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Energias Libres

moonak3 de Julio de 2013

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Antecedentes.

Finalizada la II Guerra Mundial, los esfuerzos científicos para obtener energías limpias o inagotables se centraron sobre la nuclear. La llamada Energía libre no llegó a despertar, aparentemente, el interés general, y, sin embargo, varios inventores continuaron con sus ensayos.

En 1980, Adam Trombly y Joseph Kahn, intentaron patentar un sistema de Energía Libre llamado “Máquina N”, una mejora de un sistema muy clásico, basado en un fenómeno descubierto por Faraday 150 años atrás: Los imanes, girando con los polos alineados con el eje, producen una intensa corriente eléctrica.

Las Máquinas N se están desarrollando en la India, por Paramahamsa Tewari, en una institución oficial como es el Proyecto Kaiga de centrales nucleares, y en el MM de Japón, por Shuiji Inomata, con electroimanes superconductores, en que Toshiba ya ha invertido 2 millones de dólares.

El Dr. Robert Adams, de Nueva Zelanda, inventó un motor con imanes y bobinas que se mantenía en autorotación y proporcionaba un rendimiento del 100%, según certificaciones de laboratorios independientes. En 1993, publicó su construcción hasta el más mínimo detalle, y fue reproducido por al menos una docena de aficionados. Sin embargo, según la revista australiana Nexus, sufrió un intento de asesinato.

Que se sepa, hoy día, la única máquina de Energía Libre que sigue funcionando regularmente desde 1980 es la llamada Thesta Distatica y se encuentra en la comunidad religiosa Methernitha, cerca de Linden, en Suiza. Cuenta con unos 200 miembros dedicados principalmente a la investigación electrónica. Se trata de un sistema electrostático, similar a una doble máquina electrostática Wimshurst complementada con bobinas, imanes, diodos y otros extraños componentes. Gira sola, proporcionando 3 KW a 220 voltios. Ha sido comprobada y testificada por numerosos expertos. Los directores de esta comunidad y el constructor de ella, Paul Baumann, no quieren divulgar su secreto.

Muchos de estos inventos son poco reproducibles, se basan en resonancias y sólo funcionan cuando se sintonizan con determinada frecuencia, ¿cósmica?, que no es constante y depende del lugar, día y hasta hora. Sin embargo, algunos, como los de Shoulders y Lambertson, basados en plasmas y con patentes apoyadas en una sólida base científica, no han despertado especial inquina. Quizá saben que siendo efectivos, los actuales componentes electrónicos tienen una vida muy corta con esta nueva energía, lo que impide su comercialización.

Además de imanes, algunos generadores requieren componentes electrónicos especiales, como mosfet de alta capacidad, transistores de germanio, condensadores rígidos, etc… manufacturados por poderosas multinacionales que, por ahora, están en el juego de la supresión, pues hay otra razón más política que económica que aplasta a la Energía libre: la libertad que procura a los usuarios, que con estos generadores a su disposición, se pueden independizar de los suministradores.

Los Gobiernos ya encontrarían otros sistemas para recaudar los cuantiosos impuestos sobre los carburantes, pero, aun así, el margen de libertad de los ciudadanos se incrementa, y ello no les conviene.

La energía libre.

Al final de los años 1880, las publicaciones especializadas en el comercio de las ciencias eléctricas predecían la “electricidad libre” en un futuro cercano. Los increíbles descubrimientos sobre la naturaleza de la electricidad llegaban a ser comunes. Nikola Tesla demostraba la “iluminación sin alambres” y otras maravillas asociadas con las corrientes de alta frecuencia. Había un entusiasmo acerca del futuro como nunca antes.

En un plazo de 20 años habría automóviles, aeroplanos, películas, cámaras fotográficas, música grabada, teléfonos y radio. La era Victoriana estaba siendo dejada atrás por algo totalmente nuevo. Por primera vez en la historia, la personas comunes se animaron a prever un futuro utópico, lleno de abundantes medios de transportación modernos, de comunicación, así como fuentes de trabajo, hogares y alimentos para todos. La enfermedad sería conquistada y así mismo la pobreza. La vida sería mejor, y entonces cada persona iba a poder conseguir “un pedazo del pastel”.

Pero, ¿qué sucedió? En medio de esta explosión tecnológica, ¿adónde se fueron todos esos avances en asuntos de energía? Todo ese entusiasmo sobre la “electricidad libre” que se dio antes de inicios del siglo pasado, ¿fue sólo un optimismo que la “ciencia verdadera” eventualmente se encargó de refutar?

Realmente, la respuesta a esa pregunta es “NO”. De hecho, lo opuesto es verdad. Las espectaculares tecnologías de energía fueron desarrolladas junto con otros avances. Desde ese momento, se han desarrollado múltiples métodos para producir grandes cantidades de energía a costos extremadamente bajos. Sin embargo, ninguna de estas tecnologías ha llegado abiertamente al mercado del consumidor. La razón de esto será discutida brevemente.

Pero primero, quisiera describirle a usted una corta lista de las tecnologías de “energía libre” de las cuales estoy actualmente enterado, y las cuales han sido probadas más allá de toda duda razonable. La característica común que conecta todos estos descubrimientos es que utilizan una cantidad pequeña de cierta forma de energía para controlar, activar o liberar, una gran cantidad de energía diferente. Muchas de estas tecnologías utilizan el campo etérico subyacente -una fuente de energía convenientemente ignorada por la ciencia “moderna”-.

1. Energía Radiante

El “Transmisor de Magnificación” de Nikola Tesla, el dispositivo de “Energía Radiante” de T. Henry Moray, el “Motor EMA” de Edwin Gray, y la “Máquina Testatika” de Paul Baumann, todos trabajan a base de “energía radiante”. Esta forma natural de energía (llamada erróneamente electricidad “estática”) se puede recolectar directamente del ambiente o se puede extraer de la electricidad ordinaria por un método llamado “fraccionamiento” (fractionation). La energía radiante puede realizar las mismas maravillas que la electricidad ordinaria, al 1% del costo ordinario. Sin embargo, no se comporta exactamente como la electricidad, lo que ha contribuido al malentendido por parte de la comunidad científica.

La comunidad Methernitha en Suiza cuenta actualmente con cinco o seis modelos operativos de estos dispositivos auto-sostenibles que no requieren combustible.

2. Motores alimentados por Imanes Permanentes

El Dr. Robert Adams (Nueva Zelanda) ha desarrollado asombrosos diseños de motores eléctricos, generadores y calentadores que funcionan con imanes permanentes. ¡Uno de tales dispositivos toma 100 vatios de electricidad de la fuente, genera 100 vatios para recargar la fuente, y produce más de 140 BTUs de calor en dos minutos!

El Dr. Tom Bearden (de los EUA) cuenta con dos modelos de trabajo de un transformador eléctrico alimentado por imán permanente. Utiliza una entrada eléctrica de 6 vatios para controlar la trayectoria de un campo magnético que proviene de un imán permanente. Mediante la canalización del campo magnético, primero a una bobina de salida, luego a una segunda bobina de salida, y repitiendo esto rápidamente varias veces, a manera de “ping-pong”, el dispositivo puede producir una salida eléctrica de 96 vatios, sin piezas móviles. Bearden llama a su dispositivo “generador electromagnético inmóvil” o MEG (Motionless Electromagnetic Generator).

Jean-Louis Naudin ha duplicado el dispositivo de Bearden en Francia. Los principios para este tipo de dispositivo fueron divulgados primero por Frank Richardson (de EUA) en 1978.

Troy Reed (de EUA) tiene modelos de trabajo de un ventilador magnetizado especial que calienta a medida que gira. Utiliza exactamente la misma cantidad de energía para girar, ya sea que esté generando calor o no.

Más allá de estos desarrollos, los inventores han identificado mecanismos de trabajo que producen un esfuerzo de torsión (torque) solamente a partir de los imanes permanentes.

3. Calentadores Mecánicos

Hay dos clases de máquinas que transforman una cantidad pequeña de energía mecánica en una gran cantidad de calor.

Los mejores diseños, puramente mecánicos, son los sistemas a base de un cilindro que rota, diseñados por Frenette y Perkins (en los EUA). En estas máquinas, un cilindro se hace rotar dentro de otro cilindro con cerca de 1/8 de pulgada de separación entre ellos. El espacio entre los cilindros se llena de un líquido, tal como agua o aceite, y es este “fluido operativo” el que se calienta mientras que el cilindro interno se hace girar.

Otro método utiliza los imanes instalados en una rueda para producir grandes corrientes de Foucault en una placa de aluminio, la cual se calienta rápidamente. Estos calentadores magnéticos han sido demostrados por Muller (Canadá), Adams (Nueva Zelanda) y Reed (EUA).

Todos estos sistemas pueden producir 10 veces más calor que los métodos estándares utilizando la misma entrada de energía.

4. Electrólisis Súper-Eficiente

El agua se puede descomponer en hidrógeno y oxígeno utilizando electricidad. Los libros comunes de química establecen que este proceso requiere más energía que la que puede ser recuperada cuando se recombinan los gases. Esto es cierto, pero solamente en el peor de los escenarios.

Cuando el agua es golpeada con su propia frecuencia de resonancia molecular,

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