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Cultivos Transgenicos


Enviado por   •  11 de Agosto de 2012  •  3.137 Palabras (13 Páginas)  •  526 Visitas

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CULTIVOS TRANSGÉNICOS

Un fenómeno para reflexionar sobre nuestros

Deberes con las generaciones futuras

“Además hace tiempo que han desaparecido los dioses

que en virtud del juramento recibido

podían poner coto a las enormidades del obrar humano”

Gracias a la singular capacidad del tiempo de certificar o desmentir las verdades que se adoptan en un tiempo presente, la humanidad ha logrado corroborar que tan perjudicial resultan los matrimonios a ultranza de los poderes que rigen la vida social. Dicha verificación temporal ha permitido, por ejemplo, comprobar paradigmáticamente, como la indiferenciación entre religión, moral y política en el Medioevo, más que nociva, resultó demoledora para la libertad y la dignidad humana, para el real avance del conocimiento y para la democratización de las ventajas cotidianas producto del “saber”. A pesar de estas experiencias aleccionadoras nos hallamos nuevamente, en una coyuntura histórica, donde el poder económico logra concentrar en su seno la toma de decisiones políticas, éticas y sociales; dependencia que abiertamente resulta sesgada y viciada para el beneficio y la subsistencia de la humanidad en su conjunto.

El objetivo de este trabajo pretende mostrar la manera como la ciencia, valiéndose de su aurea sacra otorgada por la modernidad y aumentada en el mundo contemporáneo, ha sido manipulada en su interés fundacional y originario: “ ofrecer mayores y mejores condiciones de vida para todos”, para dar paso a la complacencia de los caprichos lucrativos de sectores minoritarios en el mundo; en otras palabras, estamos hablando de los poderes económicos transnacionales que en su férrea y ambiciosa búsqueda logran elevar al nivel de necesidades los avances científicos, sin detener su mirada en las implicaciones éticas y sociales que esta apología supone. Dicha distorsión de las motivaciones y los intereses científicos la observaremos a través del prisma del actual y álgido debate sobre los cultivos de alimentos transgénicos (I) para posteriormente mirar este fenómeno desde los emergentes postulados éticos de la responsabilidad global y atemporal (II), finalmente quisiera mostrar como las decisiones humanas frente al avance de la ciencia, la técnica y las tecnologías deben pensarse y tomarse bajo el principio de independencia y autonomía al interior de ellas y si en algún momento deben dar primacía a algún sector de la vida pública, la balanza, debe inclinarse por la prudencia ética de la preservación de la vida en todas sus manifestaciones, épocas y espacios (III).

I. Los alimentos transgénicos. Biotecnofílicos Vrs Biotecnófobos.

Para la Ecología, ciencia que estudia las relaciones que se establecen entre todos los seres vivos -especialmente hombres y mujeres -y la naturaleza, los procesos naturales más primigenios se vieron truncados desde que el hombre ha intervenido en la selección de semillas y especies más aptas para el cultivo y producción de alimentos; de esta manera el tipo de relación tradicional desde los primeros intentos de agricultura , entre hombre y naturaleza, ha privilegiado la idea de un poder superior del ser humano frente a las demás especies. Así, la reprogramación genética no significaría una gran novedad cualitativa en el tipo de relación establecida entre nosotros y el medio ambiente, sino que sería un paso más dentro de la demostración de dicho poderío para la intervención y la manipulación del medio externo a su humanidad.

Si el estudio y la alteración del ADN significan el arquetipo del poder “racional” del hombre o no es más que el resultado predecible del avance científico, no es cuestión que nos ocupe en estos momentos, pero lo que realmente podemos deducir de esta relativa hegemonía del hombre frente al medio natural, es el fundamento que ha determinado el tipo de relación hasta ahora establecida que supone dos ideas fundamentales: a. Dado el anonimato y el carácter impersonal de las leyes que rigen la naturaleza y que niegan por tanto alguna dignidad o valores específicos que se deban respetar en ella, se niega alguna restricción a su manipulación; b. la entronizada capacidad del “saber” que adjudica “poder” al ser humano para intervenir a su antojo y conveniencia en el devenir natural del medio que le rodea, lo que traduce un poder enaltecido del hombre frente a una naturaleza desprovista de derechos y protección .

En este modelo de coexistencia donde se menosprecia el valor intrínseco de la naturaleza en oposición a la peraltada y sobreestimada capacidad del hombre para conocer, surgen los estudios y se enmarcan las preguntas por la posibilidad de explorar el código esencial de la vida, de comprenderlo y rediseñarlo, en otras palabras “los seres humanos hemos modificado de forma activa, durante milenios la naturaleza. Pero nunca antes estuvo a nuestra disposición la tecnología y los instrumentos para rediseñarla con la profundidad que permiten las biotecnologías modernas” .

Este procedimiento de manipulación genética de plantas y animales data de la década de los ochenta del siglo pasado con el descubrimiento de las herramientas necesarias para la fragmentación y manipulación del ADN, hallazgo que impulsó de forma vertiginosa no sólo las investigaciones sobre cultivos o plantas con genes insertados artificialmente a través de la ingeniería genética o biotecnologías, sino al mismo tiempo la producción y comercialización de estos productos.

De dicho apresuramiento y acogida de estos cultivos transgénicos derivó e implicó el debate sobre los beneficios, los riesgos, la pertinencia, utilidad y necesidad de este tipo de productos, frutos de la combinación de la sabia naturaleza y la pericia del conocimiento humano. En esta querella se afincan dos posturas al parecer irreconciliables. Por un lado, quienes en nombre de las condiciones actuales del mundo y de su economía, defienden inquebrantablemente la elaboración de estos cultivos; y por otro lado quienes, colocando en tela de juicio los parámetros de investigación de estos experimentos y evidenciando los riesgos y peligros que se pueden apelar y comprobar, más aún cuando estas plantas terminarán en su gran mayoría convirtiéndose en alimento para la población humana.

Quienes defienden los innumerables beneficios de los cultivos transgénicos conocidos como biotecnofílicos, se resguardan en argumentos fácticos como la fabricación de plantas para el tratamiento biológico de aguas contaminadas, la creación de alimentos donde su proceso de maduración y conservación es

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