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Carbono Un Elemento Milagroso

carolinalaloca8 de Mayo de 2013

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Todas las leyes de la física nos muestran que la existencia y sostenimiento de la vida se asientan en equilibrios y medidas o cantidades específicas. La estructura general del universo, el lugar de la Tierra en el mismo, las características materiales de ésta –aire, luz, agua, etc.–, se basan en propiedades esenciales para nuestra supervivencia.

Al hacerse las investigaciones a nivel molecular, se revela más que nunca una precisión singular en la Creación del mundo microscómico. Eso se advierte claramente incluso a un nivel más pequeño, como el atómico, en donde todo deja ver una adecuación y orden absolutos. La realidad de nuestras manos, ojos y pulmones, y de todo lo vivo en general (vegetales y animales), sólo es posible gracias a los “ladrillos” que sirven para su formación.

El físico Robert Clark describe en su obra, El Universo: ¿Planificado o Accidental?, cómo pasaron a existir esos ladrillos de vida a través de una Creación muy especial y superior:

“Es como si el Creador nos ha dado servido un conjunto de cosas o partes prefabricadas, listas para funcionar”

(Robert E. D. Clark, El Universo: ¿Planificado o Accidental?, Londres, Paternoster Press, 1961, p. 98).

Uno de esos componentes especiales a los que se refiere Clark, es el elemento llamado carbono. Este posee distintas particularidades en relación con otros, que son claves para la vida. El carbono es el sexto elemento en la tabla periódica. Su mayor importancia reside en que constituye el fundamento de miles de cosas que hay en la Tierra, desde las ruedas de nuestro automóvil a nuestras computadoras, desde el gas natural a la celulosa, desde el alimento al ADN de nuestras células.

La película que va a ver, le dará información sobre la estructura del carbono, lo que le permitirá ser testigo de una gran comprobación de la Creación.

LA FORMACION MILAGROSA DEL ELEMENTO CARBONO

El elemento carbono, fundamento de todo tipo de vida, se produce únicamente como resultado de una reacción muy especial en el corazón de las estrellas gigantes. Si ese tipo de reacción no tuviese lugar, el carbono no existiría en este universo y, por supuesto, tampoco la vida. A esa reacción la denominamos “milagrosa”, porque se manifiesta solamente en condiciones que jamás se presentan en otras circunstancias. Examinemos este fenómeno.

El átomo de carbono pasa a existir como resultado de un proceso en dos etapas que se da en el núcleo de las estrellas gigantes. Primero se combinan dos átomos de helio para producir un “elemento intermedio” con cuatro protones y cuatro neutrones, conocido como berilio. Al agregarse a éste un tercer átomo de helio, pasamos a tener entonces un átomo de carbono con seis protones y seis neutrones.

El berilio que se presenta en la primer etapa, tiene una estructura distinta al berilio que se encuentra en la Tierra. El de la tabla periódica posee un neutrón extra, en tanto que el que se forma en el interior de las estrellas rojas gigantes es otra versión. Los químicos denominaron a este último “isótopo” (dos átomos son isótopos cuando en sus núcleos tienen el mismo número de protones y distinto número de neutrones).Y los físicos siempre se han asombrado por lo anormalmente inestable que resulta. ¡A tal punto es así, que se desintegra en apenas una cuatrillonésima de segundo después de formarse!

Entonces, ¿cómo es que el isótopo de berilio, que se desvanece casi instantáneamente después de presentarse, se convierte en carbono? El átomo de helio que convertirá al isótopo de berilio en carbono, ¿se aproxima y une al mismo por casualidad? Por supuesto, es algo imposible. Es tan o más imposible a que se agregue un ladrillo sobre otros dos, antes que éstos se separen, en un período de tiempo tan pequeño como una trillonésima de segundo. Pero es así como se materializa una nueva estructura.

El conocido científico Paul Davies describe dicho fenómeno milagroso en las siguientes palabras:

“El núcleo del carbono se constituye mediante un proceso delicado que involucra el encuentro simultáneo de tres núcleos de helio en el interior de una gran estrella. Debido a la rareza de este triple encuentro nuclear, la reacción puede avanzar a una velocidad significativa sólo en el marco de energías bien definidas (que se denominan resonancias), pues es muy amplificada por los efectos cuánticos…. una de esas resonancias se ubica en el entorno que corresponde a los tipos de energías que encierra el núcleo de helio en el interior de las grandes estrellas”

(Paul Davies, “La Irrazonable Efectividad de la Ciencia”, La Evidencia de un Propósito, editado por John Marks Templeton, 1994, The Cotinuum Pub. Co., N. York, pp. 48-49).

En las gigantes rojas tiene lugar un proceso conocido como “doble resonancia”. Cuando dos átomos de helio resuenan al unísono, otra resonancia hace que un tercer átomo de helio se una al átomo (isótopo) de berilio, cuya vida es solamente de una cuatrillonésima de segundo, para producir el carbono. Se trata de un fenómeno que sería imposible fuera de las condiciones en esas estrellas.

George Greenstein explica porqué la “doble resonancia” es un mecanismo tan extraordinario:

“En esta historia hay tres estructuras (atómicas) totalmente separadas —helio, berilio y carbono— y dos resonancias totalmente disociadas. Es difícil comprender porqué estos núcleos deberían operar de consuno tan fácilmente… Otras reacciones nucleares no operan por medio de una notable cadena de solución de continuidad tan favorable… Es como descubrir resonancias complejas y profundas entre un auto, una bicicleta y un carro. ¿Por qué estructuras tan dispares deberían acoplarse tan perfectamente? De eso depende nuestra existencia y la de todas las formas de vida del universo”.

George Greenstein, El Universo Simbiótico, pp. 43-44).

Greenstein considera que la formación del carbono en el núcleo de las estrellas gigantes es algo que no podría ocurrir espontáneamente (azarosamente). Pero se abstiene de describir inequívocamente ese hecho como “un milagro de la Creación”, puesto que adhiere al dogma materialista.

Luego se descubrió que otros elementos, como el oxígeno, también se forman por medio de resonancias extraordinarias. Fred Hoyle, el primero en descubrirlas, admitió finalmente en su libro Galaxias, Núcleos y Quasares, que dicho proceso tenía que ser el resultado del designio y no de la casualidad, a pesar de ser él un fervoroso materialista. Reconoció, en definitiva, que la doble resonancia era algo “regulado”. En otro artículo dijo:

“Si usted quisiera producir carbono y oxígeno en cantidades aproximadamente iguales por medio de la nucleosíntesis estelar, hay dos niveles en los que tendría que reparar; la atención habría que fijarla, precisamente, en dónde realmente se encuentran esos niveles… Una interpretación de los hechos, con sentido común, sugiere que un superintelecto se ha metido con la física, como así también con la química y la biología, y que ninguna fuerza ciega importante se expresa en la naturaleza. Me parece que los números que se obtienen de los cálculos de las realidades son tan arrolladores, aplastantes, como para llegar a la conclusión mencionada de manera indiscutible”

(Citado de Hoyle en Los Tres Minutos Finales, Paul Davies, N. York:Basic Books, 1994, pp. 49-50).

Hoyle declaró que la inferencia ineludible de esta franca verdad no debería pasarle inadvertida a otros científicos:

“Creo que todo científico que examine las evidencias no dejará de concluir que lasleyes de la física nuclear han sido deliberadamente diseñadas, proyectadas, en lo tocante a las consecuencias resultantes en el interior de las estrellas”.

(Fred Hoyle, La Religión y los Científicos, Londres, SCM, 1959; M. A. Corey, La Historia Natural de la Creación, Maryland, University Press of America, 1995, p. 341).

EL “LADRILLO” FUNDAMENTAL DE LA VIDA

Se ha estimado que en la Tierra existen unos dos millones de compuestos, resultantes de distintas combinaciones. Cierta cantidad se constituyen con sólo dos átomos, aunque también están esos que lo hacen con millones. Lo interesante es que cada elemento posee su particularidad específica para producir compuestos. Algunos nunca se combinan con elementos distintos, bajo ninguna circunstancia. Otros producen sólo uno o dos compuestos. Pero el carbono es distinto a todos ellos. Tiene la capacidad de producir 1.700.000 compuestos. Si se tiene presente que el total de compuestos diferentes se considera que es de dos millones, vemos que el resto de los demás elementos producen solamente 300 mil compuestos. Por lo tanto, se deduce que el carbono es una gran maravilla de la Creación.

También es interesante saber que la cantidad de dicho elemento tan vital e importante es pequeña en el planeta. El carbono representa apenas el 9 – 10% del peso de los organismos vivientes y solamente 17 cienmilésima parte de la composición de la Tierra. A pesar de ser tan poco abundante, se encuentra en todos los aspectos de nuestra vida, incluido nuestro cuerpo, y ningún otro elemento puede reemplazarlo.

La facilidad con la que el carbono forma compuestos radica en los enlaces que establece. Debido a sus propiedades moleculares, es capaz de combinarse con otros átomos de carbono y también con átomos distintos, de manera diferente a como lo hacen otros

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