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El objetivo de la educación sexual

abiud120Trabajo20 de Marzo de 2014

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Durante varios siglos, las vivencias en sexualidad y su educación estuvieron sujetas a la cultura patriarcal.

Con el advenimiento de la revolución industrial, los avances del psicoanálisis, el cambio social de la mujer y la aparición de los anticonceptivos, las pautas sociales y los valores se modificaron. La procreación dejó de ser el fin principal de la sexualidad y adquirieron preeminencia la búsqueda del placer, el amor y la comunicación afectiva.

Durante años, de este tema no se habló, se pensaba que los conocimientos se adquirían naturalmente y que el diálogo podía promover comportamientos sexuales no acordes con los mandatos culturales.

Luego se aceptó que los jóvenes debían recibir información; pero la educación quedaba en manos de la familia. Hoy en día, se promueve una educación más integral.

La finalidad de la educación sexual es aumentar los conocimientos para reducir los riesgos, pero también disminuir tensiones y promover actitudes maduras y responsables. Es importante no fomentar temores y rescatar los aspectos placenteros de vincularse con el otro.

La educación sexual, comprende todas las acciones directas o indirectas, deliberadas o no, ejercidas sobre un individuo, que le permiten situarse en relación con la sexualidad en general y con su vida en particular.

La educación sexual abarca “aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos” implica considerarla como una las dimensiones constitutivas de la persona que, presente de diferentes maneras, es relevante para su despliegue y su bienestar durante toda la vida.

Brindada en las escuelas supere el mero estudio de la autonomía y la fisiología de la sexualidad, u otros reduccionismos, sean éstos médicos, psicológico, jurídicos, filosóficos, religiosos o sociológicos.

Asumir la educación sexual en la escuela en la escuela desde esta perspectiva demanda un trabajo dirigido a promover aprendizajes en tres niveles: el pensamiento, los sentimientos y las prácticas concretas.

Las cuales apuntan a producir cambios de tipo cognitivo, se entenderán no sólo el suministro de información científicamente validada acorde a cada etapa evolutiva, sino también al trabajo sobre los perjuicios y las creencias que sostienen actitudes discriminatorias, como también el conocimiento de derechos y obligaciones.

Con respecto al plano de la afectividad, desde la escuela es posible trabajar para desarrollar capacidades emocionales como la empatía, la solidaridad, la expresión de los sentimientos en el marco del respeto. Este aspecto puede resultar novedoso, ya que habitualmente, las competencias emocionales fueron poco abordadas desde la escuela tradicional. De alguna manera, se daba por sentado que se trataba de cuestiones que se aprendían espontáneamente, con la madurez que va brindando la experiencia.

Suele decirse que la educación sexual es una educación “para ser” más que “para hacer”. La educación en sexualidad es, en definitiva, un tipo de formación que busca transmitir herramientas de cuidado antes que modelar comportamientos.

Educar en sexualidad es, una forma de apreciar que la vida sucede en un cuerpo y que, como seres humanos, podemos también entender, analizar y cuidar lo que sucede con nuestros cuerpos, como partes del desarrollo integral de nuestra ciudadanía y nuestras relaciones.

De tal modos, implica tanto ofrecer conocimientos para la prevención de embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual, como forma en valores, sentimientos y actitudes positivas frente a la sexualidad, como forma de relación entre las personas, así como también orienta hacia el acceso a los recursos de salud pública que permitan vivir la sexualidad de forma responsable, plena y segura.

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