Educacion
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ENSAYOS
Reflexiones sobre pensamiento
crítico en educación a partir de los
planteamientos de Mc Laren, Giroux,
Castells y Macedo
Luis Gerardo Meza Cascante}
Instituto Tecnológico de Costa Rica
Cartago, Costa Rica
gmeza@itcr.ac.cr
Resumen
Se presenta un análisis crítico, a partir de las lecturas de
las obras de Giroux y de McLaren, orientado a esclarecer
las prácticas que se han venido dando sobre la formación
de educadores en las universidades, las cuales pretenden
formar educadores constructivistas mediante procedimientos
conductistas. El planteamiento de estos autores
pueden ayudarnos a clarificar esta posición ideológica.
Palabras claves: Educación, formación de educadores,
prácticas tradicionales, ideología dominante, proceso
educativo, conocimientos crítico, política y poder.
Abstrae!
This article presents a critical analysis based on the Giroux
and McLaren works. It is oriented to establish the different
practices that have been used in the teachers' fonnation
through behaviorist and constructivist approaches. This
authors' analysis can help readers to clarify their ideological
position.
Recibido: 08 de setiembre, 2010 -Aprobado: 29 de junio de12011
Profesor y Doctor Catedrático en el ITCR. Es Director, docente e investigador en la Escuela de
Matemática del Instituto Tecnológico de Costa Rica. Profesor 11en la Universidad Nacional.
Revista Ensayos Pedagógicos Vol. VI, N° 1
17-36, ISSN 1659-0104, enero-junio, 2011
Luis Gerardo Meza Cascante
Keywords: Education, teachers' trairnng, traditional
practices, dominant ideology, educational process, critical
knowledge, politics and power.
Mi punto de partida
Abordo este trabajo desde mi principal preocupación en este momento:
la de formador de educadores. He contribuido a formar
profesores y profesoras de matemática por muchos años, tanto
en la Universidad Nacional como en el Instituto Tecnológico de Costa
Rica. La preocupación nace principalmente porque, unas veces mediante
la investigación y otras mediante el contacto directo en los cursos de
la licenciatura, he comprobado que la práctica de los educadores y de
las educadoras que hemos formado no difiere, casi en nada, de las prácticas
tradicionales. Desde luego, la preocupación va pareja con la convicción
de que las prácticas tradicionales no son las más convenientes.
Por otra parte, desde hace mucho tiempo, incluyendo la etapa
inicial de mi formación como educador, he escuchado que la Escuela es
un aparato reproductor de la ideología dominante. En general he dado
validez a este argumento, pero confieso que no había tenido completa
claridad sobre cómo es que la Escuela cumple con ese papel. Me preguntaba
cómo es que un profesor o una profesora transmite la ideología
dominante, que es lo que él o ella hace que lo produce. Pensé en la
forma en que damos lecciones, en las cosas que hacemos y decimos y
no podía encontrar con claridad ese "cómo". Incluso me confundí más
cuando conocí como se diseñaron los programas de matemática de la
educación media, al comprobar que fueron formulados por funcionarios
del MEP, algunos de los cuales fueron mis compañeros de formación,
y que una parte del trabajo fue desarrollado por profesores y por profesoras
de la Universidad de Costa Rica. La mayoría de estos colegas han
trabajado conmigo en una cantidad importante de proyectos, son muy
respetables en su desempeño profesional, y no parecen tener razones
para privilegiar intereses de clases a las que no pertenecen.
¿Cómo, entonces, es que la Escuela sirve de aparato reproductor
del sistema dominante? La lectura de las obras de Giroux y de MeLaren,
principalmente, me ha dado la pista. He comprendido que favorecemos
el proceso reproductor porque actuamos convencidos de que hacemos
las cosas que hay que hacer, sin cuestionar lo que hacemos y por qué lo
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planteamientos de Mc Laren, Giroux, Castells y Macedo
hacemos. Tenemos una actitud reproductora porque transmitimos conocimientos
elaborados por otros y en otras partes, como si fueran la única
verdad posible. También porque miramos el proceso educativo como un
proceso neutral, antiséptico, que no tiene vinculación con la política y el
poder, en el cual creemos posible enseñar conocimientos sin incorporar
elementos históricos, de género, de raza, etc. Actitudes como estas son,
precisamente, las que necesita el sistema para perpetuarse. De paso,
por la imposición de las normas y de los procedimientos instaurados en
la Escuela, favorecemos la formación de personas sumisas, sin pensamiento
propio, y en muchos casos, por el apego tan grande que generamos
a las notas y a las calificaciones, convencidas de que lo que cuenta
es "pasar", no importa cómo.
Por otra parte, las educadoras y los educadores no hemos tomado
conciencia de los efectos que producen en las y los estudiantes, y en
nosotros mismos, los medios de comunicación masiva: la TV, la radio,
los periódicos, etc. y nunca, o casi nunca, consideramos que es tarea de
la Escuela preparar a las y los jóvenes para estar en capacidad de responder
críticamente ante lo que reciben de tales medios.
Como formador de educadores caigo en cuenta, además, de que
nuestra propuesta también ha sido reproductora. Lo anterior porque nos
hemos centrado principalmente en formar a las y los estudiantes en aspectos
técnicos relacionados con los procesos de enseñanza- aprendizaje
y hemos descuidado, casi absolutamente, el problematizar, el escuchar,
el develar elementos ideológicos en los textos, en los programas
de estudio, en las propuestas de reformas educativas, y hasta en develar
nuestras propias prácticas cargadas de condicionantes ideológicos. Casi
nunca partimos en nuestra labor formativa de las experiencias y de las
necesidades de las y los estudiantes, ni analizamos los vínculos entre
la Escuela y el poder político, ni historizamos el conocimiento, como
propone Giroux.
Junto a la luz que me ha proporcionado estas lecturas para alcanzar
una mejor comprensión del tema, debo agregar una aguda crítica,
pienso que francamente merecida, que escuché hace pocos días de un
estudiante, y que constituye un ejemplo de la falta de coherencia que
a veces mostramos y que a la postre nos convierte en instrumentos de
reproducción ideológica: los formadores de educadores en las universidades
pretenden formar educadores constructivistas mediante procedimientos
y prácticas conductistas.
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Luis Gerardo Meza Cascante
Pensamiento crítico para MeLaren, Giroux, Castells y Maeedo
Cuatro son los autores que me interesan, y es natural asumir que
.sus planteamientos no..sean necesariamente idénticos en cuantq a 10 que
comprenden como pensamiento crítico. No obstante, me parece encontrar
más semejanzas que diferencias, especialmente porque no he encontrado
tema alguno en el que sostengan posiciones francamente antagónicas.
Encuentro más bien diferencias de matices o en la profundidad
con la que abordan cada problemática, y así 10 asumo en este trabajo.
Me interesa resaltar algunas de las ideas particulares de cada uno
de los autores y posteriormente presentar un análisis conjunto.
Pensamiento critico en Peter MeLaren
McLaren me ha parecido un escritor directo y erudito. Es directo
porque escribe en una forma directa, esto es, no parece preocuparse por
disimular o por dosificar sus planteamientos: va directamente al grano.
Además, me ha parecido erudito por la forma profunda con la que trata
los temas y por la cantidad impresionante de referencias y de citas que
incluye en su obra. Me parece también que es un autor crítico que cree
en la posibilidad de la transformación social.
Veo en McLaren una clara preocupación por aspectos sociales y
culturales vinculados con el poder que se dan fuera del aula, así como
por analizar la manera en que dichos elementos crean relaciones sociales
dentro del aula. Lo esencial de su postura lo veo en su convicción de
que la pedagogía crítica debe ser una estrategia y una respuesta poderosa
a las condiciones históricas que nos han gestado como personas, y
a las formas en que cotidianamente estamos insertos en las estructuras
de poder existentes.
Pienso que McLaren muestra una actitud reflexiva que desnuda
a la Escuela, no por un propósito morboso, sino por el contrario: con el
fin de evidenciar el papel que juega como instrumento ideológico que
permite transmitir, generación a generación, valores, creencias, apariencias
y sensaciones, creando realidades que no son. Encuentro que
su pensamiento crítico contribuye a mostrar a la Escuela como ese instrumento
que somete a la población (estadounidense en su caso) haciéndole
vivir una realidad que no es la verdadera, y señalando con valentía y con
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planteamientos de Mc Laren, Giroux, Castells y Macedo
franqueza las tareas que la Escuela y que los educadores debemos asumir
para revertir la situación. Me parece que un aspecto fundamental para
MeLaren está en la lucha que debemos librar por mejorar las condiciones
de acción de las personas desposeídas y sometidas, y es su mérito plantear
que en esta tarea la Escuela como institución y lo educadores como
parte de ella, tenemos un papel (un nuevo papel) que cumplir.
Dentro de lo que estimo como elementos que configuran el pensamiento
crítico de McLaren, está su señalamiento de que tenemos que
rechazar las verdades recibidas, en su carácter de inmutables, ahistóricas,
neutrales, antisépticas, lo mismo que ciertas convicciones aceptadas.
En este punto creo que es profundamente importante su señalamiento,
casi permanente, de que no debemos permitir que nos engañen
quienes promueven una educación que elimina las diferencias, bajo el
pretexto de eliminar las desigualdades. La concepción de buscar una
Escuela que elimine las diferencias, asimilando el proceso a eliminar
las desigualdades, es lo que permite las propuestas incontestadas de
buscar la formación de las personas como si todos fueran hombres,
blancos, etc., hecho que favorece el fracaso de muchas personas en el
sistema educativo porque no lo son y no pueden serio, y porque obvia
las diferencias entre las personas y las diferencias asimétricas en la posesión
del poder.
En el pensamiento crítico de McLaren encuentro también una
profunda preocupación por mostrar que en el debate sobre la educación
pública (estadounidense) se olvida la necesidad de examinar con detenimiento
la forma como la Escuela contemporánea reproduce imágenes
nacionales de ciudadanía inspiradas en la Ramborizacion de Norteamérica
y plasmada en el Go for it (A por ello) de Rocky Balboa y en el Go
-ahead, Make my day (Adelante, dame el día) de Clint Eastwood, clichés
que adornan la cultura brava de Estados Unidos. Esta cultura brava es
una forma, pienso, de sometimiento de la población norteamericana
que utilizan los gobernantes de ese país, y mediante ella legitiman la
intervención armada en otras naciones como ha sucedido en América
Latina, incluso en años recientes, o en otros continentes como en el
caso de Irak.
Creo que en nuestro país también estamos olvidando debatir sobre
este tipo de construcciones, que en nuestro caso, debe llevar doble
propósito. Por un lado, analizar como la cultura brava estadounidense
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nos somete y nos afecta, legitimando en su propia población y en la
nuestra, la intervención directa e indirecta de los Estados Unidos en
nuestra propia acción. Tenemos que develar la propuesta sostenida de
los gobiernos estadounidenses de que su cultura, su forma de gobierno,
su forma de hacer las cosas, es la forma "que conviene" a los demás,
cuando en el fondo sabemos que simplemente conviene a poderosos
grupos comerciales. Por otro, tenemos que reflexionar sobre cuáles son
los personajes con los que se identifican nuestros jóvenes, atomizados
de "Rambos", Ricky Martin, héroes deportivos transitorios, etc. Tenemos
que invitar en nuestras aulas a las y los estudiantes a analizar con
qué personajes se identifican, por qué creen que lo hacen, y ayudarles
a develar los elementos ideológicos que pueden estar presentes en tal
identificación. Pienso como McLaren (1997) que es necesario empezar
a historizar esta identificación en el contexto de los acontecimientos
políticos y sociales que vive el país.
Relevante es el aporte de McLaren cuando reacciona contra lo
que denomina "el pluralismo muerto", pues piensa que evita que se perciba
la necesidad de historizar la diferencia, de reconocer la producción
jerárquica de sistemas de diferencia y los intereses a los que dichas jerarquías
sirven, y de percibir la diferencia como una construcción social
forjada entre relaciones asimétricas de poder, de conflictos de intereses
y en un clima de disentimiento y oposición.
Sobre este punto tenemos muchísimo que reflexionar y que actuar
los educadores costarricenses. Bastantes mitos se han forjado sobre
la amabilidad del pueblo costarricense con el extranjero y sobre
la tolerancia a las ideas ajenas, por ejemplo. Lamentablemente en los
últimos años, ante las fuertes inmigraciones de nicaragüenses, hemos
visto que existe una fuerte cultura de rechazo a estas personas, por lo
cual pienso que nos hemos mostrado como un pueblo poco receptivo
de los extranjeros. La educación costarricense tiene pues el imperativo
de formar a las y los jóvenes en este aspecto. Tarea también importante
tiene la educación costarricense sobre la tolerancia a la opinión ajena,
pero nos corresponde a las y los docentes profundizar sobre este tema y
no manejarlo superficialmente en el ámbito de mito, dando por supuesto
que es una característica adquirida del pueblo costarricense. Nos cabe
aquí un pensamiento crítico que dude hasta de las verdades que hemos
asumido como incuestionables.
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espacios en los que se dan complejos encuentros de culturas dominadas
y subordinadas, cada un vinculada al poder que poseen para definir y
legitimar una construcción particular de la realidad. Su pensamiento
nos ilumina sobre que las Escuelas no son sitios neutrales en los cuales
las y los estudiantes acceden a conocimientos neutros, despolitizados,
sino que en ellas los diferentes valores, convenciones y conocimientos
se acercan, mezclan, y excluyen en diferentes formas.
Este autor introduce elementos de reflexión sobre la política cultural,
con la característica muy particular de elaborar un discurso pedagógico
lleno de posibilidades.
Dentro de sus planteamientos considera que a los profesores
se les enseña a utilizar numerosos modelos educativos o técnicas pedagógicas,
pero no se les enseña como utilizar los instrumentos de
análisis para reflexionar o elaborar críticas en tomo a esos modelos
y técnicas. Sostiene que en lugar de preocuparse por el dominio y el
perfeccionamiento del uso de metodologías, los profesores y el personal
de la administración deberían enfocar el problema de la educación
examinando sus propias perspectivas acerca de la sociedad, las Escuelas
y la emancipación.
Al reflexionar sobre los modelos de formación de educadores en
nuestro país en los que he participado, llego a la conclusión de que la
observación que Giroux plantea para el caso estadounidense se aplica
también al nuestro. Efectivamente, la formación de los educadores en
Costa Rica enfatiza principalmente en el manejo de cuestiones pedagógicas
(planeamiento didáctico, construcción de pruebas, elaboración de
material didáctico, etc.) y no crea espacios para dotar a las futuras y a
los futuros docentes de una capacidad de reflexión, de análisis o de crítica
sobre lo que reciben, sobre lo que se les dice que deben hacer, etc.
A manera de ejemplo de los resultados que hemos obtenido con
los modelos comentados anteriormente, podemos comprobar, lamentablemente,
que una mayoría de los educadores graduados en estos procesos,
una vez en el aula como profesionales, acuden a los libros de
texto comerciales para apoyar su labor y los utilizan como si fueran una
verdad incuestionable. He podido comprobar que los emplean sin cuestionar
el enfoque didáctico, ni la precisión de los contenidos, ni la pertinencia
pedagógica, etc. Lo mismo sucede, desafortunadamente, con el
empleo de otros recursos didácticos como el software, las calculadoras o
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planteamientos de Me Laren, Giroux, Castells y Macedo
las computadoras. Desde luego, también nos cabe meditar sobre cuanto
reflexionamos los propios formadores sobre los recursos que nosotros
mismos utilizamos.
Para Giroux, el conocimiento no es objetivo, ni neutral, sino una
construcción social que responde a unos intereses determinados. Con
este aporte Giroux nos permite concebir que los diversos grupos sociales
pueden participar en la transformación y construcción de una nueva
realidad social.
Comparto con Giroux que más que tratar de evadirse de sus propias
ideologías y valores, los educadores deberíamos evaluarnos críticamente
con el fin de comprender de que manera nos ha conformado la
sociedad como individuos, cuales son nuestras verdaderas creencias y
como estructurar más positivamente los efectos que nuestra acción ejerce
sobre los estudiantes y otras personas. Comparto su planteamiento,
pero temo no estar muy claro sobre como hacerlo. En lo personal he
tenido la oportunidad, a partir de estos estudios, de iniciar una toma de
conciencia. No veo claro como puedo hacer para contribuir a que otros
colegas puedan iniciar procesos similares, pero encuentro un mejor panorama
en mi labor de formación de educadores.
Me parece relevante el análisis que hace Giroux de la educación
como una forma de política cultural. Desde esta perspectiva, la enseñanza
representa siempre unas formas de vida social, siempre está implicada
en relaciones de poder y de prácticas sociales, y privilegia aquellas
formas de conocimiento que proporcionan una visión especifica del
pasado, del presente y del futuro. A partir de estos planteamientos concluyo
que no podemos seguir enseñando como si tuviéramos la tarea de
comunicar verdades inmaculadas, desprovistas de contenido social o
histórico, y sin conciencia de que no podemos concebir la verdad, como
dice Foucault, fuera del poder.
También considero relevante en Giroux su visión de que las Escuelas,
entendidas como esferas públicas democráticas y los profesores
como intelectuales transformativos, deben procurar, junto con los estudiantes,
desarrollar un proyecto educativo que ahonde en el proceso
democrático y en la eliminación de las desigualdades sociales, ya sea
por razón de sexo, etnia, religión o clase social.
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Luis Gerardo Meza Cascante
Pensamiento crítico en Manuel Castells
Con frecuencia escuchamos sobre la necesidad del desarrollo
científico y tecnológico para lograr el desarrollo nacional. Comparto
que el desarrollo científico y el tecnológico son elementos que inciden
en el desarrollo nacional, en general, y en el mejoramiento de las condiciones
de vida del pueblo costarricense en particular.
Es motivo de preocupación, no obstante, que se asuma una posición
radical sobre el hecho de que el desarrollo tecnológico, cada vez
más vertiginoso, conducirá a la humanidad a mejores condiciones de
vida. Castells muestra una posición clara que nos indica que no es necesariamente
así. Señala con firmeza que la sociedad de la información
nos ha conducido, proceso que se sigue incrementado, a vivir de manera
acelerada, solitaria y con grandes desequilibrios. A la vez, identifica
también elementos sociales que están alterando fuertemente el concepto
de familia: el alto índice de divorcios y las posibilidades alternativas de
procreación (fecundación in Vitro y las madres de alquiler). Además,
insiste en los importantes procesos de transformación social ligados a
diferentes movimientos sociales (feminista, gay-lésbico, ecologista, entre
otros) que introducen nuevas formas de relaciones humanas.
Según su planteamiento la sociedad que se está generando no
es una sociedad más justa, pues, en particular, se están disolviendo las
instituciones sociales. Supone que las nuevas formas de relación social
del futuro estarán construidas por estrategias individuales. Visto de esta
manera el panorama, piensa que es sumamente necesario apelar a la
ética, a la solidaridad y al humanismo, pues de esto dependerá el tipo de
sociedad que se podrá configurar,
¿Tiene su visión alguna pertinencia con lo que vemos suceder en
nuestro país? En principio sabemos que Castells trabaja y reside en los
Estados Unidos, aunque es español de nacimiento. Por eso podríamos
pensar que sus planteamientos valen principalmente para los Estados
Unidos o para los países desarrollados. En lo personal pienso que sus
planteamientos cubren a todo el planeta, porque, tal y como el mismo
señala, el fenómeno no es sólo para las potencias, sino que involucra a
todos los países del mundo. Cabe esperar, no obstante, consecuencias
en el corto plazo distintas para los diferentes países.
Los planteamientos de este autor son importantes porque analiza
elementos que podríamos dejar de mirar en la vorágine del desarrollo
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Reflexiones sobre pensamiento crítico en educación a partir de los
planteamientos de Me Laren, Giroux, Castells y Macedo
tecnológico. Nos hemos involucrado en un vertiginoso proceso de desarrollo,
Costa Rica no es excepción, en el que cada día hay novedades
de tipo tecnológico, que nos afectan en nuestra forma de trabajar, de
vivir en el hogar, de comunicarnos con las personas, de aprender, etc. El
asunto es impresionante. En este mundo acelerado hemos ido perdiendo
valores y tal vez lo más grave, no tenemos conciencia de cuantas cosas
han cambiado o están cambiando, valores y principios incluidos, y no
tenemos ideas claras de cómo nos va a afectar como personas o como
grupos sociales estos procesos. Tampoco hemos dimensionado correctamente
la manera en la que el aporte de diversos grupos sociales han
reconfigurado las relaciones en la sociedad.
El pensamiento crítico de Castells sobre estos fenómenos es un
punto de partida.
Pensamiento crítico en Donaldo Macedo
Macedo explicita en su trabajo como la selección de los contenidos
no es un proceso neutro. En este caso particular lo hace demostrando
como lo que se incluye en una obra particular (Alfabetización cultural:
lo que todos los americanos necesitan saber, de E.D. Hirsch) intencionalmente
selecciona como verdaderos unos hechos, y oculta otros.
El pensamiento crítico de Macedo, juzgo a partir del articulo leído,
resalta varios elementos importantes. Por una parte, ya mencionado,
los elementos intencionales presentes en la selección de los contenidos.
Por otra, evidencia que el control ideológico en la escuela se lleva a
cabo tanto por medio de la omisión de hechos, como por la presentación
engañosa de los mismos.
Desde luego, comparto con este autor, que en la selección de los
contenidos se omiten referencias a hechos históricos. A veces con el fin
de resaltar algunos aspectos, otros con el fin de ocultar hechos que podrían
llevar a ciertos tipos de reflexión que no conviene generar. Pienso
que dentro de estas estrategias se incluye el presentar la información
con ribetes exagerados o caricaturizados. Es el caso de mostrar la información
en el ámbito de cuento, de historia que no tiene vínculos
con procesos humanos en los cuales se sufrió, se lloró, se sintió, hubo
alegrías, hubo éxitos o fracasos: elementos muy humanos.
Resalto en Macedo su aporte para configurar una educación que
respete e integre las diferencias culturales.
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Luis Gerardo Meza Cascante
Análisis
En general, creo que para estos autores el pensamiento critico
está constituido por una actitud de permanente reflexión y cuestionamiento,
en la cual no caben posiciones neutrales, sobre la cotidianeidad.
Giroux, McLaren y Macedo muestran referencias más explícitas a la
educación (incluyendo el trabajo en el aula), mientras que Castells trata
más sobre el impacto de las tecnológicas de la comunicación y de la información,
y sobre los manejos ideológicos que se esconden tras ellos.
Todos, eso sí, se muestran preocupados por los efectos en el desarrollo
social y en las injusticias que se dan en la época actual, que acentúan las
desigualdades sociales y en la que persisten mecanismos (la educación
es uno de ellos) que favorecen la existencia de una hegemonía que permite
a ciertas clases sociales perpetuarse en sus privilegios.
Es de tener en cuenta que los planteamientos de los autores parten
de su vivencia, trabajo y conocimiento de la sociedad estadounidense,
aunque sólo Giroux sea nativo de los Estados Unidos. La sociedad
estadounidense guarda enormes diferencias con la nuestra, y en consecuencia,
cabe esperar que también su educación y sus propósitos. No
obstante, pienso que es posible y necesario, entresacar de los planteamientos
de estos autores algunos elementos a partir de los cuales pueda
reflexionar sobre nuestra propia educación, y en particular, sobre mi
propia práctica como educador y como formador de educadores.
De esta manera, he podido reflexionar sobre cómo es que la educación
formal costarricense reproduce las estructuras de dominación. En
efecto, he podido pensar que la existencia de ciertos ritos, costumbres,
y procedimientos nos llevan, a las educadoras y a los educadores costarricenses,
a caer en una rutina, a estar preocupados permanentemente
por terminar los programas, por cumplir con listados de contenidos, por
asegurar que nuestros estudiantes puedan presentar "exitosamente" las
pruebas de sexto grado, noveno o de bachillerato, lo que nos consume
en un "hacer" que, además de reproducir cierto tipo de prácticas y de
construir cierto tipo de subjetividades (lo que es bueno, lo que es malo,
lo que debe hacerse y lo que no, a lo que podemos aspirar y a lo que
no, lo que debemos resaltar y lo que no), nos elimina casi por completo
la posibilidad de reflexionar sobre lo que hacemos, como lo hacemos y
por qué lo hacemos.
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Reflexiones sobre pensamiento crítico en educación a partir de los
planteamientos de Mc Laren, Giroux, Castells y Macedo
Tampoco nos cuestionamos sobre los textos que usamos, sobre
su abordaje de los contenidos, del tratamiento que se da al conocimiento
(absoluto, invariante, construido por seres humanos sin contexto,
ahistórico) ni reflexionamos sobre otros aspectos que se nos imponen:
forma de evaluar, listados de contenidos, procedimientos de aula. La
reflexión es poca aun sobre aspectos claramente contradictorios: constructivismo
evaluado por pruebas de corte conductista.
Desde luego, dándole crédito a Giroux, a pesar de este procedimiento
casi mecánico con el que actuamos en nuestras aulas siempre
se dan elementos de resistencia, pero no existe conciencia de nuestro
papel reproductor.
Me parece claro que estos cuatro autores comparten una preocupación,
una actitud y una acción que refleja un interés por fortalecer a
los débiles y por transformar las desigualdades y las injusticias sociales.
Y, algo muy importante, ubican a la Escuela y a los educadores como
elementos sustantivos en la lucha por lograr esos propósitos. Este es
un elemento que, de alguna manera, pienso que en lo personal había
olvidado: nos corresponde como educadores asumir, no solo la preocupación,
sino también la acción, para buscar como mejorar las condiciones
de acción de las personas menos favorecidas. Esta acción conlleva,
desde luego, el crear conciencia en nuestros estudiantes del para qué de
la educación, de las interferencias ideológicas presentes en la Escuela,
en la propaganda, etc. y en gestar un pensamiento reflexivo, que les
permita dudar sistemáticamente de 10 que ven, de lo que oyen, de lo que
se les presenta como verdades innegables, para que busquen, a partir de
su propia reflexión, el significado de las cosas.
Es claro que estos autores ven a la Escuela no sólo como un mecanismo
de reproducción de las estructuras económicas y sociales capitalistas,
sino que la conciben como un espacio de reacción y resistencia.
A partir de las lecturas realizadas, que estos autores conciben como
pensamiento crítico, entiendo la necesidad de considerar la educación en
un contexto histórico, examinando a las Escuelas, además, como parte
de las relaciones sociales y políticas que caracterizan a la sociedad dominante.
En este sentido, los autores indican claramente que no cabe mirar
a las Escuelas como lugares neutrales en las que es posible dotar de conocimientos
a los jóvenes, partiendo de una neutralidad que no existe:
no hay neutralidad en la selección de los contenidos, ni de los textos,
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ni en la forma que se organiza la Escuela, ni en la selección de metas,
ni en los patrones de conducta que se consideran aceptables, ni en otros
muchos aspectos.
Por eso, me parece relevante asumir con los autores que la concepción
tradicional de la enseñanza y aprendizaje como un proceso
neutral o transparente, antisépticamente extraído de los conceptos de
poder, política, historia y contexto, ya no puede ser asumido como tal.
Por tanto, pienso que, pensamiento crítico es, para los autores, asumir
que las Escuelas son algo más que simples lugares de instrucción.
Así, a partir de los planteamientos de los autores, cabe mirar a la
Escuela como un lugar donde ideologías y formas sociales heterogéneas
colisionan en una arrolladora lucha por la dominación. Pienso, siguiendo
a Giroux, que las Escuelas no son sólo instrumentos de dominación,
sino que siempre ofrecen elementos de resistencia. Potenciar este elemento
de resistencia y convertirlo en un instrumento de transformación
social es un imperativo que se extrae de los planteamientos de los autores
(Giroux y McLaren, especialmente), con el cual me identifico.
Reflexión
Vivo en Costa Rica. Creo conocer bastante del sistema educativo
costarricense porque me he desempeñado como profesor de matemática
en la educación secundaria pública, como profesor universitario en dos
universidades estatales y una privada, y porque, mediante el desarrollo
de programas de capacitación y otras intervenciones académicas, mantengo
contacto con profesores y profesoras de la educación media y sus
estudiantes. Además, he realizado estudios formales en tres universidades
estatales costarricenses.
A partir de estas vivencias percibo en los colegios una actitud rutinaria,
una premura en las y los docentes por cubrir programas, por preparar
a las y los estudiantes para el examen de noveno o de bachillerato,
una escasez de materiales y de otros recursos. Noto también una oferta
bastante clásica, repetitiva cada día y cada año. Observo que las lecciones
que se imparten este año no difieren de las que he observado hace
uno, dos, tres o tal vez veinte años. Como vemos en la prensa, el señor
Ministro hace defensa insistente de algunos elementos que, tal vez ingenuamente,
algunos identifican como elementos de calidad educativa
(200 días lectivos al año, por ejemplo). Otros expresan con crudeza su
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Reflexiones sobre pensamiento crítico en educación a partir de los
planteamientos de Me Laren, Giroux, Castells y Macedo
desacuerdo con el "pedagogismo", al cual parecen identificar como el
causante de los males de la educación nacional.
¿Cómo es que el sistema educativo convierte al o la docente, rápida
y suavemente, en seres pasivos, indiferentes, buscadores de excelencia
a veces pero con concepciones atrofiadas de lo que se busca? Por
una parte, tal como expuse anteriormente, creo que el sistema educativo
está cargado de ritos, de costumbres, de formas "correctas" de hacer las
cosas, sobre las que no se reflexiona mucho, El o la docente se ve saturado
de procedimientos que debe acatar y que le marcan el camino, y
que con el tiempo, llegan a percibirse como "naturales". Por otra parte,
el sistema educativo formal termina siendo visto como el único capaz
de llenar las necesidades educativas de las personas, esto nos lleva a
mirar como imposible una Escuela distinta a la que tenemos: los procedimientos,
organización, etc. de la Escuela llegan a ser percibidos por
los propios maestros como inevitables.
Confieso que los mismos formadores de educadores llegamos
también a mirar como "marco definido" el sistema educativo costarricense,
y es para ese mismo sistema, criticas casi ausentes, que formamos
a las y los educadores: la vinculación con el sistema educativo,
cuando se da, se da para reproducirlo y no para transformarlo.
Por lo anterior, creo que los docentes llegamos a percibir el sistema
educativo como algo que es, que no puede ser diferente, y es precisamente
esta forma de pensamiento la que necesita el sistema para
seguir operando en su papel reproductor de la ideología dominante. No
vemos como transformar el sistema, a lo que damos espacio y a lo que
nos hemos acostumbrado, es a las "reformas educativas", consistentes
en cambios cosméticos de nombres rimbombantes, que en el fondo no
cambian nada pero que parecen prometer mucho. Se trata de "lavados
de cara" que en el fondo no cambian nada. Un ejemplo de lo anterior,
es la declaración del constructivismo como una de las fuentes filosóficas
que sustentan la política educativa vigente. No obstante, al mirar la
práctica del aula o al confrontar medidas adoptadas o mantenidas por el
sistema, nos llevan a concluir que la práctica educativa no es de carácter
constructivista: sigue siendo predominantemente conductista.
A partir de los planteamientos de los autores cuyo pensamiento es
objeto de este trabajo, he tomado conciencia de otro hecho también muy
importante: la suspicacia que hay que tener para no dejarse engañar por
propuestas que en apariencia resuelven problemas sociales, pero que
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en el fondo sólo legitiman los mismos. Ya con los planteamientos de
Flecha había tomado cuenta de ello, pero ahora, a partir de Giroux y de
McLaren especialmente, me doy cuenta de que ciertas prácticas podrían
confundirse con verdaderas alternativas de cambio.
Pienso que no sólo es necesario que los educadores tomen acción
como intelectuales transformadores, asumiendo actitudes críticas y acciones
consecuentes, sino que se requiere un estado de reflexión muy
especial para develar los elementos ideológicos que nos muestran una
realidad que no es.
También es relevante, en la posición de los autores comentados,
desarrollar un pensamiento crítico que nos permita distinguir las interpretaciones
que están ideológicamente distorsionadas de las que no lo están.
Conclusiones
A manera de conclusiones podemos indicar lo siguiente:
1. Uno de los elementos más impresionantes de MeLaren (1997) es
su convicción de que la enseñanza para elfortalecimiento personal
y social es éticamente previa a cuestiones epistemológicas o
al dominio de las habilidades técnicas o sociales que son priorizadas
por la lógica del mercado.
Me ha impresionado porque, de pronto, siento descubrir que este
no es un principio fundamental en la educación costarricense en
la cual seguimos concentrados principalmente en los contenidos
y en las destrezas. Me ha impresionado porque me he sentido
señalado, en mi papel de educador y de formador de educadores,
de no haber meditado y considerado un principio tan fundamental:
primero la persona. Algunos elementos del sistema educativo
costarricense, me hacen concluir que un principio como este no
es significativo en nuestro medio: para muestra pensemos en la
sacrosanta importancia que tiene el examen de bachillerato.
2. Los autores analizados, McLaren y Giroux en particular, rechazan
la consideración general de que la Escuela constituye el principal
espacio para la movilidad económica y social, argumentando
en su lugar que la enseñanza norteamericana ha fallado en
su promesa de llevar a cabo una reforma igualitaria. Desde esta
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Reflexiones sobre pensamiento crítico en educación a partir de los
planteamientos de Me Laren, Giroux, Castclls y Macedo
perspectiva, los resultados económicos, sociales y políticos de la
enseñanza son mucho mayores para los económicamente acomodados
que para los desaventajados.
Me he puesto a pensar como es la situación en Costa Rica. La
verdad es que siempre he creído que la educación costarricense
ha sido, efectivamente, un vehículo de movilidad social gracias
al cual muchas personas hemos podido ascender en la escala social
y alcanzar posiciones, tanto sociales como laborales, superiores
a las de nuestros padres. Precisamente esta es una de las
características que sigo viendo en la escuela pública y que me
hace defensor a ultranza de la universidad estatal. Reconozco que
en los últimos años la educación, por uno de los efectos perversos
de la globalización, ha perdido importancia como elemento de
movilidad social: cada vez es menos seguro ascender en la escala
social al subir en la escala educativa. No tengo en este momento
la información necesaria para poder valorar en forma más profunda
si las preocupaciones expuestas por los autores también se
dan en nuestro país, tengo la esperanza de que no sea así.
Me preocupa no obstante, que subsista en Costa Rica, al igual
que en otros países, dos concepciones que tienen profundos dementas
ideológicos. En primer lugar, que quienes no participen
del sistema educativo formal están prácticamente condenados a
sufrir de ciertos elementos de injusticia social, como tener que
asumir trabajos mal remunerados, con pocas garantías laborales.
Por otra, la creencia de que quienes desertan del sistema educativo
son culpables de su decisión, obviando elementos sociales
y políticos, que influyen de manea poderosa en este tipo de decisiones.
Miramos la deserción del sistema educativo como un
problema individual y no como un problema social.
3. Tiene también importancia, desde mi punto de vista, el planteamiento
de los autores de que los educadores críticos se niegan a
aceptar la función que el capitalismo les asigna como intelectuales,
profesores y teóricos sociales: servir a los postulados ideológicos
e institucionales existentes en los centros públicos de enseñanza
y simultáneamente, reducir los valores y habilidades de los
grupos minoritarios.
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Tal como he expuesto en otras partes de este trabajo temo que la
mayoría de las y los docentes costarricenses no hayamos adquirido
plena conciencia del papel reproductor que asume la escuela,
y del papel que jugamos en esa maquinaria. No se trata de un
asunto de falta de mística, pues creo que la mayoría de las educadoras
y educadores de nuestro país la tienen, y hacen un gran
esfuerzo por hacer un buen trabajo. El asunto es otro. No tenemos
plena conciencia de que al hacer las cosas que hacemos, al
meditar poco o nada sobre lo que hacemos, al no cuestionar por
qué lo hacemos o por qué tenemos que hacerlo, al no luchar por
mayores posibilidades para decidir sobre aspectos sustantivos de
nuestra propia labor, estamos contribuyendo a sostener un sistema
de desigualdades, en el cual existen injusticias sociales.
4. La pedagogía crítica argumenta que la principal función de la
Escuela es la de reproducir los principios, valores y privilegios
de las élites existentes. Este punto es muy agudo, sin duda. Alguna
vez escuché que, ante los resultados tan malos que arroja
la escuela, pues las personas en general no parecen aprender ni
contenidos ni habilidades básicas de lectura, comunicación oral
u escrita, etc., sólo se explica que los gobiernos sigan invirtiendo
cantidades millonarias en el mantenimiento de la escuela por el
excelente papel que realiza como reproductora del sistema.
5. Es claro en el mensaje de los autores, particularmente en Giroux,
McLaren y Macedo, que la pedagogía crítica se compromete con
formas de aprendizaje y de acción que son adoptadas en solidaridad
con los grupos subordinados y marginados.
Lo anterior significa que la pedagogía crítica busca el autofortalecimiento
y la transformación social, cuestionando lo que se da
por hecho, o lo aparentemente evidente o inevitable, en la relación
entre las Escuelas y el orden social.
Este segundo párrafo me hizo pensar en los planteamientos de
Carr y Kernmis, quienes plantean que el profesor crítico tiene que
cuestionar aun lo que ha considerado siempre incuestionable.
He pensado también en cuantas cosas damos por "naturales" las
y los docentes. Año con año celebramos, por ejemplo, las llamadas
fechas patrias con el mismo tipo de actividades, con las
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Reflexiones sobre pensamiento critico en educación a partir de los
planteamientos de Me Laren, Giroux, Castells y Macedo
mismas frases, con los mismos mensajes, y nunca, o casi nunca,
nos cuestionamos el verdadero sentido de la acción que estamos
celebrando, ni nos cuestionamos, incluso, si lo que hemos venido
repitiendo por años se ajusta a los hechos históricos.
A manera de ejemplo, tenemos el caso de la celebración del 11
de abril, día en el cual festejamos a nuestro héroe nacional. Las
niñas y los niños reciben un mensaje sobre el personaje que lo
lleva casi en el ámbito de mito, pero la mayoría de las educadoras
y de los educadores no tienen claro cual puede ser el origen de
esta celebración: los cafetaleros de la época necesitaban un héroe
extraído de las clases sociales más humildes, para legitimar de
esta manera que sus propios hijos no fueran a la guerra.
6. McLaren y Giroux, especialmente, señalan que algunos de los
autores críticos se han esforzados más por hacer señalamientos
críticos al sistema, pero se han mostrado incapaces de dar orientaciones
concretas sobre los cambios que deben introducirse. En
este sentido he encontrado en estos cuatro autores una perspectiva
distinta. En efecto, MeLaren y Giroux hacen aportes concretos
sobre las posibilidades de la escuela y de los educadores para
asumir tareas de transformación social. MeLaren, por ejemplo,
señala la necesidad y la importancia de que en la escuela se permita
a los estudiantes analizar sus identificaciones con los super-
héroes de la ficción (Rambo, por ejemplo), para que puedan
explicitar porque se identifican con ellos, o sugiere como tarea
curricular importante preparar a las y los estudiantes para que
puedan responder críticamente a lo que reciben de los medios de
comunicación masiva.
Giroux hace también aportes concretos, algunos de los cuales comentamos
de manera más profunda en este trabajo. Creo que su
visión del educador como intelectual transformador, su propuesta
de las escuelas como esferas públicas democráticas o sus señalamientos
sobre algunas de las características que deben poseer los
planes de formación de educadores, son algunas de ellas.
En Macedo y en Castells también encontré elementos concretos.
El primero, desnuda los elementos ideológicos presentes en la
selección curricular, por ejemplo. El segundo, apunta valiosos
elementos, al señalar la necesidad de crear nuevos mecanismos
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de relación social que permitan incorporar las nuevas características
de una sociedad de la información, en la cual se han gestado
nuevas formas de relaciones sociales producidas por el nuevo
papel que juega la mujer en el proceso productivo, la existencia
de elementos que afectan seriamente el concepto tradicional de
familia (como los divorcios o las nuevas formas de procreación)
y el aporte de grupos organizados que aportan nuevas formas de
relación personal como los movimientos feministas, los ecologistas
o los grupos gay-lésbicos.
7. La idea de profesorado como intelectualidad transformadora sugiere
que los educadores y educadoras resalten y hagan problemáticos
los intereses políticos e ideológicos que estructuran sus
trabajos. Los educadores y las educadoras deben reconocer que,
ni el conocimiento que enseñan ni los métodos que seleccionan
para enseñar, son neutrales o carentes de significados ideológicos.
Es importante que las profesoras y los profesores reflexionen
permanentemente sobre lo que enseñan, como lo enseñan y por
qué lo enseñan.
En otras palabras, las profesoras y los profesores tenemos la responsabilidad
de evitar que la misma cotidianeidad nos impida tomar
conciencia y comprensión de nuestra propia alienación.
REFERENCIAS
Castells, Manuel, Flecha, Ramón, Freire, Paulo, Giroux, Henry, Macedo, Donaldo y
Willis, Paul (1994). Nuevas perspectivas criticas en educación. Barcelona: Ediciones
Piados Ibérica, S.A.
Giroux, Henry (1998). La escuela y la lucha por la ciudadanía. Pedagogía crítica de la
época moderna. México: Siglo Veintiuno Editores S.A.
Gutiérrez, Francisco ( 1981). Strip Tease de la escuela. Heredia: EDITORIALPEC.
MeLaren, Peter ( 1997). Pedagogía crítica y cultura depredadora. Políticas de oposición
en la era posmoderna. Barcelona: Paidós.
MeLaren, Peter (1998: 91-294)- Pedagogía crítica: un panorama general. En: La vida
en las escuelas, una introducción a la pedagogía crítica en los fundamentos de
la educación. México: Siglo Veintiuno Editores S.A.
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