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CÁTEDRA ITINERANTE DE PERIODISMO. UNIDAD 1. LECCIÓN 1


Enviado por   •  14 de Mayo de 2013  •  8.113 Palabras (33 Páginas)  •  237 Visitas

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PROGRAMA ACADÉMICO 2013

MÓDULO I

LIBERTAD DE PRENSA Y DELITOS

CONTRA EL HONOR

UNIDAD DE APRENDIZAJE 1

FUNDAMENTOS DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

LECCIÓN 1

LOS ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA

LIBERTAD DE PRENSA

Lima – Perú

UNIDAD DE APRENDIZAJE 1:

FUNDAMENTOS DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

LECCIÓN 1:

LOS ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA

LIBERTAD DE PRENSA*

1. Derechos humanos, libertad de expresión y de imprenta

Hay muchas explicaciones sobre el nacimiento del derecho de libertad de prensa, casi tantas como teorías del derecho existentes. Y, probablemente, nin¬guna pueda acabar con la polémica o satisfacer plenamente. Pero, en todo caso, resulta importante rastrear las bases históricas de un derecho tantas veces invocado, con el fin de procurar conocer su sentido origi¬nal y su permanente presencia y relieve en nuestro derecho.

Una primera aproximación consiste en situar el derecho de liber¬tad de prensa entre los llamados derechos humanos individuales. Éstos se consideran fundamentales e incluyen el derecho de libertad de ex¬presión que, a su vez, deriva en el derecho de libertad de prensa cuan¬do los medios de la técnica (llámense imprenta, radio – teledifusión, cinema¬tografía, ahora Internet) hacen posible que la expresión humana se transmita de mane¬ra más compleja y que su alcance natural y directo se acreciente, lle¬gando en breve tiempo o incluso en tiempo real a audiencias masivas.

A pesar de la prolongada tradición del derecho natural en Occi¬dente, los derechos humanos individuales no tuvieron sustento doc¬trinario, difusión real o aplicación a nivel general, ni en la antigüedad ni en la Edad Media, cuando se diferenciaba ya fuese entre los derechos de los esclavos y los del pater familias, ya entre los derechos de los siervos y los de los señores feudales.

Sólo cuando la cultura occidental se renueva, abriéndose desco¬nocidos horizontes comerciales, filosóficos, científicos y políticos, co¬menzaron a asentarse progresivamente los cimientos del pensamiento que acogería los escritos del Enciclopedismo y de la Ilustración en Francia, y los de John Locke y otros filósofos anglo-sajones en Ingla¬terra. De esta manera se fue propagando lenta y progresivamente la concepción, basada en el mismo derecho natural, de que todos los hombres tienen ciertos derechos fundamentales, connaturales, inhe¬rentes e inalienables, los cuales ningún gobierno ha puesto en la natu¬raleza humana y que, por tanto, tampoco puede suprimir o anular.

Dentro de esta concepción se reconoce que los gobernantes so¬lamente deben asegurar la preservación de estos derechos fundamen¬tales, interviniendo para regular su ejercicio pero no para frenar su cabal desarrollo y mucho menos para anularlos.

Los gobiernos pasan, pues, a ser considerados sólo como los guardianes de los bienes fundamentales de las personas y ya no más como su fuente u origen. Si los gobernantes dejasen de cumplir esta función protectora y optasen por la tiranía, llegando a suprimir o impedir el ejercicio de los derechos fundamentales de la persona, el pueblo podría y debería recuperar tales bienes, oponiéndose a las autoridades y derrocándolas si fuere el caso, siempre para asegurar que continúen con la custodia celosa de los derechos fundamentales.

Entre estos derechos tan enérgicamente proclamados, y que van madurando lentamente en la humanidad en un proceso de siglos, aún no culminado, aparece también en lugar relevante el derecho de liber¬tad de prensa.

2. Inglaterra: censura previa y monopolio oficial

El derecho de libertad de prensa nació vincula¬do a los derechos humanos fundamentales o esenciales del individuo y que, de acuerdo con esta concepción, no debería ser suprimido, suspendido o anulado por ley positiva alguna.

Pero, además, debe mencionarse que el derecho de libertad de prensa antes de estar referido a los impresos periódicos y diarios, se dirigió ya desde fines del siglo XV a proteger la libre publicación de li¬bros, es decir, de impresos y publicaciones eventuales mediante la concesión de “privilegios reales” para hacerlo. Pero luego en Inglaterra, por ejemplo, ya en la época de Isabel IV, por 1637, se había promulgado un decreto en la Cámara Estrellada estableciendo el monopolio de la im¬presión en algunas ciudades del rey.

Esta disposición fue prorrogada en diferentes períodos hasta que - considerada dictatorial por una serie de pensadores ingleses - se empezó a impugnar. Entre los críticos estuvo el poeta John Milton, au¬tor de la célebre Areopagítica (1644), alegato en el cual defendió la libertad de prensa. Esta exposi¬ción es considerada como una de las más brillantes defensas de la li¬bertad de expresión y de imprenta.

Fue en 1694 que el eximio jurista John Locke, continuando la defensa de esta libertad fundamental de la persona, sustentó la nece¬sidad de comerciar libremente las obras impresas entre los diferentes países. Como consecuencia de su intervención, en 1695 no se renovó la ley de censura previa y de monopolio referida a la publicación de libros. Y en 1710 se amplía la libertad incluso a los autores, por edicto de la reina Ana, con la condición de su depósito oficial. En 1790 se insti¬tuyó el hoy llamado copyright.

No obstante, sólo se permitiría este ejercicio del derecho de liber¬tad de prensa con una serie de restricciones, como la de no dar a pu¬blicidad los debates parlamentarios y otras más. Finalmente, en el año 1792 se expidió el llamado Libel Act, que acabaría definiti¬vamente con las restricciones anteriores, permitiéndose a los periodis¬tas y a los impresores asistir al Parlamento donde, en una ocasión histórica, Edmund Burke, dirigiéndose a ellos, los llamó por vez pri¬mera “el cuarto poder”.

3. Estados Unidos: la utilidad de la competencia de ideas

En los

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