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El Origen De Las Especies


Enviado por   •  8 de Mayo de 2013  •  1.406 Palabras (6 Páginas)  •  414 Visitas

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Antes de aplicar a los seres orgánicos en estado natural los principios a

que hemos llegado en el capítulo pasado, podemos discutir brevemente

si estos seres están sujetos a alguna variación. Para tratar bien este asunto

se debería dar un largo catálogo de áridos hechos; pero reservaré éstos

para una obra futura. Tampoco discutiré aquí las varias definiciones que

se han dado de la palabra especie. Ninguna definición ha satisfecho a todos los naturalistas; sin embargo, todo naturalista sabe vagamente lo que

él quiere decir cuando habla de una especie. Generalmente, esta palabra

encierra el elemento desconocido de un acto distinto de creación. La palabra variedad es casi tan difícil de definir; pero en ella se sobrentiende

casi universalmente comunidad de origen, aunque ésta rara vez pueda

ser probada. Tenemos además lo que se llama monstruosidades; pero éstas pasan gradualmente a las variedades. Por monstruosidad supongo

que se entiende alguna considerable anomalía de conformación, generalmente perjudicial o inútil para la especie. Algunos autores usan la palabra variación en un sentido técnico, simplificando una modificación debida directamente a las condiciones físicas de la vida; y las variaciones en

este sentido se supone que no son hereditarias; pero ¿quién puede decir

que el nanismo de las conchas de las aguas salobres del Báltico, o las

plantas enanas de las cumbres alpinas, o la mayor espesura del pelaje de

un animal del extremo Norte no hayan de ser en algunos casos hereditarios, por lo menos durante algunas generaciones? Y en este caso, presumo

yo que la forma se denominaría variedad.

Puede dudarse si las anomalías súbitas y considerables de estructura,

como las que vemos de vez en cuando en nuestros productos domésticos, y especialmente en las plantas, se propagan alguna vez con permanencia en estado natural. Casi todas las partes de todo ser orgánico están

tan hermosamente relacionadas con sus complejas condiciones de vida que parece tan improbable el que una parte haya sido producida súbitamente perfecta, como el que una máquina complicada haya sido inventada por el hombre en estado perfecto. En domesticidad, algunas veces,

aparecen monstruosidades que se asemejan a conformaciones normales

de animales muy diferentes. Así, alguna vez han nacido cerdos con una

especie de trompa, y si alguna especie salvaje del mismo género hubiese

tenido naturalmente trompa podría haberse dicho que ésta había aparecido como una monstruosidad; pero hasta ahora no he podido encontrar,

después de diligente indagación, casos de monstruosidades que se asemejen a conformaciones normales en formas próximas, y sólo estos casos

tienen relación con la cuestión. Si alguna vez aparecen en estado natural

formas monstruosas de estas clases y son capaces de reproducción (lo

que no siempre ocurre), como se presentan rara vez y en un solo individuo, su conservación dependería de circunstancias extraordinariamente

favorables. Además, durante la primera generación y las siguientes se

cruzarían con la forma ordinaria, y así su carácter anormal se perdería

casi inevitablemente. Pero en otro capítulo tendré que insistir sobre la

conservación y perpetuación de las variaciones aisladas o accidentales.

Diferencias individuales

Las muchas diferencias ligeras que aparecen en la descendencia de los

mismos padres, o que puede presumirse que han surgido así por haberse

observado en individuos de una misma especie que habitan una misma

localidad confinada, pueden llamarse diferencias individuales. Nadie supone que todos los individuos de la misma especie estén fundidos absolutamente en el mismo molde. Estas diferencias individuales son de la

mayor importancia para nosotros, porque frecuentemente, como es muy

conocido de todo el mundo, son hereditarias, y aportan así materiales

para que la selección natural actúe sobre ellas y las acumule, de la misma

manera que el hombre acumula en una dirección dada las diferencias individuales de sus producciones domésticas. Estas diferencias individuales afectan generalmente a lo que los naturalistas consideran como partes

sin importancia; pero podría demostrar, mediante un largo catálogo de

hechos, que partes que deben llamarse importantes, tanto sí se las mira

desde un punto fisiológico como desde el de la clasificación, varían algunas veces en los individuos de una misma especie. Estoy convencido de

que el más experimentado naturalista se sorprendería del número de casos de variación, aun en partes importantes de estructura, que podría recopilar autorizadamente, como los he recopilado yo durante el transcurso de años. Hay que recordar que los sistemáticos están

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