidades discretas, no resultó tan efectiva en el caso de la conducta corporal entendida como materia continua. Por otro lado, un intento muy exhaustivo de clasificación de comportamientos no verbales lo llevaron a cabo los investigadores Ekman y Friesen; ellos distinguieron:

-Emblemas: son actos no verbales que admiten una transposición oral, una traducción en una o dos palabras o en una frase. Entre los miembros de una misma cultura o grupo existe un gran acuerdo en cuanto a las significaciones de estos gestos. En un estudio de 1975 sobre emblemas utilizados en Estados Unidos los que fueron correctamente decodificados (con el significado del codificador) fueron los siguientes: 1) Instrucciones u órdenes interpersonales: siéntate a mi lado; cállate; no puedo oírte; espera un momento; ¿qué hora es? 2) Nuestro estado físico: tengo calor; hace frío 3) Insultos: ¡al diablo contigo! Es un tonto o un estúpido 4) Respuestas: estoy (o no) de acuerdo; no sé; no me gusta; lo juro 5) Nuestro afecto: tengo rabia; algo apesta 6) Apariencia física de una persona: mujer o figura hermosa 7) Sin clasificar: tú; yo; autostop; contar.

La cantidad de tales emblemas va de 100 a más de 250, se producen en general con las manos, pero no exclusivamente; los que son faciales son más recortados y convencionales.

Nuestra conciencia del uso de emblemas es aproximadamente la misma que en la elección de las palabras, los empleamos a menudo cuando los canales verbales están bloqueados y con un fin comunicativo. Salvo casos excepcionales no forman series.

- Ilustradores: son actos no verbales que, como su nombre lo indica, sirven para ilustrar lo que se dice verbalmente: movimientos que acentúen o enfaticen una palabra o frase, esbocen una vía de pensamiento, señalen objetos presentes, describan una relación espacial o el ritmo de un acontecimiento, tracen un cuadro o representen una acción corporal. Se los usa intencionalmente para ayudar a la comunicación, pero no tan deliberadamente como a los emblemas; se dan con más frecuencia cara a cara que por teléfono y aparecen con mayor profusión en situaciones difíciles o de entusiasmo.

En relación con esto, se ha hallado que los hablantes manifiestan una clara sincronía entre el habla y los movimientos corporales por un lado, y entre sí, en el transcurso de un intercambio, por el otro. Así, la cabeza y los ojos marcan “enunciaciones dichas”, un cambio de postura anuncia cambio de tema o diferencia de opinión y las miradas pueden coincidir con las pausas gramaticales; a la vez, los cuerpos de los participantes se mueven con un ritmo y una cadencia particulares, como ejecutando una suerte de “danza”. Se piensa, además, que las personas que sufren determinadas patologías manifiestan una conducta asincrónica.

- Muestras de afecto: son configuraciones faciales que expresan estados afectivos; también son corporales (una posición “displicente”, un caminar “abatido” o “exultante”). A veces son redundantes con respecto a las expresiones verbales y otras las contradicen. Generalmente no buscan comunicar: aunque en ocasiones sean intencionales, son básicamente expresivas.

El rostro y su capacidad de expresar afectos fue estudiado especialmente por Ekman, quien desarrolló lo que equivale a un diccionario facial que abarca como mínimo seis afectos faciales primarios: cólera, tristeza, miedo, sorpresa, felicidad y disgusto/contento, y treinta y tres combinaciones.

- Reguladores: son actos no verbales que van regulando el intercambio comunicativo: el hablar y el escuchar. Algunas conductas asociadas a los saludos y todo lo relacionado con los turnos conversacionales (turn -taking): demanda, mantenimiento, alternancia, se dan en forma de gestos y no verbalmente. Probablemente los más habituales sean los movimientos de cabeza y el comportamiento visual. Parecen hallarse en la periferia de nuestra conciencia y son difíciles de inhibir; en nosotros son hábitos muy arraigados y casi involuntarios,

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