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Ensayo Sobre Arquetipos


Enviado por   •  29 de Diciembre de 2012  •  2.236 Palabras (9 Páginas)  •  692 Visitas

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En cuanto a nuevos paradigmas se refiere se observa claramente que a menudo surgen nuevas redefiniciones de la ciencia los cuales pueden ser incorporados a otra ciencia o desechados y declarados “no científicos” por completo. En otro orden de ideas algunos eran inexistentes pero con un nuevo paradigma se convierten en los arquetipos reales de significativos logros científicos.

Bajo esta apreciación la estructura de las revoluciones científicas según Thomas Kuhn, señala un fragmento de los saberes en la historia donde plantea un mundo más tolerante y menos conflictivo, que de ser mas explicito y menos complejo los habitantes serian visionarios y al mismo tiempo generadores incesantes de nuevos rumbos para el conocimiento y descubridores de sí mismos inmersos en un tránsito de mutación cultural irreductible y que no sean vistos actores y espectadores a la vez de un drama convertido en fiesta.

En tal sentido es importante señalar que no vivimos en el equilibrio bucólico de la sabiduría expansiva, sino en el desequilibrio caníbal y reduccionista de la anormalidad globalizada, de las demencias imperiales, de la uniformización de una ignorancia prepotente. Como en tantas otras épocas de la historia humana, a los espíritus sensibles sólo les queda una opción: resistir, explorar, inventar.

Sobre esta base ha sido el itinerario del antropo-sociólogo y filósofo Edgar Morín (nacido en París el 8 de julio de 1921, hijo de dos inmigrantes sefarditas de Salónica: Vidal Nahoum y Luna Beressi), quien debió aprender a resistir el dolor ante la muerte prematura de su madre valientemente participo como voluntario en la lucha clandestina de la Resistencia francesa contra los invasores nazis durante la Segunda Guerra Mundial, formo parte del credo marxista -leninista,tomando en consideración sus criticas.

Tras obtener dos licenciaturas, una en historia y geografía, otra en derecho, de 1942 a 1944 actuó como teniente del 1er. Ejército de las fuerzas combatientes de Francia, luego se desempeñó como jefe del departamento de Información militar de su país en Alemania. Durante los ’50 y comienzos de los ’60 se desempeñó como periodista en Paris, y dirigió sucesivamente las revistas Arguments y Communications, en 1949 había sido tomado por una su vida política decayó dejó de anhelar inserción alguna en el mundo comunista; tampoco se veía insertándose en el mundo burgués, y por un tiempo deambuló sin salidas.

Ancestros. “Mi padre no me enseñó una tradición ni un saber, normas ni creencias religiosas ,fui hijo único en el seno de una generación que vio cómo se desintegraba , a partir de mis diez años, me separé físicamente de mis parientes” (Mes Demons, 1994)

En efecto advirtió sobre las limitaciones estructurales de la sociosfera disecada por Carlos Marx y la psicosfera analizada por Sigmund Freud, en tanto llegó a la conclusión, con cautela ideológica, de que la noosfera propuesta por el sacerdote jesuita Pierre Teilhard de Chardin, como ensayo de un portal hacia el infinito, no era para él un camino transitable aquí en la tierra. Observaba sin clemencia la realidad social, y centraba primordialmente sus investigaciones en el análisis de fenómenos culturalmente “desordenados” que se rotulan como lo irregular, lo desviado, lo incierto, lo indeterminado, lo aleatorio.

Cabe agregar fue un artesano del conocimiento multidimensional de los fenómenos humanos, elaboro un método capaz de capturar la complejidad de “lo real”, criticando duramente la fragmentación de los saberes. Así, desde 1950 a 1989 fue director emérito del Centro Nacional de Investigaciones Sociales (CNRS), luego presidente de la Agencia Europea por la Cultura (adscripta a la UNESCO), y co-director del Centro de Estudios Transdiciplinarios de la Escuela de Altos Estudios sobre Ciencias Sociales de Francia, entró su labor en la creación y dirección de la Asociación para el Pensamiento Complejo, hoy expandida al mundo entero.

Así pues, señala Rumbos. Durante 1962-63, en Por una política del hombre (México, 1971)* elaboró una de sus inagotables síntesis antropolíticas, donde se permitía dudar del carácter “revolucionario” (en el sentido marxista) de las revoluciones de estandarte “socialista”. Fue inequívoco: sostuvo que a Freud le falta el homo-faber, y a Marx la psique (con su cosmogonía de locura, poesía y misterio). Esbozaba los modos de integrar el amor y la ciencia a una política del hombre: una política multidimensional (que aún no denominaba como “compleja”).

Milenio. Proclamaba: “No se trata ya de entrar al siglo XX, sino de salir de él; se trata de preparar el siglo XXI, Necesitamos discernir el peligroso papel de la antropolítica en adelante, la supervivencia está ligada a un renacimiento, el progreso está ligado una superación, y el desarrollo a una metamorfosis.

Durante los últimos cuarenta años, este obstinado y superactivo explorador de la complejidad no ha cesado de construir abordajes a esa metamorfosis en un mundo donde las sociedades no cesaron de fracturarse entre una “nueva clase” por un lado y la ciudadanía por el otro, en medio de un proceso ligado al acceso a las nuevas tecnologías de comunicación entre los países ricos y los países pobres.

Interacciones y retroacciones

En tal sentido al definir al homo complexus, Morín nos dice algo finalmente obvio para muchos pensadores: somos criaturas sensibles, neuróticas y delirantes, al mismo tiempo que racionales, y todo ello constituye el tejido propiamente humano. Este ser humano es a la vez un ser racional e irracional, capaz de mesura y desmesura. Como sujeto de un afecto intenso e inestable, sonríe, ríe, llora, pero también sabe conocer objetivamente. Es un ser serio y calculador, pero también ansioso, angustiado, gozador, ebrio, extático. Es un ser de violencia y de ternura, de amor y el odio. Puede ser invadido por lo imaginario e igualmente reconocer lo real, sabe que existe la muerte pero que no puede creer en ella. Segrega el mito y la magia, pero también la ciencia y la filosofía.

Aquí Morín deduce que tal “complicación” puede no ser más que un fenómeno de superficie, que obedece a leyes y principios combinatorios simples, como, por ejemplo, los principios que gobiernan el código genético. En resumen, todo sería simple si no existiera más que la complicación, y la vida podría ser complicada al mismo tiempo que muy simple. Esta simultaneidad nutre la “complejidad”, cuya problemática debe plantearse correlativamente en el marco gnoseológico (el pensamiento de la realidad) y en el marco ontológico (la naturaleza de la realidad).

Lo cual equivale a decir que la complejidad abarca al mismo tiempo los fenómenos,

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